Internacional

La última bala de los McCann

El sospechoso alemán Christian Brückner -interrogado por la Policía lusa en 2007, pero después puesto en libertad- puede resolver el rompecabezas de 13 años de investigación

Madeleine McCann y el sospechoso de su desaparición, Christian Brueckner
Madeleine McCann y el sospechoso de su desaparición, Christian BruecknerBildLa Razón/Diario Bild

El pasado 12 de mayo, como cada año, Gerry y Kate publicaron por redes un mensaje a su hija con motivo de su cumpleaños, con la esperanza de que lo pueda leer: «Te amamos, te estamos esperando y nunca nos rendiremos». Los McCann vieron por última vez a su pequeña en 2007, cuando estaba a punto de cumplir cuatro años. Desapareció sin dejar rastro mientras la familia disfrutaba de unas vacaciones en el complejo turístico Ocean Club del Algarve portugués.

Sus padres cenaban con unos amigos en el restaurante del complejo y en una de las ocasiones que fueron a comprobar si todo estaba bien, encontraron la cama vacía y la ventana abierta. Aquel 3 de mayo se paró el mundo. Madeleine se convirtió en la niña más buscada de todos los tiempos. Su habitación en su casa de Rothley, al norte de Inglaterra, sigue a día de hoy intacta. «En mi cabeza, supongo que solo quiero que todo esté bien para ella cuando regrese», aseguró su madre en una reciente entrevista con The Telegraph. Reconocía que era aparente absurdo tener lista la habitación de una niña de tres años para alguien que ahora tendría 17. «Pero por alguna razón no puedo tocar nada», añadía.

La desaparición de un menor acapara la atención de la Prensa durante algunas semanas, pero luego el interés se evapora. Sin embargo, con el caso Madeleine desde el comienzo todo fue muy distinto. Los McCann llegaron a realizar una gira por distintos países para solicitar ayuda. Fueron recibidos por el Papa Benedicto XVI y entrevistados en el programa de Oprah Winfrey, el más visto de Estados Unidos.

En definitiva, el caso de Madeleine marcó a una generación. Y ahora, trece años después, la policía británica ha identificado a un nuevo sospechoso. El alemán Christian Brückner, de 43 años, pederasta convicto (acumula condenas desde 1994), traficante de drogas y ladrón, está siendo investigado como el presunto secuestrador y asesino. El pasado mes de diciembre, fue encarcelado de nuevo en Alemania por la violación en 2005 de una turista estadounidense de 72 años en Praia da Luz, la misma zona donde Maddie fue vista por última vez. Mientras las autoridades alemanas suponen que Madeleine está muerta, la policía británica continúa considerando a la menor «persona desaparecida».

Cadena de errores lusa

Aquel verano de 2007, Brückner fue investigado por la Policía Judicial de Portugal. Pero luego su perfil fue descartado por los detectives en el Algarve, aproximadamente al mismo tiempo que se declaró a Kate y Gerry «sospechosos oficiales». La Policía lusa pasó meses tratando de demostrar que los padres habían matado accidentalmente a su hija e intentado encubrirlo. Éste es el principal argumento de «La verdad de las mentiras», el libro que escribió Gonzalo Amaral, el detective al cargo de la investigación lusa que luego fue retirado del caso. Se publicó en 2008 y vendió 120.000 ejemplares en apenas unas semanas, pero luego se retiró de las librerías por orden judicial. Los McCann le piden un millón de euros que quieren destinar al fondo que se abrió para continuar con la búsqueda de la pequeña. La batalla legal llegó al Tribunal Europeo de Derechos Humanos y a día de hoy aún continúa.

La presión sobre los detectives portugueses era máxima. El mundo entero les observaba esperando que resolvieran el caso. Y el hecho de no investigar completamente a Brückner fue tan sólo un eslabón de una larga cadena de errores. En las primeras horas críticas tras la desaparición, se perdió evidencia crucial cuando no se selló el apartamento. Al menos 50 personas pudieron pasar por la habitación, destruyendo cualquier pista forense. Los propios agentes también contaminaron el área al no usar ropa protectora e incluso fumar y arrojar cenizas dentro del apartamento. La investigación portuguesa se cerró prematuramente en julio de 2008, 14 meses después de la desaparición, y todos los sospechosos quedaron en libertad sin cargos. Entre ellos, Brückner.

Tras las súplicas de los McCann al entonces primer ministro británico David Cameron, Scotland Yard reabrió el caso en 2011. Desde entonces, la «Operación Grange» ha costado más de 11 millones de libras (aproximadamente 14 millones de euros). No fue hasta 2017, cuando las autoridades británicas fueron informadas de los posibles vínculos del alemán con la menor. Durante la emisión de un programa especial que se emitió en las televisiones de varios países para marcar los 10 años de la desaparición, Brückner se jactó ante un amigo en el bar de saber lo que había sucedido y éste informó de la conversación.

En cualquier caso, en 2013, Brückner ya estaba bajo el radar de la policía alemana después de que éste suscitaras sospechas tras una conversación en un chat en Internet donde mencionó también a Madeleine. Ese mismo año, la policía portuguesa reabrió el caso. Según los rotativos, los agentes de Scotland Yard llegaron a hablar con el alemán mientras estaba entonces en la cárcel. Pero no encontraron evidencias suficientes hasta ahora, que han identificado dos vehículos -una furgoneta de camping Volkswagen T3 de principios de los años 1980 y un Jaguar modelo XJR 6 de 1993- que pueden ser claves.

Entre todos los miles de casos de niños desaparecidos, ¿por qué sigue generando tanto interés Madeleine? Ernie Allen, el que fuera presidente del Centro Nacional de niños desaparecidos y explotados en los Estados Unidos (NCMEC), asegura que «todo se trata de las circunstancias y las de los McCann reunían todos los requisitos para que el resto de familias se sintieran identificados con ellos». «Si un niño no está seguro dentro de un complejo turístico, ¿dónde lo está? Es algo que a todo el mundo le podría haber pasado», añade.

Kate y Gerry McCann no han perdido la esperanza de encontrar con vida a Madeleine
Kate y Gerry McCann no han perdido la esperanza de encontrar con vida a MadeleineLUIS FORRAEFE

Gerry y Kate nunca han abandonado la búsqueda de su hija. Pero en los últimos años sí han intentado que sus otros dos hijos pequeños, que son mellizos, vivan dentro de una «normalidad» en el pequeño pueblo de Rothley, donde sigue a día de hoy una vela encendida y cada semana en la iglesia local se reza por el regreso de la niña, como ocurre en la parroquia de Nuestra Señora de la Luz en Praia da Luz.

Durante años, la escuela de Primaria del pueblo inglés siguió manteniendo una plaza para Madeleine, y ahora ocurre lo mismo con De Lisle College, el colegio de secundaria en el cercano Loughborough, donde estudian sus hermanos, que a día de hoy tienen 15 años. Dicen que ambos son buenos atletas y les gusta salir a correr como a sus padres. Incluso las relaciones más estables rara vez sobreviven a la desaparición de un niño, pero el matrimonio de los McCann ha resistido una tensión inimaginable. A menudo se les ve por el pueblo, viendo partidos de cricket o tomando algo en el jardín de la cafetería. En el último comunicado publicado esta semana por la familia al conocerse los últimos datos del nuevo sospechoso señalan que nunca han perdido «la esperanza de encontrar a Madeleine con vida» aunque «sea cual sea el resultado, necesitamos saber qué es lo que ocurrió para encontrar la paz».