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Sanna Marin, el arma secreta de Finlandia contra el coronavirus

La gestión de la pandemia dispara la popularidad de la primera ministra socialdemócrata tras seis meses en el poder. Helsinki apostó por una “estrategia híbrida” que combina restricciones, test masivos y rastreo de contagios

Finnish Prime Minister Sanna Marin interview in Helsinki
Sanna Marin, fue elegida primera ministra de Finlandia el pasado diciembreMarkku Ulander/Lehtikuva/dpaMarkku Ulander/Lehtikuva/dpa

Poco podía imaginar Sanna Marin, la primera ministra más joven de Europa (sin atender al género es el austriaco Sesbastian Kurz), que tres meses después de llegar al poder en Finlandia iba a tener que hacer frente a la peor crisis sanitaria en suelo europeo desde hace un siglo. Resuenan como un presagio sus palabras del pasado diciembre, cuando sucedió al también socialdemócrata Antti Rinne, que dimitió por una huelga de correos: “Hay mucho trabajo por delante para recuperar la confianza perdida”.

Y misión cumplida. El Partido Socialdemócrata (SDP), que venció por un solo escaño a los ultraderechistas Verdaderos Finlandeses (VF) en las elecciones de hace un año, ha subido diez puntos desde diciembre. Un sondeo de Taloustutkimus para la cadena pública YLE concede al SDP un 23,3% de los votos y un 18,1% a los populistas, que mantienen la segunda posición pese a caer más de seis puntos. El otro partido de la oposición, los conservadores del Partido de la Coalición Nacional, pierde terreno y se sitúa en el 17,5%.

La dirigente socialdemócrata encabeza un Gobierno compuesto de doce ministras y siete ministros. Además, cuatro de los cinco partidos de la coalición de centro izquierda son liderados en estos momentos por mujeres, cuatro de ellas menores de 35 años. Li Andersson (32) dirige la Alianza de la Izquierda, Maria Ohisalo (34) la Liga Verde, el Partido del Centro tiene como cabeza visible a Katri Kulmuni (32) y el Partido Popular Sueco de Anna-Maja Henriksson de 55 años.

Marin, sin embargo, es la única que parece sacar rédito político de la gestión del coronavirus, que ha dejado 6.911 casos y 322 muertos, catorce veces menos que en la vecina Suecia.

Sanna Marin y el SDP son los grandes beneficiados por la gestión de la crisis de la pandemia y la satisfacción de los ciudadanos con esa gestión. En tiempos de crisis, la gente se refugia en sus líderes y gobernantes, y eso se refleja en este sondeo”, explica a YLE Tuomo Turja, director de Taloustutkimus.

Hija de una madre soltera y criada por dos mujeres, Marin ha mostrado su orgullo por proceder de «una familia arcoíris», aunque también ha lamentado haberse sentido «discriminada» por la relación de sus madres. De ahí que Marin sea una firme defensora de los derechos de la comunidad LGTBI. «Soy de una familia homoparental y eso sin duda me ha condicionado para que la igualdad, la paridad y los derechos humanos sean muy importantes para mí», explica.

De origen humilde

La joven primera ministra finlandesa es el ejemplo de cómo una persona de origen humilde puede llegar al puesto más alto gracias a una educación pública de calidad y a un sistema de bienestar que garantiza la igualdad de oportunidades. Para pagarse su carrera de Ciencias Políticas, Marin trabajó como panadera, cajera, repartidora de revistas y dependienta y se siente muy orgullosa de ello.

"Estoy extremadamente orgullosa de Finlandia. Aquí el hijo de una familia pobre puede educarse y alcanzar sus objetivos en la vida. Y una cajera de supermercado puede convertirse incluso en primera ministra”, respondía la dirigente socialdemócrata al ulatraderechista ministro del Interior de Estonia, Mart Helme, que ponía en duda la capacidad de una cajera para gobernar.

