Vladímir Putin
Putin y Zelenski relanzan en París el diálogo sobre el conflicto de Ucrania
Zelenski pretende conseguir en París un compromiso de Putin de que Ucrania recuperará pronto las regiones rebeldes de Donetsk y Lugansk
Tras tres años de congelación, las negociaciones por resolver el último conflicto armado en Europa, el del Este de Ucrania, se han vuelto a relanzar con Francia como anfitrión. La cumbre de París no había dado resultados concretosa las 21:00 de ayer, cuando todavía permanecían reunidos los mandatarios ruso y ucraniano, pero el Elíseo llevaba tiempo justificando que su pura existencia era ya un éxito en sí mismo puesto que desde octubre de 2016 no se reunía el llamado Cuarteto de Normandía, cuyo nombre se debe a que fue en ésa región francesa en donde mantuvieron el primer encuentro el 6 de junio de 2014 con motivo del 70 aniversario del desembarco aliado, y que incluye a los presidentes ruso y ucraniano junto con el francés y la canciller alemana. Un formato que tiene como objetivo desbloquear la aplicación de los acuerdos de Minsk, adoptados en 2015, para poner fin a un conflicto que se ha cobrado la vida de 13.000 personas desde 2014 según datos de la ONU. Para París, la prioridad de esta cumbre era poner en marcha discusiones que lleven al desarme de grupos ilegales, al restablecimiento del control de la frontera entre Ucrania y Rusia por parte de Ucrania, y a la aprobación de un calendario de elecciones locales en las regiones del este del país ahora controladas por los prorrusos.
Lo cierto es que los presidentes de Rusia y Ucrania no se veían las caras desde octubre de 2016, ni siquiera bajo el auspicio de mediadores internacionales y la novedad de la cumbre de París ha sido efectivamente esa. Desde hacía semanas el Kremlin venía evocando la posibilidad de un encuentro bilateral entre Putin y Zelenski, algo que se confirmaba este mismo lunes por la mañana a pocas horas del inicio de la cumbre. “La reunión se celebrará”, ha asegurado Yuri Ushakov, uno de los consejeros de Putin. “Se ajustará al formato que ofrezcan los organizadores de la cumbre, obviamente después de todos los eventos”. A última hora de ayer no había terminado ese cara a cara sobre el que planeaban ante todo dos asuntos: la guerra en el este de Ucrania, con los separatistas apoyados por Moscú y los acuerdos de tránsito del gas ruso que expiran a final de mes. En los momentos previos de la cita, el secretario del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa de Ucrania, Alexéi Danílov, ha dicho que Zelenski pretende conseguir en París un compromiso de Putin de que Ucrania recuperará pronto las regiones rebeldes de Donetsk y Lugansk, el control de la frontera con Rusia y la puesta en libertad de todos los ucranianos presos hoy día en las mazmorras de los separatistas y en las cárceles rusas. También el desarme total de la milicias separatistas. Cumplidos tales requisitos, Kiev posibilitará la celebración de unas elecciones en los dos enclaves secesionistas, a los que, según los acuerdos de Minsk, habrá que conceder un régimen autonómico. Pero para Ucrania, ese debe ser el orden de los factores, y no el contrario, el empezar por la celebración de elecciones supervisadas por la OSCE como propuso en su día Frank-Walter Steinmeier, antiguo jefe de la diplomacia germana y actual presidente del país. Pero la cumbre de París, pese al deshielo, ha demostrado que la hoja de ruta tomará su tiempo. En parte por el posicionamiento central del que parte Rusia, defendiendo siempre que la guerra en Donbass es interna, civil, no una «agresión» de Rusia a Ucrania como consideran en Kiev. Ello pese a las múltiples evidencias de que las milicias separatistas reciben apoyo ruso. A esto se añade la política rusa de conceder la nacionalidad a miles de personas que residen en zonas del este ucraniano. En los últimos siete meses, Moscú habría dado la ciudadanía rusa a 125.000 personas de estas regiones en manos separatistas según ha confirmado este lunes el titular de Interior ruso Vladimir Kolokoltsev, a pocas horas de la cumbre de París. El Kremlin ratificó el pasado mes de abril una ley para acelerar los procedimientos para la entrega de la ciudadanía a los habitantes de las regiones ucranianas de Donetsk y Luhansk, en manos separatistas. Además, la posición del anfitrión, Francia, ha cambiado notablemente desde que se iniciara el conflicto puesto que Macron ha jugado decididamente parte de su capital político a la apuesta de acercar a Moscú a la órbita de la Unión Europea. La cumbre se enmarca en el deshielo que promueve Macron, convencido de que, en pleno repliegue de Estados Unidos y ante el ascenso de China como potencia global, siempre será mejor para los intereses europeos tener a Putin en la mesa europea que fuera. Pero en el marco de esa estrategia Ucrania es un obstáculo mayor. La UE impuso sanciones a Rusia, aún vigentes, tras la anexión rusa de Crimea y el conflicto en las regiones del Donbás con los secesionistas, que se abastecen económicamente desde la frontera con Rusia y reciben apoyo militar. De ahí que la resolución del conflicto se antoje básica para el levantamiento de sanciones y el deshielo. La pregunta es hasta qué punto la cumbre del Elíseo dará un empujón a ese proceso aún no teniendo resultados claros sobre la mesa.Zelenski llegaba este lunes a París con la presión de las miles de personas que el domingo se manifestaron en Kiev contra lo que consideran una “capitulación” mostrando lemas en las pancartas como “¡Sin compromisos!” o “¡No se rindan!”. El presidente ucranio arrasó en las elecciones del mayo con un discurso centrado en terminar la guerra en el Este. En estos meses, ha logrado desencallar el intercambio de presos y abrir una vía de comunicaciones telefónicas con Putin.
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