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Análisis

¿Puede Europa ocupar el lugar de América en Eurasia?

No es de extrañar que los líderes de la UE ya hayan expresado su preocupación por la retirada estadounidense y el cambio del equilibrio geopolítico

Kazajistán ha demostrado ser un socio fiable en la lucha contra el terrorismo y la delincuencia organizada durante los últimos 20 años
Kazajistán ha demostrado ser un socio fiable en la lucha contra el terrorismo y la delincuencia organizada durante los últimos 20 añosLa RazónLa Razón

Ha pasado ya más de un mes desde que el presidente Joe Biden reafirmase su compromiso de completar la retirada de Afganistán. La retirada de Estados Unidos ya ha comenzado a medida que las bases militares y el material son transferidos al ejército afgano, pero puede que eso no sea suficiente para evitar que el gobierno de Kabul se derrumbe en una nueva ofensiva talibán similar a la de 1989-1992 cuando las tropas soviéticas se retiraron y después en el país se desató un guerra civil, con los talibanes asumiendo el control en 1996.

Por lo tanto, no es de extrañar que los líderes de la UE ya hayan expresado su preocupación por la retirada estadounidense y el cambio del equilibrio geopolítico. El desastre afgano está evolucionando muy lejos de Europa, pero este país ya es la segunda fuente más grande de solicitantes de asilo en la UE, con hasta 100.000 solicitudes presentadas en los dos últimos años. Además, si los talibanes logran recuperar el poder absoluto, existe el riesgo de que el país se convierta una vez más en un refugio para terroristas, extremistas y fundamentalistas islámicos, y traslade la violencia más allá de sus fronteras.

Dado que hay pocas posibilidades de que los europeos elaboren una estrategia integral para hacer frente al terrorismo en las remotas fronteras de Eurasia, la única opción viable es unir esfuerzos con las naciones que, a diferencia de Estados Unidos, no pueden retirarse de la región, con aquellos que han ya ha estado luchando contra el terrorismo durante décadas, y que lo han hecho con bastante éxito. Por supuesto, las repúblicas de Asia central postsoviéticas y, en primer lugar, Kazajistán, la mayor economía y líder natural de Asia central, están a la vanguardia de dichos esfuerzos.

Kazajistán es una nación única en la región que heredó de la Unión Soviética su tradición secular y desarrolló sólidas instituciones estatales que son vitales para un país ubicado en la encrucijada entre China, Rusia y Europa. Con alrededor del 70% de su población musulmana, el país logró que todos los grupos étnicos y religiones permanecieran relativamente tranquilos y pacíficos.

Entre 2013 y 2020 su clasificación media en el ranking Global Terrorist Index se sitúa en la 80 posición, mejor que Francia (34) y España (70) (cuanto menos es la clasificación, más seguro es el país). Este es el resultado de políticas equilibradas elaboradas por el primer presidente del país, Nursultan Nazarbayev, quien no solo ha sido el que ha liderado los esfuerzos de integración postsoviéticos, sino también el arquitecto de una infraestructura de seguridad regional. Nazarbayev dirigió la Conferencia intergubernamental sobre interacciones y medidas de fomento de la confianza en Asia (CICA), un foro que buscaba fomentar la seguridad y la estabilidad en Asia. Fundada en 1999 con 16 estados miembros, la CICA ahora cuenta con 27 estados miembros de pleno derecho y ocho observadores.

En 1999, se creó un Ministerio de Asuntos Religiosos y Sociedad Civil por decreto presidencial que se convirtió en una institución central que supervisa las causas y raíces de las acciones extremistas. Desde 2010, se han registrado menos de 20 actos terroristas en Kazajistán con alrededor de 40 víctimas (excepto los propios terroristas) en comparación con los cientos de ataques de Afganistán que cobraron más de 24.000 vidas. 16 de los muertos eran militares que investigaban las redes extremistas. Actualmente, Kazajistán tiene uno de los sistemas más eficaces para rastrear el movimiento transfronterizo de personas asociadas con grupos extremistas y violentos.

El actual líder kazajo, el presidente Kassym-Jomart Tokayev, un ex diplomático respetado y experimentado, continúa la lucha contra el terrorismo. Mantiene vínculos con líderes extranjeros y, entre otros, con su homólogo afgano, Ashraf Ghani, ya que Kazajistán apoya continuamente el diálogo entre los afganos y proporciona regularmente asistencia humanitaria al país.

Durante los últimos veinte años, Kazajistán ha demostrado ser un socio fiable en la lucha contra el terrorismo y la delincuencia organizada. Rusia, cuya frontera terrestre con Kazajistán es la segunda más larga del mundo, está siguiendo el camino de la máxima simplificación del control fronterizo con el vecino. Ha llegado el momento de que Europa elabore una nueva estrategia que incorpore una dimensión regional a su política y contribuya a la creación de una infraestructura de seguridad multidimensional capaz de defender mejor a la UE de las amenazas extremistas y la migración ilimitada.

Kazajistán podría desempeñar un papel importante. Primero, Bruselas y Nur-Sultan (antes Astana) podrían unir fuerzas para desarrollar un marco diplomático para llevar a las partes afganas -el Gobierno y los talibanes- a una mesa de negociación. Fue el Proceso de Astana lo que unió a las facciones sirias en conflicto en 2017.

En segundo lugar, Kazajistán puede aprender de la experiencia de la UE, y en particular de Francia, en la creación de fuerzas de seguridad regionales como el G5 del Sahel, para sellar fronteras y combatir el extremismo. Con este fin, la UE podría impulsar y apoyar la idea de la Unión de Asia Central que fue promovida por el presidente Nazarbayev ya en 2004. Es hora de revisar dicha iniciativa.

Finalmente, la creciente participación de la UE en los asuntos regionales contribuirá al avance de la influencia europea en la región estratégicamente ubicada entre China, Rusia y Oriente Medio, que está muy orientado a Europa (Kazajistán es el único estado de Asia Central con más de la mitad de las exportaciones dirigidas a la UE y presencia significativa de inversión directa europea).

La retirada estadounidense de Afganistán parece dejar un enorme vacío en el marco de seguridad regional. Europa necesita actuar y rápido. Junto con los fuertes actores regionales, podría llenar el vacío y reafirmar su papel crucial en la geopolítica euroasiática.

* Yulia Zhuchkova es investigadora en el Centro para el Estudio de Sociedades Postindustriales