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Ámsterdam y París imponen la mascarilla en la calle para frenar los rebrotes

La ciudad holandesa se desmarca de las recomendaciones del Gobierno, que cree que su uso puede relajar el distanciamiento social. El ayuntamiento parisino no descarta extender la obligación a parques y jardines

Coronavirus in Paris
Varios parisinos con mascarilla atraviesan uno de loa numerosos puentes que unen el río SenaCHRISTOPHE PETIT TESSONEFE

La ciudad de Amsterdam comenzó ayer a ordenar el uso de mascarillas en zonas concurridas como el popular Barrio Rojo en una campaña contra el coronavirus que contrasta con la política nacional. La semana pasada, el Gobierno holandés decidió no aconsejar al público que use mascarillas, diciendo que su efectividad contra la enfermedad no ha sido probada y que pueden debilitar el cumplimiento de las reglas de distanciamiento social. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha recomendado el uso de mascarillas en áreas donde es imposible mantener el distanciamiento social desde junio.

El alcalde de Ámsterdam, Femke Halsema, ordenó la medida, de acuerdo con las autoridades de salud, como parte de un experimento para ver si pueden ser efectivas después de todo, como han demostrado algunos estudios científicos, aseguró su portavoz. “Creemos que puede tener un efecto inmediato”, dijo Sebastiaan Meijer. “Queremos que las personas usen máscarillas y sean conscientes de la pandemia, por lo que creemos que ayudará a detener la propagación del virus”.

Los funcionarios de la ciudad entregaron el miércoles folletos a turistas y residentes, la mayoría de los cuales actualmente no usan mascarilla, explicando las nuevas reglas. Si no se la usan, podrían recibir una multa de 95 euros.

Al igual que otros países europeos, Países Bajos se enfrenta a un aumento en los casos de coronavirus después del alivio de las medidas de bloqueo el 1 de julio. El martes, las autoridades sanitarias informaron que los nuevos casos se habían duplicado en la última semana a 2.588, con brotes entre adultos jóvenes y en las principales ciudades.

La semana pasada, Amsterdam ordenó el cierre de varios bares y un clubes de striptease donde se detectaron grupos entre el personal y los clientes recientes. El primer ministro, Mark Rutte, interrumpirá mañana sus vacaciones para dirigirse al país sobre los rebrotes de Covid-19.

Por su parte, París se encamina hacia el uso obligatorio de mascarilla en ciertas zonas, como otras ciudades de Francia. Los expertos del Consejo Científico, que asesora al Gobierno sobre la pandemia, afirman que es “altamente probable” que en los próximos otoño e invierno haya que encarar una segunda ola epidémica, y preconizan que las grandes ciudades vayan preparándose a esa perspectiva.

El uso de mascarillas en lugares abiertos, incluso en calles y aceras, será obligatorio en París en ciertas zonas. La decisión fue anunciada por el Ayuntamiento y la Prefectura de Policía este martes.

Todavía no se ha indicado la fecha de entrada en vigor de la medida, pero según Anne Souyris, responsable de asuntos sanitarios del Ayuntamiento de París, la medida podría entrar en vigor “en las próximas 48 ó 72 horas”. Indica que la obligación podría extenderse a los lugares turísticos, parques y jardines de la capital, además de las orillas del río Sena o las ferias.

Entre el 20 y el 26 de julio, el número de casos de Covid-19 confirmados en Francia registró un aumento importante: 54% más, superándose los mil nuevos casos por día.

Un frágil equilibrio sanitario

En estas condiciones va a ser difícil esquivar una segunda oleada epidémica, que incluso podría adelantarse al frío, según los expertos franceses del Consejo Científico, que aseguran que "en cualquier momento se puede romper el frágil equilibrio actual".

“El futuro de la epidemia a corto plazo está en gran parte en manos de los ciudadanos”, porque “Francia se encuentra en una situación controlada pero frágil, con un recrudecimiento de la circulación del virus este verano”, advierte el organismo en este nuevo dictamen hecho público el martes.

No es de extrañarse que el regreso de la vida social y de las actividades económicas haya traído más contagios. Tres meses después del desconfinamiento, muchos franceses han bajado la guardia y tienden a olvidar las medidas de prevención.

Urge además mejorar el acceso a los test de detección. Según los expertos, actualmente los plazos son demasiados largos dada la fuerte demanda y el número de centros de despistaje es insuficiente.

Para prepararse para una segunda ola epidémica, el Consejo Científico pide a las autoridades que establezcan “planes de prevención”. Estos se centrarían en particular en las mayores metrópolis. Preconizan que desde ya la veintena de ciudades francesas más pobladas preparen planes para “confinamientos” locales.