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«Podemos salir de la crisis pero con una agenda de reformas muy amplia»

El momento difícil que atraviesa España es la razón por la que ha decidido romper su silencio. Y lo hace para dejar un mensaje positivo frente a la crisis y llamar a la responsabilidad política y social. 

«Podemos salir de la crisis, pero con una agenda de reformas muy amplia»
«Podemos salir de la crisis, pero con una agenda de reformas muy amplia»larazon

Aznar practica el estilo directo. No es un hombre de circunloquios y durante la entrevista va siempre al grano. Han sido dos horas de conversación en las que analiza la situación de España y el futuro del tablero internacional con un discurso pedagógico y, sobre todo, constructivo. Dice que es momento de estadistas, de practicar la política de altura de miras. Y a partir de esa máxima apela a la responsabilidad de los dos principales partidos. No es una persona de matices, y menos cuando se trata de reivindicar la Nación española o de advertir que no puede ser que nadie defienda que siendo el conjunto más pobre, las partes no pueden ser más ricas. Sólo hay una cosa que esquiva: la situación del PP. Silencio absoluto. Quizás porque sabe que cualquier cosa que diga eclipsará todo lo demás.
–¿Qué heridas cree que dejará la crisis en España?
–España tiene capacidad para superar la crisis, y eso es lo más importante. Pero para conseguirlo hay que restablecer la confianza. Hay que asumir que va a ser una crisis dura, larga y difícil. Hoy el problema no es el diagnóstico. Ya se negó la crisis, y eso forma parte de la responsabilidad del Gobierno. Ahora debemos preguntarnos qué hacer para recuperar la confianza.
–¿Teme que nos encontremos fuera del club del euro cuando pase el huracán?
–El Gobierno de Zapatero recibió el país más próspero de la historia de España. Se hablaba del milagro español. Y en cuatro años y medio nos ha devuelto a eso que denominan despectivamente el club de los «pigs» [Portugal, Irlanda, Grecia y España: se decía que estos países no podrían entrar en la moneda única a finales de los ochenta]. Esto es la muestra de cómo un Gobierno irresponsable, insolidario e incompetente puede dilapidar una herencia.
–Dice que España puede superar la crisis. ¿Pero cómo?
–No con medidas cortoplacistas, desde luego. Hace falta una fórmula política amplia que recupere acuerdos y consensos. Saldremos de la crisis si proponemos al país una agenda de reformas muy ambiciosa. Pero si no hacemos eso, será muy dolorosa y muy larga. Éste es un momento de estadistas y de política con mayúsculas, y no de políticos menores o tacticistas. Hace falta sentido histórico y no es tiempo de pequeñas ambiciones partidarias.
–A su juicio, ¿la clase política está a la altura de las circunstancias?
–La política española se ha degradado mucho y el debate se ha empobrecido demasiado. Pero confío en que sea recuperable.
–Usted ha abogado por una gran corriente de opinión basada en el espíritu de la Transición. ¿Qué papel deberían jugar el PP y el PSOE en su articulación?
–En el fondo estoy apelando a la responsabilidad de los ciudadanos y también de los partidos. En términos orteguianos, y desde la responsabilidad del puesto que me corresponde, me pregunto por qué habiendo hecho durante 30 años las cosas mejor que peor, se ha decidido ponerlas en cuestión. Y por qué se ha llevado al país a una profunda crisis no sólo económica, sino también de debilitamiento institucional y nacional.
–Ya, pero entonces, ¿qué es lo que deberían hacer los dos grandes partidos nacionales?
–Desde un sentido regeneracionista orteguiano, su obligación es diseñar grandes políticas nacionales. Está por ver si los responsables de dirigir este país tienen la necesaria altura de miras. Yo tengo mis serias dudas sobre algunos, y más esperanzas en otros, como es lógico.
–¿Puede poner nombre y apellidos a las reformas que habría que impulsar?
