Investigación científica

WC..

Estamos a un paso de librarnos de los sucios y claustrofóbicos retretes volantes

La Razón
La RazónLa Razón

Mi amigo Miguelito es experto en catástrofes. En catástrofes de todo tipo, desgracias varias y cuestas abajo. Mi amiga Myriam también, aunque ella se ha especializado más en accidentes en los que los muertos se cuentan por decenas e intentos terroristas para desestabilizar a la humanidad, con un porrón de sangre churriguetosa por las paredes. Myriam es de las que piensan que cualquier cosa mala que ocurre en el mapamundi ha pasado rozándole. Que se está librando, pero que más temprano que tarde, la va a pillar por medio y va a cascar como una rata. Miguelito es, sin embargo, de los que conocen exactamente la edad a la que comienzan a morirse las neuronas, los síntomas de una calvicie demoledora, de un ganglio mutante en tumor letal y, tiene el don de pronosticarte un pergamino galopante en la cara de un pequeño pliegue en la piel. Miguelito se nota falta de vitaminas por doquier, se diagnostica síndromes incompatibles con la vida, y, por supuesto, se ve gordo, fofo, feo y, de vez en cuando, se marea. Miguelito y Myriam comparten la afición por la catástrofe aérea con frenesí visigodo, y cada vez que ponen un pie en un avión barruntan una avería de las gordas en un motor, y se imaginan metidos en una cajita de zapatos a merced de un vendaval. Yo me los imagino siempre abrazados a la pernera del pantalón del piloto, dando vivas al Sepla, y pidiendo asiento en la salida de emergencia para poder colocar el reclinatorio. Ahora nos hemos enterado de que la compañía Ryanair está pensándose si cobrarnos por usar los baños de sus aviones a cambio de bajar más sus tarifas y a mí me ha parecido fenomenal porque de casa hay que salir ya desbebido. Ahora que ya nos hemos acostumbrado a volar encajonados, sin comida gratis, sin fumar y sin poder protestar mucho por los retrasos, estamos a un paso de librarnos de los sucios y claustrofóbicos retretes volantes. En cualquier caso, invito desde el micrófono del sobrecargo a usar la air sickness bag, que aguanta, al menos, dos estados de la materia. Déjela en el carrito de venta a bordo, por favor y sonría a la auxiliar de vuelo. Buen viaje, oiga.