Guerra
El Pearl Harbor israelí: así fueron las 17 horas de matanza de Hamás
Más de mil terroristas palestinos anularon la defensa israelí y masacraron a civiles y soldados judíos
Ninguno de los civiles israelíes viviendo alrededor de la Franja de Gaza, los cuales estaban terminado de celebrar la semana de vacaciones del Sucot, se lo esperaba. Todos confiaban en la protección del conocido como «muro de hierro», construido por el Gobierno de Israel alrededor del territorio palestino, que cuenta con varios kilómetros de separación de la zona habitada por los gatazíes, y unas medidas de seguridad con cámaras y puestos de control fortificados. Sin embargo, el sábado pasado, a los habitantes de los kibutz y ciudades cercanas el mundo se les vino abajo en cuestión de minutos.
El día amaneció con un ataque masivo de Hamás lanzando alrededor de 2.200 cohetes. Los ataques en esa zona son relativamente normales, así que la población buscó refugio esperando que pasase el peligro sin saber que, hacia las seis de la mañana, drones de Hamás habían destruido las torres de comunicación del muro, las cuales están dotadas de sistemas defensivos autónomos como ametralladoras automáticas, que creían infranqueables. Lo siguiente fue destruir los sensores y cámaras de vigilancia para que, desde los controles remotos israelíes, se quedasen a ciegas. La operación terrorista apodada como «El Diluvio de Al Aqsa» acababa de empezar.
Seguidamente, más de un millar de combatientes armados hasta los dientes de las brigadas Al Qassam, el brazo militar de Hamás, así como diversos civiles palestinos, cortaron las barreras dobles con pequeñas cargas explosivas y, tras abrir hasta 30 brechas, se internaron en territorio israelí, tanto a pie como con motocicletas y camionetas, para sembrar el caos y la destrucción.
Algunos de los atacantes lo intentaron por mar con lanchas planeadoras. Las tropas de la marina israelí destruyeron varias embarcaciones, pero para las siete de la mañana el desaguisado ya era total y los asaltantes ya habían tomado la base de Bahad 4. Fue una de las 11 asaltadas durante el día. Mientras, algunos islamistas se lanzaron a surcar los cielos y descendieron en parapente sobre el festival Supernova, dedicado a la paz, donde la masacre que llevaron a cabo, hasta 250 ejecutados, fue furibunda y sin piedad para «poner fin a todos los crímenes de la ocupación y rendir cuentas», según explicó el comandante militar de Hamás, Mohammed Deif.
Los milicianos volaron torres de comunicaciones para cortar las señales de los teléfonos móviles, y, además, tenían planos y mapas detallando el número de posiciones, soldados y el tiempo de respuesta de Israel, según documentos encontrados en los 1.500 cadáveres que dejaron atrás. Iban a morir matando. Y así lo hicieron, no sin antes arrasar los kibutz hebreos como el de Kfar Aza o Re’im, entre otros, situados cerca de la Franja, donde asesinaron a cientos de personas de todas las edades y condiciones. Tanto israelíes como ciudadanos internacionales. También se internaron en ciudades colindantes como Ashkelon, Sderot o Zikim, en cuya base militar había muchos reclutas casi sin posibilidades de defenderse. En las calles, los civiles no tenían oportunidad de escapar. Los milicianos acribillaron vehículos y tiendas.
Nadie se explica cómo la ayuda tardó tanto en llegar, sobre todo en los kibutz. Los que fueron atacados a primera hora, como el de Be’eri, sobre las 7am, no pudieron recibir alertas, pero otros fueron arrasados durante el transcurso del día. En Israel, muchos se cuestionan: ¿dónde estaba el Ejército y su capacidad de respuesta? Sobre todo, porque tanto en el festival de música como en los asentamientos, además de los asesinados, el grupo tuvo tiempo a secuestrar a diestro y siniestro hasta 150 personas. Los combates prosiguieron todo el día, primero entre civiles armados y los soldados que habían sobrevivido, y luego con la llegada del Ejército. Pero para 1.300 israelíes fue demasiado tarde. Horas después, por la tarde, mientras iban recuperando el control de las zonas asaltadas, el primer ministro, Benjamin Netanyahu, ordenó los primeros ataques sobre Gaza. La venganza israelí había empezado. Desde entonces, miles han muerto en la Franja, en su mayoría civiles.
Sin lugar a duda, los famosos servicios de inteligencia israelí fallaron, a pesar de que, según fuentes del Gobierno, habían detectado un aumento de la actividad de los miembros de Hamás ese mismo día. Pero nadie hizo sonar las alarmas. Según el jefe del Estado Mayor del Tsahal, Herzi Halevi, se decidió que «estaban escuchando rumores sobre un ejercicio paramilitar y que no era necesario aumentar el nivel de alerta», según el periódico «Haaretz». Más aún, teniendo en cuenta que sus homólogos egipcios habían dado la voz de alarma de que el grupo estaba a punto de lanzar una operación terrestre, el desastre todavía es de mayor proporción. ¿Si no hubieran fallado, podría esto haber salvado vidas y, quizás, evitado la escalada de violencia? Nunca lo sabremos.
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