América Latina

Ecuador mueve a la derecha la frágil balanza política de América Latina

La victoria de Guillermo Lasso en un feudo de la izquierda bolivariana durante las últimas dos décadas supone un balón de oxígeno para las fuerzas liberales en el continente y en especial en Venezuela, que pierde un aliado

Guillermo Lasso, presidente electo de Ecuador
Guillermo Lasso, presidente electo de EcuadorAngel DejesusAP

Por primera vez en 18 años un candidato presidencial en Ecuador ganó las elecciones de su país sin afiliarse a partidos de izquierda con un mensaje identificado con “la derecha”, el liberalismo económico, el impulso del sector privado y sin la narrativa anquilosada de la izquierda latinoamericana, marcada por los impactos del castrismo primero y del chavismo después.

Ecuador mueve a la derecha la frágil balanza política de América Latina
Ecuador mueve a la derecha la frágil balanza política de América LatinaLa RazónLa Razón

El ahora presidente electo de Ecuador, que obtuvo más del 52% de los votos frente a su adversario de izquierda, Andrés Arauz, rompió el molde político en Ecuador. Su antecesor, Lenín Moreno, llegó a la primera magistratura en los hombros de Rafael Correa, de quien había sido vicepresidente. Durante su gestión no solo se alejó de él sino que avaló investigaciones judiciales en su contra. Ahora el correísmo recibió una gran derrota.

No obstante, no se espera que

brinde un giro radical al neoliberalismo. Primero porque no ha estado en su discurso ni sus promesas, y segundo porque la pluralidad del país, expresada en las elecciones parlamentarias, impondrán la moderación: la izquierda es mayoría en el Congreso, con la bancada correísta siendo la minoría más grande.

“Cuando ves los resultados de la primera vuelta te das cuenta que tres de cada cuatro ecuatorianos votaron hacia la izquierda, que estuvo dividida en esa primera vuelta en tres bloques que no son homogéneos y no pueden unirse, pero si analizas el tema electoral te das cuenta que hay muchos más votos hacia la izquierda”, apunta Carmen Beatriz Fernández, especialista en marketing electoral y profesora en la Universidad de Navarra. A su juicio, la campaña de Lasso fue inteligente pues evitó el marco de referencia derecha-izquierda, planteando uno pasado-futuro.

Ecuador, como la mayoría de los países en la región, tiene enormes problemas de pobreza e inequidad, y las políticas de cualquier gobierno que pretenda ser exitoso debe incluir un profundo componente social, “que es ineludible”, dice Fernández.

El politólogo venezolano, Carlos Romero, advierte que América Latina está oscilando entre gobiernos reformistas y liberales y que el mosaico de América Latina es mucho más diverso: “Vemos los casos de Argentina, México, y la de algunos países que defienden el socialismo del siglo XXI, como Venezuela o Nicaragua, por lo que estamos viendo un diagrama mucho más diverso”. En ese sentido cree que Lasso representa un centro político importante.

Es más, está la expectativa de cómo serán sus relaciones con la izquierda ecologista que representa Yaku Pérez, a quien derrotó por muy estrecho margen en la primera vuelta y quien después llamó a votar nulo, dando como resultado un histporico 17% para la opción “ninguno”.

Los extremos en Perú

El triunfo de Guillermo Lasso en Ecuador contrasta con lo ocurrido, el mismo fin de semana, en Perú, donde el candidato de izquierda radical Pedro Castillo se alzó con una inesperada victoria en la primera vuelta electoral. El balotaje será frente a la derechista Keiko Fujimori,a quienes sectores disímiles comienzan a apoyar como representante de “el mal menor”.

En Bolivia, entretanto, el partido de Evo Morales perdió el mismo domingo las elecciones regionales en buena parte del país, incluso en territorios donde el apoyo al expresidente boliviano era sólido.

La victoria de Guillermo Lasso fortalece a la derecha en América Latina, que está representada por presidentes como Jair Bolsonaro en Brasil; Iván Duque en Colombia; Luis Lacalle Pou en Uruguay; Sebastián Piñera en Chile; y Mario Abdo en Paraguay. Mientras tanto, la izquierda es defendida por Luis Arce en Bolivia; Alberto Fernández en Argentina; Daniel Ortega en Nicaragua; Andrés Manuel López Obrador en México; y Nicolás Maduro en Venezuela.

Chile, Honduras y Nicaragua

Pero no todo está cantado en el continente. Tan solo en los próximos meses el mapa pudiera seguir cambiando. No solo con la segunda vuelta electoral en Perú, el 6 de junio, sino con las elecciones presidenciales en Chile, Honduras y Nicaragua, que están programadas para noviembre. En Colombia, los comicios presidenciales están pautados para 2022.

El manejo de la pandemia y lo que ya está siendo calificado como una “triple crisis” regional -económica, social y sanitaria- será determinante en esos escenarios por venir. Además, en algunas naciones el peso de los “grandes caudillos”, como Lula da Silva en Brasil (que tiene camino libre ahora para volver a ser candidato) o Álvaro Uribe en Colombia, considerando que su delfín Iván Duque no puede relegirse.

El fantasma de la izquierda fracasada

En todos los casos, el fantasma de la izquierda fracasada, con Nicolás Maduro y Venezuela a la cabeza, seguirá marcando decisiones electorales de sus pueblos. No en vano, de las primeras medidas anunciadas por Lasso para su gobierno por comenzar ha sido desconocer la legitimidad del gobernante chavista y anunciar regulación migratoria para los desplazados venezolanos, que se cuentan por cientos de miles. Colombia y Perú son los países con más migrantes que huyeron del socialismo del siglo XXI.

Una mención aparte corresponde a Miguel Díaz Canel en Cuba. Por una parte, en la isla nada depende del electorado. Por la otra, el castrismo va más allá de un apellido. Con el retiro del casi nonagenario Raúl Castro de la jefatura del Partido Comunista -una posición considerada más poderosa que la misma presidencia del país- el Politburó aún no estará ocupado por jóvenes ansiosos por cambios sino por líderes de mediana edad, forjados por los guerrilleros históricos. Y aún quedan en ejercicio ministros de la “generación de los líderes rebeldes”.

De hecho, la era “poscastrista” está marcada por mayores libertades económicas, siguiendo el ejemplo que el propio Raúl anunció hace una década cuando prometió transformar la economía centralmente planificada de estilo soviético en una más mixta y de mercado “sin prisa y sin pausa”. Desde entonces ha habido tímidas aperturas en sectores de la economía que no fueron suficientes para enfrentar el golpe al turismo de la pandemia.

Entretanto, la represión política no cesa, con la persecución Movimiento San Isidro como ejemplo, y las alianzas internacionales se hacen menos rentables debido a la precarización de la “hermana” Venezuela donde, curiosamente, la despedida de Raúl Castro no ha movido un ápice la discusión política; por ahora.