Impeachment

El tercer “impeachment” divide a EEUU: Los republicanos cierran filas y blindan a Trump en el Senado

Es el primer presidente reprobado y enjuiciado en el Congreso que aspira a un segundo mandato en las elecciones de 2020.

Los americanos están más divididos que nunca respecto al «impeachment». La partición, tajante, casi absoluta, puede verse en las votaciones del Congreso, donde sólo tres demócratas votaron contra el procesamiento de Donald Trump y ningún republicano desoyó los llamamientos de la Casa Blanca.

En el caso de los demócratas no sorprendió excesivamente el caso de Jeff Van Drew, representante por Nueva Jersey, que ya anunció hace unos días su intención de abandonar el partido y hacerse republicano. A su «no» se unió la negativa parcial de Jared Golden, congresista de Maine, que rechazó votar «sí» a la obstrucción al Congreso, así como la negativa, disfraza de abstención, de la candidata a las primarias, Tulsi Gabbard. Ni que decir tiene, los tres fueron elegidos en circunscripciones donde Trump ganó el voto presidencial en 2016.

Del lado republicano, en cambio, no hubo dudas, vacilaciones o trasvases. Hasta el punto que de 195 congresistas el «no» a los dos cargos cosechó un rotundo 195 a 0. Ni uno sólo de ellos osó contradecir el relato de un Trump acuciado por los enemigos de la democracia. Cuando en realidad la figura del «impeachment», como tantas otras del Derecho, pretende ser una herramienta contramayoritaria. Esto es, diseñada para que las mayorías, por muy legitimadas que estén por las urnas, no arrollen a las minorías ni revienten los candados constitucionales y la seguridad jurídica.

Y la disparidad, por supuesto, saltará al Senado, donde de momento no saben si recibirán la notificación de los artículos en el plazo previsto. De hecho, Nancy Pelosi, presidenta del Congreso y encargada de enviar el caso al Senado, podría estar pensándose cuándo hacerlo, dado que los republicanos, sostiene, no parecen dispuestos a pactar unos mínimos en cuanto al desarrollo del proceso, lo que incluiría delimitar qué testigos son convocados, si es que la Cámara llama a alguno.

Casi inmediatamente después del anunció de Pelosi, el presidente Donald Trump salió al Twitter para afirmar que «¡Pelosi siente que su falsa acusación es tan patética que teme presentarla al Senado, que podría establecer una fecha y dar por incumplido todo si se niegan a presentarlos! ¡Las cosas no son tan malas para nuestro país!».

«Hemos hecho lo que debíamos hacer», comentó Pelosi ante los periodistas, «el Congreso ha actuado en un día muy triste para proteger y defender la Constitución de Estados Unidos. Y para hacerlo de forma justa, por más que desde el otro lado lo tergiverse, pero aún así era apropiado y urgente. De modo que decidiremos cuándo enviarlo en el momento en que veamos que van a hacer en el Senado. «Pero esa es una decisión que tomaremos todos juntos», añadió, señalando a los congresistas que la acompañaban.

¿Puede garantizar que los artículos del impeachment serán enviados, en algún momento, al Senado?, preguntó uno de los periodistas. Y Pelosi, con la mejor de sus máscaras, de luto riguroso con detalles dorados, explicó que «Esa hubiera sido nuestra intención, pero veremos qué sucede a partir de aquí. Esto lo que yo no considero un juicio justo: el hecho de que el líder McConnell haya afirmado que no es un jurado imparcial, que seguirá sus “pistas”, sus propias comillas, de la Casa Blanca, y que está trabajando con absoluta coordinación con los consejeros legales de la Casa Blanca». A continuación el presidente del Comité Judicial, Jerrold Nadler, añadió que en su opinión el senador McConnell, que ha declarado que está trabajando con los consejeros del presidente, siendo como es el hombre más destacado del jurado… ya veremos qué sucede, pero parece una indicación de un juicio injusto».

Uno de los pesos fuertes de los republicanos, el senador Lindsey Graham, antaño gran rival de Trump y hoy aliado fiel, como tantos otros que lo criticaron hasta la victoria de 2016, se ha preguntado qué podría impulsar la maniobra de Pelosi. «Los demócratas finalmente se han dado cuenta de que tienen un caso muy débil que nunca debería haber presentad», dijo, al tiempo que alerta de una posible extorsión legal si no se permite que el Senado actúe, al tiempo que «pone en marcha una tremenda amenaza para nuestro sistema constitucional de controles y equilibrios».

Mérito de Donald Trump, que ha logrado que todos en su partido hablen con una sola voz. Y por supuesto las guerra de trincheras entre republicanos y demócratas traspasa las cámaras legislativas. Lo anuncian los comentaristas políticos y lo estudian los psicólogos evolutivos: EE UU vive una era de polarización inaudita desde la guerra en Vietnam. Para muestra, la encuesta elaborada por el Wall Street Journal y la cadena NBC, publicada justo antes de la votación en el Congreso.

De hecho, el país aparece dividido, con 48% de los ciudadanos a favor de la destitución y un 48% en contra. Si la lupa se aplica por partidos, el 83% de los demócratas sería favorables a la destitución del presidente, mientras que el 90% de los votantes y simpatizantes republicanos se muestra contraria. Todavía más llamativo parece que entre los indecisos, entre aquellos que no han decidido a quién votarán en 2020, un 44% está en contra del «impeachment» y un 50% a favor.