Siria
Urnas para “maquillar” al carnicero Bachar al Asad
A diferencia de las anteriores elecciones legislativas, han participado algunas áreas rebeldes, pero siguen siendo unos comicios bajo el control del régimen árabe
En un país devastado por la guerra, bajo la amenaza del coronavirus, y de las sanciones de Estados Unidos conocidas como la “Ley César”, aún así, los sirios votaron ayer para elegir al futuro gobierno que saldrá de las urnas. Con la salvedad de que al menos 5 millones de sirios están como refugiados en países vecinos, y al menos un cuarto de la población vive en las zonas rebeldes como la provincia de Idlib o en las áreas semiautónomas del Kurdistán sirio, donde no hay participación electoral, el resultado de estos comicios nace con grandes dudas.
La comisión electoral anunció la apertura de 7.277 centros electorales repartidos en las zonas gubernamentales para votar entre los 1.656 candidatos, de ellos 200 mujeres, que serán los representantes en el nuevo Parlamento. Los colegios abrieron desde las 07:00 hasta las 19.00 hora local.
En un país roto y asolado por cerca de una década de guerra,que ha dejado medio millón de muertos, es difícil poder contar que porcentaje de población estaba ayer llamado a las urnas. Con pocas expectativas de cambio, la Unidad Nacional, coalición política en la que está incluida el gobernante Baaz, volvería a obtener la mayoría de los 250 escaños de la Asamblea Nacional. Ya en los últimos comicios, celebrados en 2016, esta alianza ganó 200 escaños, y ante la ausencia de figuras opositoras, el Baaz ratificará su control del país. Éstas son las terceras elecciones celebradas en el país desde el inicio de la guerra civil en marzo de 2011.
A diferencia de los anteriores plebiscitos, por primera vez han participado electores de las áreas rebeldes, ahora liberadas, por la munición rusa y los aliados regionales de Damasco, Hezbolá e Irán. Este último proceso electoral es importante porque se espera que el nuevo Parlamento que salga de las urnas será el artífice para reformar la Constitución, un proceso que lleva debatiéndose desde octubre de 2019 y en el que participa Naciones Unidas y sociedad civil pero que no ha dado sus frutos.
Los primeros en acudir a ejercer su voto fue el presidente Bachar al Asad y su mujer Asma para alentar a la población a ir a votar. De hecho, el ministro de Información, Imad Sarah remarcó tras depositar su voto que las elecciones envían un mensaje sobre “la cohesión de la patria siria, que tras nueve años de guerra, Siria no se arrodillará”.
Las cámaras de las televisiones locales gubernamentales retrasmitieron una y otra vez las imágenes del presidente sirio, con traje de chaqueta y mascarilla, depositando su papeleta en la urna. Si bien la pandemia del coronavirus ha pasado de puntillas en Siria, que según datos oficiales, se han registrado 496 contagios y 25 muertes, las autoridades llamaron al uso obligatorio de mascarillas para evitar una propagación del virus el día de las votaciones. Sin embargo, además de presidente y la primera dama pocos más llevaron ayer la mascarilla obligatoria.
Con la peor crisis económica en la ultima década, los sirios se han mostrado más preocupados por la situación económica más que por la política, por eso el resultado de estas elecciones ni será libre ni justo. Las sanciones de las potencias occidentales, y la renovada “Ley César” han acorralado al país que necesita de grandes sumas de capital para la reconstrucción. Precisamente, la Ley César, también busca castigar a los aliados de la guerra de Al Asad, Irán y Rusia que son los principales inversores de la reconstrucción.
Siria camina de la mano del vecino Líbano en cuanto a una profunda crisis económica que ha provocado la falta de combustible y gas y el aumento de los precios de los productos y los alimentos desde principios de 2019. Según el Programa Mundial de Alimentos (PMA), el coste de la cesta de la compra se ha incrementado un 47 por ciento desde octubre de 2019 en los productos básicos, lo que ha empujado a muchas familias a una situación complicada en la que algunas han tenido que sacar a sus hijos del colegio para que empiecen a trabajar.
Los atentados han sido protagonistas en esta jornada electoral. En la víspera, dos artefactos explotaron en un área del sur de Damasco, dejando un muerto y un herido de gravedad. Las explosiones tuvieron lugar cerca de un kiosko en el área de Nahr Aisha, en el sur de Damasco, según la agencia SANA.
Según fuentes opositoras que informaron a LA RAZÓN, al menos otras dos explosiones tuvieron lugar ayer en el norte del país. Una de ella en la localidad kurda de Afrin y otra en el paso fronterizo de Bab al Salam.
Al Asad puede tener el control del 70/80% de Siria, pero “hay inseguridad en el sur; el Estado Islámico es fuerte en el desierto en el centro de Siria y la administración semiautónoma kurda en el noreste controla las reservas de petróleo y del grano con el el 60% de la producción de trigo, mientras en las áreas de régimen enfrentan escasez de pan”, dijo a LA RAZÓN Hassan Debas, experto de la Universidad Libanesa Americana.
“Ninguna cantidad de agua y jabón podría lavar la sangre de miles de sirios que fueron asesinados, torturados, bombardeados por el régimen sirio”, lamentó por su parte, Wisam Zarqa, opositor y activista sirio.
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