–Es necesaria una reforma constitucional para que España no sea un Estado en situación de colapso. Gobernar es decidir. Pero no consiste en dilapidar la herencia que se recibe, no consiste en no tomar decisiones en el presente y condicionar de una manera negativa el futuro. En el ámbito económico, hacen falta reformas fiscales, laborales, del sistema de bienestar, en materia energética, en educación y para aumentar la competitividad de las empresas.
–¿Cuál sería su primera decisión frente a la crisis?
–Explicar la situación al país. Llamar al esfuerzo común e impulsar un gran paquete de medidas económicas. Ya lo hicimos en 1996, cuando llegamos al Gobierno, y ahora hace falta algo muy parecido. Es un grave error seguir mirando hacia otro lado ante los problemas que hay delante.
–¿A cuáles se refiere?
–Es una irresponsabilidad no afrontar cuestiones pendientes como la reforma del sistema de pensiones, la excesiva dependencia energética o el problema de la insolidaridad hidrológica. La política de Defensa debería ser algo más que dedicarse a hablar de los pantalones de una ministra o de un ministro. Y la política exterior tiene que ser algo más que, cuando gana Bush, jugar internamente a ser antinorteamericano, y cuando gana Obama, jugar a ser proamericano.
–¿La inversión pública es un motor para salir de la crisis?
–No es suficiente. Sin reformas no saldremos de ella. Una cosa es evitar el colapso del sistema financiero, sin el cual no hay economía, y otra llenar la economía de gasto. Porque ese gasto, al final, no se podrá financiar. En un país con una previsión de déficit del 8 por ciento para 2009, abrir el capítulo de la financiación autonómica, que estaba bien cerrado en 2002, y hacerlo sobre la base de un mayor endeudamiento y más déficit, sólo puede ser calificado de irresponsable.
–Ha mencionado la necesidad de evitar el colapso del sistema financiero. ¿Habría apoyado el decreto de ayuda a la banca con las garantías que incluía?
–Las medidas que han adoptado los gobiernos para superar el colapso del sistema financiero han sido positivas. Otra cosa es cómo se utilicen.
–¿Y asume la teoría de que el libre mercado ha fallado?
–No. El problema está en decisiones equivocadas y en que no han funcionado algunos elementos de control del sistema. Además, a la hora de valorar las consecuencias de la crisis hay que tener en cuenta los hechos diferenciales. Que en España son los que explican que de cada 10 parados que se producen en Europa, 9 sean españoles. Y que cada día 7.000 personas se vayan al paro.
–En alguna de sus últimas intervenciones se ha lamentado de la crisis de valores.
–Es que hay una profunda crisis de valores. Hay que recuperar principios como el sentido de la responsabilidad, el respeto a las reglas, el esfuerzo, el trabajo, la generosidad, el espíritu de sacrificio... Hay que volver a la cultura de los mejores. Y sinceramente, en la historia de los Gobiernos de España, no creo que éste sea recordado como el de los mejores.
–En esa crisis de valores, ¿diría que hay una responsabilidad de todos, de la izquierda, pero también del centro-derecha?
–La crisis de valores es general. Afecta a unos y a otros. Pero también creo que es superable. Dicho esto, hay que acabar con mensajes como el de la irresponsabilidad, el de que da igual una cosa que la otra, el de que todas las ideas son iguales o el de que el Estado lo puede resolver todo.
–Cambiando de tercio, ¿cómo ve a España como nación?
–Hay una evidente sensación de desorden. El pacto de la Transición no consistió en el aplazamiento de la ruptura, sino que fue la expresión de una política integradora. Y reabrir el modelo de Estado ha sido uno de los mayores errores que se han cometido.
–¿Se refiere al proceso de reformas estatutarias que se impulsó en la pasada Legislatura?Por cierto, en algunos casos, como Andalucía, con acuerdo de los dos principales partidos.
–Los españoles empiezan a sentir que tienen un Estado residual e ineficaz y ha llegado el momento de corregir el rumbo. Nuestra convivencia de futuro depende del mantenimiento de la Nación española. No puede ser que nadie defienda que siendo el conjunto más pobre, las partes no pueden ser más ricas. Nadie puede defender seriamente que las comunidades estaban diseñadas para abrir embajadas, para prohibir la enseñanza de la lengua común, para cambiar derechos individuales por derechos territoriales, para volver a los privilegios o para confundir derecho a la diferencia con la diferencia de derechos. Si están en eso, la responsabilidad nacional es intentar corregirlo.
