Bloqueo político

Netanyahu sale reforzado tras la escalada bélica en Gaza

El centrista Lapid reanuda los contactos para formar gobierno pero la escalada en Gaza complica los pactos entre Bennet (derecha) y Abbas (Ra’am)

Una protesta en contra el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en Karachi Pakistán
Una protesta en contra el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en Karachi PakistánSHAHZAIB AKBEREFE

Días antes de la escalada de tensión en Jerusalén y la posterior operación militar «Guardián de los Muros» en Gaza, se daba casi por cerrado el acuerdo para la «coalición del cambio» en Israel. El actual «premier» en funciones, Benjamín Netanyahu, volvió a ganar con holgura los cuartos comicios, pero no sumó los 61 apoyos requeridos para revalidar el cargo. Parecía que el centrista Yair Lapid (Yesh Atid) había logrado lo impensable: asegurarse apoyos de izquierda a derecha –incluidas las facciones árabes-, para hacer efectivo el relevo de «Bibi» al frente del Estado judío.

Pero el estallido en Gaza, y esencialmente la sorpresiva espiral violenta árabe-judía que sufrió Israel, dinamitaron los planes de la coalición alternativa. El derechista Naftali Bennet, líder de Yamina, se retiró de la mesa negociadora, alegando que era inviable conformar un ejecutivo con fuerzas árabes en la actual coyuntura. Ahora, mientras los egipcios tratan de consolidar la tregua entre Israel y Hamás, el estancamiento político israelí vuelve al primer plano. Ante la incertidumbre, hay tres posibles caminos: gobierno alternativo, la postergación de Netanyahu, o quintas elecciones.

«El cambio no se hace cuando es el momento cómodo, sino porque se cree que es lo correcto», reprochó Lapid en un mensaje dirigido a Bennet tras la tregua. Y aseguró: «no tengo intención de renunciar, moveré todas los hilos posibles para formar gobierno en los próximos días». Según la cronista política Tal Shalev, del digital Walla News, «casi todos los actores decisivos (para la gobernanza) no están en el mismo punto que al inicio de la operación militar. Algunos mejoraron su posición, mientras otros fueron golpeados». Ahora, «el partido empieza de nuevo, y todos pretenderán maximizar su lugar en el terreno de juego». El primer tanto inmediato que cosechó Netanyahu, a quien algunos detractores acusan de haber incendiado el conflicto con los palestinos en pro de sus intereses políticos y judiciales, fue frenar la amenaza inminente de ser relevado. Sin el apoyo de Yamina, en la Knesset sigue existiendo una mayoría de diputados heterogéneos elegidos bajo la premisa de reemplazar al líder del Likud, pero las cuentas ya no cuadran.

El mandato que otorgó el presidente de la nación a Lapid expira en diez días, en los que se espera que «Bibi» operará en todos los frentes para seguir desintegrando a sus rivales. «Cuando la amenaza de quintas elecciones sea inminente, la posibilidad de Netanyahu de reclutar a otro partido o a desertores crecerá», destacó Shalev. Si el líder de Yesh Atid fracasa, el mandato para conformar un Ejecutivo pasaría al pleno de la Knesset, donde cualquier diputado con 61 apoyos podría ser escogido como primer ministro. Este es el as bajo la manga de «Bibi». Issawi Frej, parlamentario árabe del izquierdista Meretz, alegó ayer que «el gobierno del cambio sigue en la mesa, y se podría levantar ya mismo». Algunos analistas atacaron a las facciones árabes por «esconderse» durante las jornadas de caótica violencia interétnica. Por ello, alegan que candidatos derechistas como Bennet o Gideon Sa’ar (Tikvá Jadasha), no podrían justificar gobernar con árabes. «No pueden quebrantar así su promesa electoral, hay que finiquitar a este gobierno que nos sumergió en la anarquía», insistió Frej.

Los árabes, clave

La potencial cooperación política árabe-judía ha quedado maltrecha. El islamista Mansour Abbas (Ra’am), actor que se posicionó como decisivo con sus preciados cuatro escaños, afronta ahora una revuelta interna para ser apartado del cargo.

Al ambiguo Bennet, que en el pasado fue estrecho colaborador y ministro de Netanyahu, se le achaca que podría continuar jugando a ambos bandos los próximos días. Así, haría fracasar la coalición del cambio, y al menos podría reforzar su cuota de poder dentro de un posible ejecutivo del Likud. El líder de Yamina fue de los más afectados por el estallido violento. Hace dos semanas, se daba por hecho que sería el próximo «premier» en un acuerdo de rotación con Lapid, que le garantizaba ejercer el cargo durante la primera cadencia.

El actual ministro de defensa en funciones Benny Gantz (Azul y Blanco), ha mantenido una estrecha cooperación con Netanyahu durante la operación militar de Gaza, pero ya descartó volver a la fracasada opción de un ejecutivo con «Bibi». Gantz reforzó su perfil como garante de la seguridad nacional, y mantiene su compromiso con el bloque del cambio. Desde la facción extremista del «Sionismo Religioso», intentan convencer a Bennet y Sa’ar para consolidar un «gobierno netamente de derecha», bajo el liderazgo de Netanyahu. Por parte de Lapid, se prevé una contraoferta a Bennet para que regrese al bloque alternativo, bajo condición de ser “premier” en segundo lugar en la rotación. Pero ante la actual coyuntura, La “Lista Unificada” árabe ya adelantó que “no hay ninguna opción” de votar para que el líder de Yamina –más a la derecha que “Bibi”-, se convierta en primer ministro de Israel.