Unión Europea

Los Veintisiete constatan el bloqueo en la negociación presupuestaria

La última propuesta del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, recibe el rechazo unánime de los Estados miembros. España lucha para evitar convertirse por primera vez en contribuyente neto por culpa de los recortes en política agrícola y de cohesión

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No es cuestión de aritmética sino de magia. “La propuesta encima de la mesa dice que tenemos que hacer más con menos, menos personas y menos dinero. No sé si Charles Michel es David Copperfield, pero no sé como va a funcionar”, aseguró esta tarde el primer ministro luxemburgués, Xabier Bettel, a su entrada a la cumbre europea, en referencia a la última iniciativa presentada por el presidente del Consejo. Horas después, Michel no había sacado ningún conejo de la chistera y casi nadie se atreve a vaticinar si se producirá el milagro durante este viernes.

Anoche, estaban previstos encuentros bilaterales entre Michel y las capitales y, quizás, una nueva propuesta mañana. Ante la previsible falta de acuerdo, ya comienzan los rumores sobre un nueva cita en unas semanas.

El Gobierno de Pedro Sánchez afronta estas arduas negociaciones en un momento especialmente delicado: con los agricultores en pie de guerra y la dificultad de establecer alianzas. El presidente del gobierno se tachó de “altamente decepcionante”, la última propuesta de Michel y su equipo está dispuesto a plantar batalla. “España no va a ser uno de los grandes perdedores de esta cumbre”, asegura su equipo quien mantiene el objetivo de “recortes 0” para el capítulo agrícola como principal baza negociadora, sea o no factible. A pesar de esta postura maximalista otras fuentes quitan importancia al hecho de que España puede pasar a engrosar, por primera vez en su historia, el grupo de los contribuyentes netos (aquellos que reciben menos de lo que aportan) y confían en, al menos, amortiguar el golpe respecto a la propuesta de Michel en los capítulos clave.

“Como siempre en estas negociaciones habrá geometría variable”, vaticinan fuentes diplomáticas. España quiere hacer frente común con Francia para preservar las ayudas agrícolas y evitar la dentellada del 14% (53.000 millones de euros) prevista en la última propuesta de Michel. “No estamos todavía donde deseamos. Espero que en las próximas horas y días podemos mejorar la PAC. Es indispensable para nuestra soberanía alimentaria, es indispensable también para tener una agricultura que permita una alimentación de calidad y la transición climática que defendemos”, aseguró ayer Emmanuel Macron.

No es el único frente. Nuestro país también forma parte del grupo de los Amigos de la Cohesión en el que se encuentran los países del Este y del Sur de Europa, los mayores receptores de las ayudas regionales. Una partida en la que la última propuesta prevé también un recorte del 12% (44.000 millones de euros ). Pero nadie oculta que en esta segunda entente España mantiene una posición frágil debido a que debe aliarse con sus principales adversarios, ya que los países del Este son en parte responsables de la pérdida estos fondos, que ya comenzó en el anterior marco presupuestario. España considera que ya en el actual marco no se tuvo en cuenta el profundo impacto de la crisis económica en nuestro país y recuerda que 9 comunidades autónomas se han empobrecido en los últimos años. “Hay países del Este que están creciendo al 6% y eso también hay que tenerlo en cuenta”, apunta la delegación española.

Toda negociación tiene sus villanos o, al menos, sus huesos difíciles de roer. Y este papel ha sido asumido con naturalidad y orgullo por los cuatro países autodenominados como frugales : Austria, Suecia, Holanda y Dinamarca cuya estrategia se basa en presentarse como un bloque monolítico ( van a acudir juntos a todos los encuentros) con dos premisas innegociables: el presupuesto no puede superar el 1% de la Renta Nacional Bruta ( la propuesta de Michel que indigna al Sur y al Este es del 1,074) y deben mantenerse los cheques compensatorios por sus altas contribuciones ( rebates en la jerga comunitaria), a imagen y semejanza del mítico cheque británico negociado por Margaret Thatcher.

En la primera cumbre sin Reino Unido, su sombra es más alargada que nunca ya que su portazo deja un socavón de casi 80.000 millones de euros en todo el periodo, que nadie quiere llenar. Berlín sigue siendo el principal contribuyente neto del club y, aunque partidaria de la austeridad, aboga por un equilibrio entre viejas y nuevas políticas, sin maximalismo. “Los frugales suelen serlo menos si pierden el apoyo de Alemania”, asegura un alto cargo europeo, aventurando que puede suceder en los próximos días o semanas. De momento, Michel se ha guardado 11.000 euros sin asignar para ajustes de última hora y aunque mantiene estos cheques, no se aventura a dar cifras y quiere que estas cantidades sean decrecientes.

No sólo es una batalla de números sino también de prioridades. Ante una porción de tarta tan pequeña, conservar las denominadas políticas tradicionales de agricultura y fondos regionales ( que tradicionalmente siempre han supuesto casi del 70% del presupuesto) puede causar un profundo tajo en las nuevas necesidades presupuestarias: gestión de fronteras para luchar contra la inmigración ilegal, Investigación y Desarrollo, defensa, digitalización o lucha contra el cambio climático. España abomina de este planteamiento. “Estas políticas no se pueden antagonizar”, aseguran fuentes diplomáticas que califican como un “elemento fundamental” lo pagos agrícolas para la descarbonización. No sólo es una lucha entre países sino también entre el campo y la ciudad.

Para que haya acuerdo “todo el mundo debe estar razonablemente insatisfecho”, aseguran fuentes diplomáticas. De momento, la insatisfacción está ganando la partida a la racionalidad.