Donald Trump

Bolton desata una nueva tormenta en el “impeachment”

El ex asesor de Seguridad Nacional abre grietas entre los republicanos. Su libro desmonta la línea de la defensa de Trump y varios de sus senadores se muestran dispuestos a oír a nuevos testigos

Trump recibió en la Casa Blanca al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, junto al vicepresidente Pence y el secretario de Estado, Mike Pompeo (derecha)/EFE
Trump recibió en la Casa Blanca al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, junto al vicepresidente Pence y el secretario de Estado, Mike Pompeo (derecha)/EFEMICHAEL REYNOLDS / POOLAgencia EFE

En agosto de 2019, el presidente Donald Trump le dijo a su entonces asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, que quería mantener congelados los fondos de 391 millones de dólares destinados a ayudas para Ucrania. Los quería usar como moneda de cambio por información privilegiada: la de una supuesta investigación que Trump había ordenado sobre los Biden y que el Gobierno ucraniano acordó llevar a cabo.

Esta sorprendente revelación del ex asesor Bolton –renunció en septiembre del año pasado– conocida ayer podría dar un giro inesperado al (hasta ahora) previsible «impeachment», tachado en sus primeras sesiones de «repetitivo», anodino y sin ninguna dosis de improvisación. Los detalles que ofrece de primera mano sobre Ucrania y la relación establecida con la Administración Trump mientras estaba en el poder forman parte del borrador del libro que Bolton tiene previsto publicar próximamente y que amenaza con comprometer la posición republicana mantenida hasta ahora en el juicio político al presidente.

Según su versión, Hunter Biden y su padre Joe Biden, ex vicepresidente de Obama y precandidato demócrata a derrotar a Trump en las elecciones de noviembre, habrían provocado, efectivamente, con sus intereses empresariales en Kiev –y sin buscarlo– la coacción a un país extranjero por parte del presidente.

El mandatario estadounidense ha reaccionado acusando a su ex asesor de oportunista por intentar hacer negocio y ha reiterado su exculpación en el caso: «NUNCA le dije a John Bolton que la ayuda a Ucrania estaba sujeta a las investigaciones sobre los demócratas, incluyendo a los Biden», tuiteó Trump justo después de destaparse la noticia. «De hecho, nunca se quejó de esto el momento de dejar públicamente su cargo. Si Bolton dijo eso, fue solo para vender un libro».

El de Bolton es uno de los testimonios por los que pelean a muerte los demócratas en el Senado. Y con estas revelaciones la presión sobre los republicanos para que se llame a nuevos testigos a declarar en el «impeachment» de Trump ha aumentado considerablemente en las últimas horas. Tras la información filtrada del libro de Bolton, aumenta la duda en el bando republicano sobre si dejar o no de lado los intereses de partido de sus senadores y ejercer su función como parte imparcial del tribunal. En paralelo, aumenta la esperanza demócrata de conseguir, a través de una votación por minoría simple, que también nuevos documentos y pruebas puedan ser presentados.

Es lo que han reclamado desde que comenzara el juicio los demócratas, convencidos de que el testimonio de personas tan cercanas a Trump como John Bolton podría contradecir la versión del presidente y minar el hasta el momento apoyo incondicional del bloque republicano en la Cámara Alta. Pero conseguir la aceptación de nuevos testigos y documentos por parte del tribunal solamente podría darse si, al menos, tres republicanos decidieran inclinar su voto a favor de esa posibilidad.

Todas las miradas están centradas ahora en elucubrar sobre quién integraría ese «trío tránsfuga» que podría dar un rumbo inesperado al «impeachment» y así reavivar la tormenta en torno al proceso. Y, según las primeras evidencias, ese trío podría estar formado por Mitt Romney, Susan Collins y Lyndsey Graham. De hecho, Mitt Romney, senador republicano por Utah y candidato a las presidenciales de 2012, ya ayer abría la puerta a alargar el proceso asegurando que «cada vez es más probable» que la propuesta de convocar a nuevos testigos salga adelante. Y no es el único que lo piensa en su partido. La senadora por Alaska Lisa Murkowski podría también votar a favor.

Todavía más contundente se mostraba la senadora republicana por el Estado de Maine Susan Collins, quien dijo hace unos días que está dispuesta a llamar a testigos y que probablemente votaría para hacerlo, al tiempo que pareció sugerir que otros republicanos, que hasta ahora lo habrían hablado en privado, podrían hacer lo mismo. «Los informes sobre el libro de John Bolton fortalecen el caso de los testigos y han provocado una serie de conversaciones entre mis colegas», publicó en un comunicado. Aunque la votación no se llevará a cabo hasta que finalice el tiempo de los letrados de Trump en su defensa y la posterior ronda de preguntas de 16 horas de los senadores como parte del juicio político en la Cámara.

Porque ahora parece evidente es que la filtración del libro de Bolton ha cogido al firme bloque republicano por sorpresa y supone un punto de inflexión en la defensa del presidente. Pocas horas antes de que se reanudara el juicio, el senador republicano por Kentucky y líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, presionaba en privado a los asesores del presidente junto a su colega y también senador por Carolina del Sur Lindsey Graham para obtener explicaciones sobre la filtración de Bolton. En declaraciones a los periodistas el lunes en el sótano del Capitolio, Graham declinó ofrecer detalles sobre su conversación con la Casa Blanca, adelantando que probablemente su posición no cambiaría el resultado del juicio, pero reconoció que «no sé si confío en alguien en este momento» al ser preguntado por su confianza en el ex asesor de Seguridad.

Mientras tanto, a las puertas del Capitolio de EE UU, se lee: «Deja hablar a los testigos» o «Publica los documentos»; y se escucha entre tímidos gritos de los pocos activistas que esperaban la llegada del equipo legal de Trump, que retomó su intervención al mediodía, dentro de las 24 horas de margen de las que dispone para defender al presidente y demostrar que su cargo le exige contactos con gobiernos como el de Ucrania sin que eso suponga abuso de poder u obstrucción al Congreso, cargos por los que se le acusa y que podrían llevarle a su destitución.