Yihadismo

Los yihadistas tratarán de presentar su “tarjeta de visita” al nuevo presidente de EEUU

Tanto Al Qaeda como Daesh consideran que los momentos de conflictividad social son los mejores para atacar

En el maratón de Boston de 2013 murieron tres personas y 260 resultaron heridas
En el maratón de Boston de 2013 murieron tres personas y 260 resultaron heridaslarazon

Los terroristas repiten sus estrategias de forma cíclica y, cuando se produce algún acontecimiento relevante, como es el de la elección de un nuevo presidente en los EE.UU, país que ha encabezado la lucha contra el yihadismo, sienten la necesidad de hacerse notar, sobre todo para conocer la reacción del nuevo mandatario, presentarle su “tarjeta de visita”. Hay pocas dudas de que lo quieren llevar a cabo, otra cosa es que lo puedan hacer.

Las dos bandas yihadistas, Al Qaeda y Daesh, han sufrido la pérdida de sus dos más relevantes cabecillas, Osama Bin Laden y Abu Bark Baghdadi, en sendas operaciones militares USA, el primero con una administración demócrata (Obama) y el segundo, con una republicana (Trump).

Tienen pocas dudas de que los EE.UU, con Biden al frente, no van a cambiar su política antiterrorista que, después del 11-S o el atentado de la maratón de Boston (por citar acciones criminales perpetradas por ambos grupos yihadistas, la primera por Al Qaeda y la segunda por Daesh), se ha convertido en una cuestión nacional.

Sin embargo, la tentación del terrorista, dentro de su fanatismo, es la de hacerse presente y aprovechar la situación de tensión social que se ha generado entre demócratas y republicanos tras la celebración de las elecciones, sobre todo después de que Trump no haya aceptado el resultado de los comicios. Buscar las contradicciones del enemigo es uno de los principio de actuación de los terroristas y los momentos de división son tierra abonada para ello.

Al asunto de los conflictos sociales en USA se refería el pasado mes de junio el boletín interno de Al Qaeda cuando, al hilo de los incidentes provocados por la muerte de un afroamericano a manos de la Policía, llegaba a la conclusión (más un deseo que un análisis reflexivo) de que Estados Unidos, que nacieron tras una guerra civil, desaparecerán después de otra, convertido en un “ataud pentagonal”.

Hace años, sin que ello signifique que han cambiado de actitud, los cabecillas de Daesh animaban a las minorías étnicas a luchar contra la administración USA. En su revista Daviq, publicaban un artículo en el que proclamaba que los auténticos musulmanes deben aprovecharse de los que pertenezcan a distintas razas y orígenes con el fin de luchar contra el enemigo común (que no es otro que la Administración de Estados Unidos y, por lo tanto, sus Fuerzas de Seguridad).

Esta “doctrina”, que estaba basada en el aprovechamiento de los odios raciales, vale ahora para el clima de enfrentamiento que se ha generado.

«Al abordar el tema desde una perspectiva de predicadores y escritores islámicos, --decían entonces-- a menudo lo hacen con matices humanistas que buscan retratar al islam como una religión de paz que enseña a los musulmanes a convivir con todos, engañados por el concepto de composición abierta de la tolerancia». Y se olvidan de los principios de «wala y bara» (aprobación o rechazo en función de lo que diga Alá) que ordenan «separarse de los infieles, abandonar sus tierras y hacer la guerra contra ellos hasta que se sometan».

Estados Unidos cuenta, como ha demostrado, con un poderoso entramado antiterrorista para combatir a los yihadistas; tan cierto, como opinan algunos expertos consultados por LA RAZÓN, que intentarán hacerse presentes en unos momentos tan relevantes para su enemigo por excelencia.