Extrema derecha

Alemania sitúa al ala radical de la AfD como un “peligro extremista”

El terrorismo y el extremismo de signo ultraderechista son el “mayor peligro” al que se enfrenta la democracia, asegura el jefe de la intiligencia germana

Rally against AfD party and right-wing terror
Una manifestación en Múnich contra el partido Alternativa para Alemania (AfD)/EFELUKAS BARTH-TUTTASEFE

El ala más radical del partido de extrema derecha alemán Alternativa para Alemania (AfD) está desde hoy bajo la lupa de la Oficina Federal para la Protección de la Constitución (BfV), la agencia de inteligencia alemana, que considera que este movimiento representa el “principal” peligro para la democracia del país, 75 años después del final del nazismo.

Tras varios atentados cometidos en el país por adeptos a esta ideología radical, Thomas Haldenwang, responsable de los servicios interiores de inteligencia, anunció que el ala dura del partido de extrema derecha, principal fuerza opositora en el Bundestag, estará bajo vigilancia policial. “Hoy sabemos que las democracias pueden fracasar cuando sus enemigos las destruyen desde dentro, es una advertencia que nuestra historia nos envía”, añadió Haldenwang. La decisión implica que el movimiento puede ser vigilado con todo el instrumental del que disponen los servicios secretos.

Entre estos recursos figura, por ejemplo, la posibilidad de reclutar a informantes y la recopilación y el almacenamiento de datos sobre personas concretas. Haldenwang subrayó que entre los simpatizantes del movimiento de extrema derecha más radical del país unas “13.000 personas están dispuestas a practicar la violencia”. Ese movimiento, llamado “El Ala”, está integrado por unos 7.000 de los 35.000 afiliados al partido y es dirigido por Björn Höcke, jefe de filas de la AfD en la región de Turingia, que hace poco estuvo en el centro de una polémica al haber intentando aliarse con los conservadores de Angela Merkel.

Höcke, de 47 años, y sus seguidores rechazan en particular la cultura alemana del arrepentimiento por los crímenes cometidos por los nazis hasta el punto que, en el pasado, calificó al Memorial del Holocausto erigido en Berlín de “monumento a la vergüenza”.

Asimismo, y entre otros, pertenecen a esta organización el líder de AfD en Brandeburgo y miembro de la junta directiva federal, Andreas Kalbitz, de quien se conocen en el pasado vínculos estrechos con neonazis. También con frecuencia AfD agita la amenaza de un gran “reemplazo” de la población alemana autóctona por inmigrantes.

Los servicios interiores de inteligencia explicaron que han constatado que “El Ala” y sus dirigente pueden ser considerados “extremistas” y que “ponen en tela de juicio” en sus discursos y acciones los “símbolos más fuertes” del “régimen democrático” alemán, como “la dignidad humana” y el “Estado de derecho”. Algo que la AfD denunció, a través de sus redes sociales, como una “instrumentalización política”. AfD fue muy crítico con la canciller Angela Merkel en 2015 al aceptar a casi un millón de solicitantes de asilo.

La decisión de la inteligencia alemana se produce después de ataques contra judíos, musulmanes y un político liberal en Alemania y en un contexto de recrudecimiento del terrorismo de extrema derecha, con tres ataques perpetrados en menos de un año. Así, en junio de 2019, un electo del partido conservador de la canciller, quien defendía los derechos de los inmigrantes, recibió un disparo a quemarropa en su domicilio cerca de Cassel, en el Estado de Hesse por parte de un presunto militante de extrema derecha. También, el pasado otoño, un “lobo solitario” antisemita, quien se había radicalizado a través de internet, intentó cometer una matanza en una sinagoga de Halle (Sajonia) para después matar a dos personas. Y finalmente, en febrero pasado en Hanau, un tirador racista y conspirador asesinó a nueve personas, todas ellas de origen extranjero, provocando un ‘shock’ en toda Alemania.

Unos ataques con muertos que acabaron con la sensación de seguridad de los alemanes, renovaron los temores de la violencia de extrema derecha y llevaron a las principales partidos a acusar a los políticos de AfD de contribuir a una atmósfera de odio que fomenta la violencia. De hecho, Robert Habeck, dirigente de Los Verdes, hizo hoy un llamamiento para poner a toda la AfD bajo vigilancia policial", y no solo a los elementos ultras. La extrema derecha se nutre sobre todo de electores del este alemán y tiene el 14% de la intención de voto a nivel nacional.