–Pero en un escenario en el que incluso los partidos nacionales han asumido la tesis nacionalista de que da votos defender lo propio del territorio frente a lo común, ¿cómo se corrige?
–Ésa es una buena reflexión para que la hagan los partidos nacionales. En mi opinión, cuando lo particular prevalece sobre lo común, todos perdemos.
–Las antes citadas reformas estatutarias, que se pusieron en marcha en la mayoría de las comunidades autónomas después de que abriese la veda el Estatuto de Cataluña, ¿cree que fueron un error?
–Sí. Han debilitado al Estado y al sistema constitucional.
–En su etapa de Gobierno también se impulsaron reformas estatutarias.
–Yo firmé pactos autonómicos y también reformé el sistema de financiación. Lo hice con el acuerdo de todos y nadie puede decir que aquellas reformas fueron la tapadera para que la parte pudiera condicionar el todo.
–En cualquier caso, ¿considera que los «barones» han asumido demasiado poder dentro de los partidos nacionales y dentro del modelo de Estado autonómico?
–Hoy el poder real lo tienen las comunidades autónomas. Por supuesto que soy partidario del Estado autonómico, pero no de un Estado colapsado. Del Estado residual sólo sacan ganancias quienes no creen en España, es decir, los mismos que han jugado siempre a considerar la Transición como un paréntesis. Hay que decidir si queremos un Estado viable o no.
–¿Ese Estado viable exige recuperar competencias que han pasado a manos de las comunidades autónomas?
–Un Estado viable exige reformas constitucionales y que el Estado pueda representar aquello que tiene que garantizar esencialmente, que es la igualdad, la cohesión, la seguridad, la justicia, la educación común, la política exterior, etc. Si el Estado no garantiza eso, vamos a llegar a la situación de que los españoles se pregunten para qué quieren un Estado.
–Política internacional, señor Aznar. ¿Confía en que el presidente Obama atempere algunas de las principales amenazas que se ciernen sobre el orden internacional?
–Hay dos amenazas con las que llevamos conviviendo desde hace tiempo: el terrorismo y la proliferación de armas. El arranque de un nuevo mandato en Estados Unidos siempre es muy relevante. Obama reúne todas las capacidades necesarias para ser un buen presidente y yo le deseo mucha suerte. Ahora bien, ha llegado el momento de tomar decisiones y ahí es donde se va a medir su Administración. Los desafíos que tiene enfrente son muy grandes.
–¿El diálogo con el llamado «eje del mal» puede ser útil? ¿Hablando se entiende la gente, o no?
–Chamberlain y Hitler hablaron y hasta se entendieron. Pero a los seis meses estalló la II Guerra Mundial. Hoy los problemas son los mismos que había en la etapa de Bush y es un error pensar que el nuevo presidente de Estados Unidos tiene unos poderes taumatúrgicos capaces de solucionarlo todo. Podrá cambiar el estilo de hacer política, podrá dialogar más, pero la respuesta ante muchos problemas, como el del terrorismo, seguirá siendo similar porque el margen de maniobra es muy pequeño.
–¿Ve alguna similitud entre el discurso de Obama y el del presidente Zapatero?
–No.
–¿Y usted se identifica en algo con el mensaje del nuevo presidente de Estados Unidos?
–Su discurso inaugural contiene elementos políticos muy razonables. Ha elegido un buen equipo y ahora tiene que demostrar que es capaz de hacer que eso funcione. Hay mucha gente en Europa que piensa que por fin ha llegado a la Presidencia de Estados Unidos un europeo, o, por decirlo de otra manera, un antiamericano. Obama no es antiamericano. Es un americano que va a defender los intereses de Estados Unidos con toda claridad.
–El Gobierno español confía en que ayude a mejorar las relaciones bilaterales.
