Opinión

Keiko Fujimori acorta distancias

Su estrategia ha sido eficaz apelando a la unidad nacional y advirtiendo el peligro que supondría un Gobierno castro chavista

La candidata presidencial peruana Keiko Fujimori, saludando a sus simpatizantes
La candidata presidencial peruana Keiko Fujimori, saludando a sus simpatizantesSEBASTIAN CASTANEDAREUTERS

Faltan pocos días para las elecciones presidenciales en el Perú. El domingo 6 de junio, los peruanos tendrán que elegir entre el comunismo chavista de Pedro Castillo y la democracia liberal de Keiko Fujimori. Según los últimos sondeos, la distancia entre el candidato populista de izquierda y la candidata de derecha se ha venido acortando. Por ejemplo, según el último sondeo de la encuestadora Ipsos, Castillo apenas lleva una ventaja de dos puntos porcentuales sobre Keiko. Vale acotar que la diferencia hace un mes era de un 11%.

¿Qué ha pasado? La estrategia de la candidata ha sido eficaz apelando a la unidad nacional, advirtiendo el peligro que supondría un Gobierno castro chavista en su país y, por último, ofreciendo disculpas y reconociendo sus errores que la han llevado a prisión en tres ocasiones. Adicionalmente, y esto es un dato no mejor, Keiko ha marcado una línea divisoria entre lo que sería su Gobierno y el otrora de su padre (Alberto Fujimori) durante la década de los noventa. Aquella fue una Administración minada de casos de corrupción y violación de los derechos humanos. Hoy se puede reconocer como un régimen autoritario que socavó las libertades individuales durante 10 años (1990-2000) en tierras incas.

Días atrás, la candidata de Fuerza Popular reconocía que parte de su electorado se ha ido sumando no tanto por ella, sino por rechazo a Castillo. Dicha muestra de humildad podría generarle un mayor rédito en lo que falta de campaña. Asimismo, se la ha visto sensible a los problemas de los más pobres y ha intensificado sus propuestas evitando confrontar en demasía con el candidato de ultraizquierda.

Por otro lado, Castillo no ha estado ajeno a cometer errores. Uno de los más evidentes son las diferencias públicas y contradicciones con su jefe político y líder fundador del partido político nacional Perú Libre, Vladimir Cerrón. Este hombre formado en La Habana, fiel defensor de Nicolás Maduro y nostálgico de la extinta Unión Soviética, continúa un discurso incendiario en contra de las instituciones de su país, por ejemplo el Congreso. Castillo ha asegurado en los últimos días que Cerrón debe dedicarse al partido no a la candidatura.

El otro error que podría costarle caro a Castillo es la pretensión de dividir a la sociedad peruana –estrategia natural de los populistas– entre ricos y pobres, blancos, indígenas, negros, etc. Ése es un experimento peligroso que cuando logra cuajar, disolverlo resulta muy difícil. Al parecer, son los propios peruanos quienes asoman un despertar a medida que la cita electoral se acerca. Incluso, personas del deporte y de otros ámbitos están haciendo llamados a evitar la victoria de un hombre que pretende destruir la democracia representativa en el país inca.

La línea estratégica que viene empleando Keiko resulta clave para continuar con una tendencia en los números que terminaría por descartar el peligro inminente que resultaría para el Perú la llegada de Castillo al poder.