Impeachment

El «impeachment» contra Trump, visto para sentencia

No habrá testigos ni nuevas pruebas en el juicio Los republicanos ganan la votación en el Senado, lo que allana el camino para la exoneración del presidiente

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Por 49 votos a favor, incluidos los de los republicanos Mitt Romney y Susan Collins, no habrá testigos ni podrán presentarse pruebas. En medio de negociaciones frenéticas, con los legisladores enredados en mil discusiones, el Senado de EE UU agotó las cuatro horas de debate preceptivas, consumió prórrogas y votó para precipitar el final del proceso. «Una gran tragedia», dijo el líder de la minoría demócrata, Chuck Schumer, convencido de que el país recordará esta fecha con vergüenza.

El líder de la mayoría republicana, Mitch McConnell, concluyó que «la mayoría del Senado de los Estados Unidos ha determinado que los numerosos testigos y más de 28.000 páginas de documentos que ya han sido usados como evidencia son suficientes para juzgar las acusaciones y poner fin a este juicio político».

Por tanto, y a falta de la votación final, Donald Trump será declarado inocente de abuso de poder y obstrucción a las indagaciones del Congreso. Ciertamente el sentido del voto parecía cantado. En especial después del cambio de opinión de varios de los senadores republicanos que en principio parecían favorables a escuchar testigos. Ninguno fue más comentado y debatido que el mensaje de la senadora por Alaska, y perpetuo verso suelto, Lisa Murkowski.

Sus palabras de la mañana, en una declaración, tenían todo el sabor de un epitafio al «impeachment». «Trabajé para un proceso justo, honesto y transparente, siguiendo el modelo del juicio de Clinton (...), pero finalmente decidí que votaré en contra de considerar las mociones de citación. Dada la naturaleza partidista de esta acusación desde el principio y en todo momento he llegado a la conclusión de que no habrá un juicio justo en el Senado. No creo que continuar el proceso cambie nada. Es triste para mí admitir que, como institución, el Congreso ha fallado». De paso lamentó la división del país. Una quiebra evidente incluso en el hecho de que nadie era capaz de ponerse de acuerdo respecto a si los senadores podrían explicarse, justificar su postura, antes del voto. Tampoco parecía posible ponerse de acuerdo para fijar la decisión sobre los cargos del presidente. ¿Justo después de votar sobre los testigos?

La voluntad de parte de republicanos y de la Casa Blanca era esperar a la semana que viene. Pero otros, en su mismo partido, querían esperar a la semana que viene. Posiblemente el miércoles. Todo sucedió el mismo día en que el «New York Times» había asegurado de nuevo que en las memorias de John Bolton, el ex secretario de Estado, se afirma que Trump le había dicho a su entonces mano derecha que pensaba bloquear la ayuda económica y militar a Ucrania en tanto no autorizase investigar al hijo de Joe Biden, Hunter.

El polémico libro de John Bolotn

Bolton añadía que Trump le había dicho que el encargado de negociar con el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, sería su abogado personal, el ex alcalde de Nueva York Rudy Giuliani. El «Times» también asegura que, según Bolton, todo esto fue dicho en presencia de testigos. Concretamente el jefe de gabinete de la Casa Blanca, Mick Mulvaney, y nada menos que el abogado de la Casa Blanca, Pat Cipollone…. Esto es, el hombre encargado de defender a Trump en el Senado.

El presidente reaccionó a las afirmaciones del periódico con un comunicado fulminante: «Nunca le indiqué a John Bolton que organizara una reunión con Rudy Giuliani, uno de los mayores luchadores contra la corrupción en Estados Unidos y, con mucho, el mayor alcalde de la historia de Nueva York, para reunirse con el presidente Zelensky». «Esa reunión nunca sucedió», añadió.

Adam Schiff reaccionó comentando que pidiendo que poner a «John Bolton bajo juramento». «Se supone que en un juicio se busca la verdad», explicó con un tono dramático, «No tengamos miedo a lo que podamos descubrir». Y en un guiño a su gran rival de estos días remataba citando al propio Cipollone, esto es, «asegurémonos de que todos los hechos salgan a la luz».

Partidismo

Y así, mientras volaban las acusaciones de partidismo, el fuego racheado entre los dos bandos, los lamentos por el desprestigio de las instituciones, Rob Portam, senador por Ohio, otro de los republicanos que siempre había sonado entre los teóricamente dubitativos, sentenció que no creía en la necesidad de «testigos adicionales».

En su opinión «las acciones del presidente» no llegan a ser «lo suficientemente graves como para justificar su destitución». Su postura había sido ratificada horas antes por Lamar Alexander, senador republicano de Tennessee, uno más de los que en en principio parecían dispuestos a convocar testigos. También dijo no. Y fue así como, horas después, el «show» del «impeachment», el tercer intento en la historia de los Estados Unidos de despedir a todo un presidente acusado de mala praxis, chocaba contra la mayoría del Senado. Visto para sentencia.