Racismo

Mineápolis despide a George Floyd

La familia celebra el primero de los tres funerales en honor al afroamericano cuya muerte a manos de cuatro policías puede cambiar la historia de racismo de EE UU

Ocho minutos y 46 segundos de emotivo silencio como despedida en recuerdo del tiempo que duró la agonía de George Floyd antes de morir asfixiado por la policía. El coronavirus con el que estaba infectado no pudo con él, pero la violencia de los agentes que lo detuvieron sí.

Aunque no parece que esta vez la muerte de un afroamericano a manos de la policía haya sido en vano. Estados Unidos se enfrenta con indignación y esperanza, al que podría ser el caso que siente precedentes en un país donde se repiten, con demasiada frecuencia, escenas de violencia policial contra detenidos afroamericanos.

El funeral en Mineápolis era el primer homenaje de una serie de servicios conmemorativos en su honor que tendrán lugar durante los próximos seis días en tres ciudades distintas de Minesota, Carolina del Norte y Texas, estados en los que nació, creció y murió. El de ayer tuvo lugar, en presencia de su familia, amigos y otros invitados, en el santuario del campus de la Universidad Central del Norte de Minneapolis.

Pero su funeral y capilla ardiente se convirtió también en un recordatorio de la lucha que todavía hoy tienen que seguir batallando millones de estadounidenses de raza negra que enfrentan todos los días en su propio país a grandes brechas sociales y actos de racismo.

“Debemos convertir este momento en un movimiento”, dijo el reverendo y fundador de la Red de Acción Nacional, Al Sharpton a los medios, al describir a Floyd como un “elemento clave” para la responsabilidad policial. “Murió por un mal funcionamiento de la justicia penal estadounidense”, recordó el reverendo durante la ceremonia.

Y es que la muerte de George Floyd el pasado 25 de mayo generó el mayor movimiento de protestas raciales en décadas en Estados Unidos. La familia de la víctima, que emitió en un comunicado mostrando su satisfacción con la decisión del aumento de la condena de los policías acusados, al considerarla “un paso importante hacia la justicia”, estuvo presente en el funeral de George Floyd ayer en Mineápolis.

La ceremonia corrió a cargo del boxeador Floyd “Money” Mayweather bajo la atenta mirada de cientos de asistentes que escondían su rostro con mascarillas. También estuvo presente como el jefe de la policía de Minneapolis, Medaria Arradondo, quien hincó su rodilla frente al féretro.

Otros cientos de miles de personas siguieron en directo la retransmisión de la ceremonia y otro numeroso grupo lo hizo a las puertas del recinto, bajo la sombra de la pandemia de coronavirus, que limitó la entrada de cientos de ciudadanos que quisieron estar presentes en su despedida.

Los restos de Floyd serán trasladados a Raeford, su lugar de nacimiento en Carolina del Norte, donde la familia tiene previsto celebrar un velatorio público y un funeral íntimo el sábado. Para finalizar, se celebrará un otro funeral el lunes en Houston, donde Floyd vivió una gran parte de su vida, al que tiene previsto acudir Joe Biden, candidato demócrata a la presidencia de EE UU.

De manera paralela, a poca distancia de la capilla ardiente, un amplio despliegue de soldados de la Guardia Nacional delante y detrás de una inmensa valla de seguridad protegía la entrada del Tribunal de Justicia de Mineápolis para presenciar la primera aparición pública de los acusados. Gran parte de la atención mediática estaba puesta en este lugar, donde el que se esperaba demostrar con la llegada de tres de los cuatro acusados por la muerte de George Floyd que las prácticas abusivas por parte de la policía tiene los días contados en EEUU.

Unas horas antes, el Fiscal General de Minnesota, Keith Ellison, anunciaba nuevos cargos contra los cuatro policías imputados por la muerte del ciudadano afroamericano en el estado de Minesota.

El anuncio se produjo justo 10 días después de que ocurrieran los hechos y ante la creciente ola de protestas extendidas por todo el país, exigiendo el fin de la violencia policial y el racismo. La Corte Superior de Justicia de Mineápolis, ordenaba poco después una fianza de 750.000 dólares para cada uno de los acusados, acusados de colaboración y complicidad, iniciando así un proceso judicial que se prolongará durante los próximos meses.

Por su parte, el ex oficial de policía que presionó con sus rodillas el cuello de George Floyd durante casi 9 minutos, Derek Chauvin, fue acusado este miércoles con un nuevo cargo, más grave que el anterior, por asesinato en segundo grado.

Chauvin fue expulsado del Departamento de Policía de Mineápolis tras dos décadas de servicio y un expediente que muestra un amplio historial de quejas de quejas por su conducta abusiva. Al menos otras 18 denuncias previas fueron presentadas en su contra, una de ellas por asesinato en tercer grado y homicidio involuntario en segundo grado.

Según la legislación del estado de Minesota, el nuevo cargo presentado contra él por asesinato en segundo grado, al que se enfrenta por la muerte de George Floyd, es aquél que ocasiona el fallecimiento de una persona "sin intención”, de manera no premeditada, mientras se infringe un daño en el curso de cometer un asalto en tercer grado, de acuerdo con la demanda enmendada. y podría ser penado con hasta cuatro décadas entre rejas.

Los otros tres oficiales imputados en el caso estuvieron presentes en la escena del crimen y se enfrentan a nuevos cargos de homicidio en segundo grado por “ayudar e instigar” el crimen, con las correspondientes órdenes de detención.

Thomas Lane y J. Alexander Kueng ayudaron a contener a Floyd y Tou Thao estaba cerca de los demás. Ninguno de los tres policías fueron acusados inicialmente. Lane, de 37 años, Kueng, de 26, y Thao, de 34, están acusados ahora de ayudar e instigar al homicidio en segundo grado después de que la declaración de testigos y el audio de un vídeo presentado de la escena del crimen confirmaran que la complicidad de los agentes con su compañero al no hacer nada por evitar la muerte de la víctima.

Con estos nuevos cargos presentados por la Fiscalía General, los acusados se enfrentan a unas penas máximas de 40 años de cárcel. La condena y posterior sentencia pueden servir para aplacar los ánimos de la escalada de protestas que inunda el país desde hace 10 días.

Solo el tiempo dirá si la sentencia sentará precedentes en EE UU, tras décadas de denuncias a los abusos policiales contra afroamericanos, quienes acumulan un largo historial de víctimas, varias de ellas también generaron una ola de protestas raciales en el país, pero sin el gran impacto que las protestas multitudinarias de los últimos días, que todavía persisten por las principales ciudades del país