“Estrategia híbrida”

Pero, ¿cuál es el secreto del éxito finlandés? El país nórdico adoptó una rápida “estrategia híbrida” contra la pandemia para mantener ciertas restricciones y, al mismo tiempo, multiplicar los test, seguir las cadenas de contagio, aislar a los infectados y dar cuidados médicos a los enfermos que los requieran.

Finlandia registró el primer caso de coronavirus el 26 de enero y decidió decretar por primera vez en su historia el estado de emergencia el 16 de marzo, cinco días antes de que se produjera el primer muerto. Siguiendo los pasos de Dinamarca, el Gobierno de Helsinki cerró escuelas y universidades, prohibió las reuniones de más de diez personas y cerró sus fronteras.

Para frenar los contagios, el Gobierno decretó durante tres semanas el confinamiento de los 1,7 millones de habitantes de la región de Uusimaa, que incluye a la capital, Helsinki, por concentrar el 75% de los casos de covid-19.

“No queremos que todo el país enferme al mismo tiempo”, explicó la ministra de Justicia, Anna-Maja Henriksson al hacer un llamamiento a los habitantes para que no se trasladaran a sus segundas viviendas extendiendo el virus a áreas rurales y colapsando sus centros sanitarios. “La libertad de movimientos es un derecho que garantiza la Constitución, pero el derecho a la vida es primordial”, insistió.

Como resultado, dos meses después, el 15 de mayo Marin pudo anunciar que la pandemia se encontraba bajo control. “Mediante una respuesta temprana, hemos logrado frenar la progresión de la epidemia y hasta ahora hemos sido capaces de evitar un pico pronunciado de la enfermedad. Esto ha sido posible gracias a todos los que han actuado de forma responsable”, subrayó a la Prensa.

Con la tradicional cautela que caracteriza a los finlandeses, la primera ministra advirtió a sus conciudadanos de que “es necesario continuar con la estrategia híbrida para prevenir la propagación del coronavirus hasta que la epidemia esté bajo control a nivel global”.

El país nórdico dio este lunes un paso más en su desescalada al permitir que bares y restaurantes pudieran volver a abrir sus puertas a un 50% de su capacidad. Eso sí, no podrá servir los populares bufés y deberán dejar de dispensar bebidas alcohólicas a las diez de la noche, una hora antes del horario máximo de cierre.

Las autoridades del país nórdico autorizaron también la reapertura de manera controlada de locales culturales y recreativos como museos, bibliotecas, cines, teatros, piscinas municipales y centros juveniles.

A partir de ahora los 5,5 millones de finlandeses podrán viajar libremente por todo el territorio nacional, siempre que se observen las pautas de salud y seguridad relacionadas con el coronavirus, aunque las autoridades siguen recomendando que no se viaje al extranjero por placer.

Del mismo modo sólo se permite la entrada a extranjeros en el país por motivos laborales o si son residentes, y se recomienda a todas las personas que lleguen a Finlandia que guarden una cuarentena de 14 días.

Rechazo al plan de recuperación europeo

Finlandia se ha sumado a los cuatro “frugales” (Suecia, Dinamarca, Austria y Países Bajos) en su rechazo al plan de recuperación de 750.000 millones euros anunciado por la Comisión Europea. El Gobierno finlandés indicó que está abierto a seguir negociando y trabajando con la Comisión para alcanzar una propuesta a tiempo, aunque alertó de que tendrá que haber un “debate suficiente” en Finlandia, ya que un amplio consenso es necesario para que el paquete sea legítimo.
El Ejecutivo del país nórdico subrayó que los préstamos deberían ser la base del paquete de recuperación, por lo que instó a Bruselas a reducir la parte de transferencias, que alcanza los 500.000 millones en la propuesta actual.
Durante los últimos meses, Finlandia, el único país nórdico que pertenece a la Eurozona, también ha rechazado tajantemente los eurobonos que reclaman Italia y los países mediterráneos, los más golpeados por el coronavirus. “No apoyamos la deuda conjunta y cada país debería ser responsable de su propia política económica”, zanjó la ministra de Finanzas, Katri Kulmuni.