Elecciones en Israel
El bloqueo político aproxima a Israel a los terceros comicios en un año
El centrista Benny Gantz fracasa en su intento de formar Gobierno. Si en tres semanas ningún diputado es capaz de sumar una mayoría, se convocarán nuevas elecciones
Israel está sumergido en una parálisis política absoluta, que con casi total seguridad abocará al país a unas terceras elecciones. Este miércoles expiró el plazo del que disponía Benny Gantz, excomandante en jefe del Ejército y líder de la coalición centrista Azul y Blanco, para intentar formar una coalición de gobierno alternativa, tras el fracaso en primera instancia del primer ministro en funciones, Benjamín Netanyahu. Hoy se abre un periodo de 21 días en que cualquier parlamentario puede intentar recabar los 61 apoyos necesarios para dirigir al Estado judío, una opción con apenas ninguna posibilidad de éxito.
Tras la repetición electoral del pasado 17 de septiembre, en que Gantz superó ligeramente al líder del Likud –33 diputados a 32–, el presidente Reuven Rivlin asignó en primer lugar a Netanyahu la tarea de formar coalición porque a priori contaba con más apoyos, pero tras asegurarse la confianza de facciones minoritarias de extrema derecha y ultraortodoxos, no logró el mínimo de 61 escaños necesarios para proclamarse primer ministro. De este modo, el turno pasó a Gantz, a quien se le presentaban dos escenarios: un gobierno de unidad nacional con el Likud, con el derechista laico Avigdor Lieberman de Israel Beitenu ejerciendo de «árbitro»; o un ejecutivo en minoría con las formaciones de centroizquierda, sumando el apoyo externo de la Lista Árabe Unida.
El inamovible Lieberman, que tras la primera ronda de abril fue quien precipitó la repetición electoral por negarse a incorporarse al ejecutivo de Netanyahu, anunció ayer en una «dramática comparecencia» que no hay opciones, ya que no está dispuesto a unirse a un gobierno de derecha o izquierda con limitaciones. El líder de Israel Beitenu aseguró haber hecho todo lo que estaba en sus manos por formar un gobierno de unidad nacional, y que incluso se le ofreció rotar en el cargo de primer ministro, pero aseguró que «nosotros no venderemos nuestros valores por asientos». Además, culpó tanto a Netanyahu como a Gantz de no haber podido culminar un acuerdo.
Los líderes del Likud y Azul y Blanco mantuvieron una reunión en la noche del martes para intentar explorar las últimas opciones, pero minutos después ya se culpaban mutuamente del fracaso. «Netanyahu se niega a la unión y hará todo lo que esté en sus manos para arrastrarnos a una tercera ronda de elecciones», señaló Gantz a la prensa, además de pedirle que «renuncie al bloque de inmunidad», en referencia a los 55 parlamentarios que juraron lealtad a Netanyahu, y que en caso de revalidar el cargo podría intentar impulsar una ley para garantizarse la inmunidad ante los tres casos de corrupción en los que está involucrado.
Por su parte, desde el Likud volvieron a insistir en el mensaje de incitación: «Gantz mintió cuando dijo que no llevaría a cabo negociaciones con los partidos árabes. El primer ministro tenía razón al advertir que un gobierno en minoría es un peligro para el Estado de Israel”, manifestó el partido en un comunicado, tras jornadas en las que Netanyahu ha reiterado que un gobierno apoyado por la coalición árabe supondría una “amenaza existencial” para el país, ya que dejaría a Israel en manos de aquellos que “apoyan a Hamás y la Yihad Islámica”. El propio presidente Rivlin reprochó a los comentarios de Netanyahu respecto a los representantes del público árabe, que conforma el 20% de la población de Israel.
De este modo, el pragmático Lieberman, a quien todos consideraban como el actor que desencallaría el bloqueo, se mantuvo en sus trece: “Un gobierno de unidad era imprescindible para neutralizar una amenaza antisionista de cooperación entre los partidos árabes y ultraortodoxos”. Para el analista Anshel Pfeffer del periódico Haaretz, la verdadera motivación de Lieberman es “poner fin a la era Netanyahu. No es nada personal. Lieberman reniega de su antiguo jefe, y ahora está preparado para ser el número dos en la jerarquía de poder de Israel”. Y concluyó: “en el último año, su misión ha sido desbancar a Netanyahu. Por ahora, ha triunfado en evitar un nuevo ejecutivo bajo su liderazgo, pero no logró sacarlo del cargo”.
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