–La relación con Estados Unidos no mejorará mientras algunos no aprendan a distinguir la política internacional de la comarcal y dejen de plantear la primera en términos de intereses electorales partidistas. No podemos seguir inmersos en esa adolescencia de convertir la relación con Estados Unidos en una cuestión interna.
–¿Le parece bien que se cierre la prisión de Guantánamo?
–Me parece bien. Espero que eso no suponga un perjuicio en la lucha contra el terrorismo. No me gusta nada Guantánamo. Pero quienes tomen esa decisión deben antes valorar sus consecuencias. EE UU no sólo tiene la responsabilidad de evitar un nuevo ataque en su territorio, cosa que ha conseguido desde el 11-S. También es decisivo para evitar que los terroristas puedan acceder a armamento nuclear, químico o de otra índole, con el que puedan atentar en otro lugar del mundo.
–¿Y la retirada de Irak?
–Hay un acuerdo entre el Gobierno norteamericano y el Gobierno de Irak. El presidente Obama ha hablado de una progresiva devolución de responsabilidades al Gobierno de Irak y, sustancialmente, eso se va a cumplir. Irak está en un proceso abierto de consolidación democrática. Frágil aún, pero cierto. Irak se encamina hacia una democracia estable en una zona básica del mundo. Y en términos militares el terrorismo ha sido derrotado, ha huido de Irak.
–Entonces, ¿para usted el balance de la guerra en Irak es positivo?
–Es muy distinto gestionar una buena situación económica, que es lo que le tocó a Clinton, que enfrentarse al 11-S, que es lo que le tocó a Bush. La pregunta es si el mundo es más seguro hoy que el 11 de septiembre de 2001. Y yo creo que sí, aunque sigan existiendo muchos riesgos. Es más seguro hoy, entre otras cosas, porque no se ha vuelto a producir ningún ataque como el de 2001 en suelo norteamericano. Y eso, desde el punto de vista del balance de una presidencia, es importante. Además, en Irak el terrorismo ha sido derrotado. De cara al futuro, me parece que la actitud del presidente Obama es lo suficientemente responsable como para saber que puede ser realidad un Irak democrático, pero que la situación, en su fragilidad, tiene que ser consolidada.
–La amenaza terrorista ha disminuido en Irak, pero en Afganistán se ha recrudecido.
–El terrorismo derrotado en Irak se ha refugiado en Afganistán y en las fronteras con Pakistán. La OTAN no tiene otra misión que la victoria. Parece bastante probable que la nueva Administración pida más esfuerzos a los europeos en Afganistán. Europa debe contestar positivamente. No tiene sentido reclamar más responsabilidades y no estar dispuesto a ejercerlas. En Afganistán también tiene que ser derrotado el terror.
–¿Cree que es posible mantener una relación normal con el mundo árabe pese a agentes tan desestabilizadores como Irán o Hamas?
–Existe una amenaza que no sólo afecta a Occidente, sino también a muchos países islámicos. Claro que es posible mantener una relación muy positiva con los países árabes y poner coto, al mismo tiempo, a la amenaza que representa Irán o a las agresiones que puedan realizar organizaciones terroristas como Hamas. Por cierto, la comunidad internacional no entiende que un país como España, que lleva sufriendo el terrorismo durante 40 años, no condene de manera tajante a una organización como Hamas, reconocida como terrorista, y que agrede, además, a un país democrático como es Israel. Y no sólo no hay esa condena, sino que nuestra posición ni siquiera es equidistante, sino más favorable hacia Hamas.
–La última ofensiva de Israel en Gaza ha sido descalificada por su desproporción. ¿Está de acuerdo con esa valoración?
–Si durante ocho años has recibido el impacto de 8.000 cohetes lanzados desde una tierra vecina, y estás advirtiendo de que al 8.001 vas a intervenir, siempre se pueden producir daños. Toda guerra es un horror y lamento muchísimo las víctimas de cualquier conflicto. Pero uno no puede estar lanzando cohetes impunemente sobre el vecino durante ocho años, produciendo víctimas, y pensar que el vecino no va a reaccionar. Las democracias tienen el derecho a la legítima defensa. Israel es la única democracia en la zona y ha ejercido sus derechos.
–¿Y a la hora de ejercer esos derechos no convendría valorar también los efectos colaterales, desde el punto de vista humano o incluso estratégico?
–¿Quién tiene la responsabilidad de las víctimas cuando uno utiliza niños como escudos humanos? ¿Quién tiene la responsabilidad de instalar las bases de cohetes en escuelas o depósitos de armamentos en hospitales? ¿O qué hay que hacer cuando se utilizan edificios internacionales como cobertura para los terroristas? Una cosa es la confrontación en un conflicto a campo abierto, entre dos ejércitos, y otra muy distinta un combate donde una de las partes no tiene reglas. Sé, porque los conozco bien, que los gobernantes israelíes sufren cuando tienen que tomar determinadas decisiones. Es verdad que son dolorosas, pero también es verdad que no pueden quedarse de brazos cruzados cuando sus ciudadanos son asesinados por una organización terrorista.
–Pero seguirán llegando cohetes a Israel porque no se ha acabado con Hamas. Aun así, ¿cree que la ofensiva sobre Gaza ha sido útil?
–Terminar con Hamas no es nada fácil. Hay que tener en cuenta factores como el apoyo que recibe del exterior, de Irán, especialmente; la actitud de sus propios líderes; y las facilidades que algunos dan para que las armas entren en Gaza. Yo deseo que haya dos Estados que convivan en paz. Pero eso no podrá ocurrir mientras subsistan organizaciones terroristas que se dedican a agredir al vecino.
–¿Europa está en crisis?
–No creo que tenga un problema institucional grave, sino más bien de liderazgo, posicionamiento y toma de decisiones. Tiene que ser más competitiva, mejorar sus vínculos con las potencias emergentes y establecer una relación de estrecha confianza con EE UU.

 

ETA y ANV
–En esta Legislatura estará más tranquilo con la política antiterrorista que practica el Gobierno.
–La única política antiterrorista que me interesa es la de la derrota del terrorismo. Si me pregunta si me fío de los que negociaron y decían que no negociaban, de quienes se pusieron en manos de los «hombre de paz», no tengo razones para fiarme, los hechos hablarán. En cualquier caso, ya les he dicho que sólo me importa que se trabaje de verdad por la derrota de ETA.
–¿Su falta de confianza afecta también al anunciado propósito del Gobierno de desalojar a ANV de las instituciones?
–Los representantes de ETA no deberían nunca haber vuelto a las instituciones. Si están es porque el Gobierno ha querido que así fuera, y no tengo ninguna razón que me lleve a pensar que ahora el Gobierno va a hacer que se marchen.

 

FAES Y EL PARTIDO. «Deseo que el PP tenga éxitos y espero que los tenga»
–¿Qué prioridades se ha marcado FAES de cara a este año?
–Cumplimos 20 años y vamos a hacer un esfuerzo especial para dar a conocer lo que somos y lo que hacemos. Seguiremos fortaleciendo nuestra presencia en Iberoamérica y en Estados Unidos. Presentaremos cinco informes estratégicos: sobre la OTAN, Europa, el norte de África, la reforma de las instituciones económicas internacionales y la crisis económica. Me siento orgulloso de poder decir que FAES es ya un modelo para otras fundaciones en Europa y América. Acaba de ser publicado un estudio en la Universidad de Pensilvania sobre «think tanks» que nos sitúa como el más influyente de España.
–¿María San Gil asumirá algún cargo orgánico dentro de la fundación?
–No.
–¿Ni entrará en el Patronato?
–Tampoco. Seguirá trabajando como colaboradora, sobre todo en actividades relacionadas con Iberoamérica.
–¿Le preocupa la situación que atraviesa su partido en vísperas del triple proceso electoral que se celebra de aquí a junio?
–Deseo que el PP tenga éxitos y espero que los tenga.
–¿Le ha invitado Génova a participar en las campañas electorales?
–Hay muchas maneras de participar en las campañas. En estos momentos, tengo una vida muy ocupada, pero haré todo lo que pueda. Siempre lo he hecho, y lo seguiré haciendo en el futuro.