Ventaja de Pedro Castillo

Perú se asoma al comunismo en un escrutinio agónico

El candidato izquierdista Pedro Castillo encabeza el recuento por estrecho margen frente a Keiko Fujimori gracias al voto rural

Perú seguía el lunes contando los votos de la igualadísima segunda vuelta de su elección presidencial. Y las últimas cifras, aún provisionales, alentaban las esperanzas del candidato del partido marxista Perú Libre, Pedro Castillo.

Las cosas no podían estar más apretadas. Con el el 92,6% de los votos escrutados, Castillo suma un 50,076% de los votos frente al 49,24% de Keiko Fujimori

No eran buenas noticias para Fujimori, que veía la ventaja con la que se acostó el domingo consumirse poco a poco. La Oficina Nacional de Procesos Electorales de Perú (ONPE), que gestiona los comicios en el país, cuenta siempre primero los votos de las zonas urbanas y costeras, más propensas al fujimorismo. Los votos que faltaban por contar y registrar al cierre de esta edición eran los del campo y la sierra, zonas aisladas y empobrecidas que todos los pronósticos sitúan como favorables a Castillo.

El desenlace definitivo, en cualquier caso, aún puede hacerse esperar. Muchos de los centros de votación aún no computados se sitúan en áreas montañosas mal comunicadas y eso hará que, previsiblemente, la parte final del recuento sea la más lenta.

Hernán Chaparro, director del Instituto de Estudios Peruanos, dijo que “posiblemente no tengamos un resultado claro y definitivo hasta bien entrado el martes”.

Después de una campaña de máxima tensión, marcada por las acusaciones de Fujimori a Castillo, al que el fujimorismo atribuye vínculos con el terrorismo de Sendero Luminosoy la supuesta intención oculta de convertir a Perú en una nueva Venezuela con sus propuestas nacionalizadoras, la jornada de votación discurrió en relativa calma.

Al conocerse las primeras cifras, ligeramente favorables a Fujimori, simpatizantes de Perú Libre se concentraron junto a la sede de la ONPE en Lima, fuertemente custodiada por la Policía, al grito de “No al fraude”.

El Ejército informó de que había dispuesto el relevo de un grupo de militares que habían aparecido en un vídeo difundido en las redes sociales pidiendo el voto para Castillo. Días antes, el alto mando militar había recordado en un comunicado que se mantendrá neutral en el proceso.

Pese a episodios aislados como estos, la situación general en el país fue de calma, a la espera de conocer el recuento definitivo de la ONPE.

Ambos candidatos se comprometieron a reconocer el veredicto de las urnas, y Fujimori llamó desde Lima a la “unidad y la reconciliación” en un país marcado por la división política y la polarización.

Castillo, que siguió la jornada desde la pequeña localidad andina de Tacabamba, donde ha trabajado durante años como maestro de escuela, llamó desde Twitter a sus seguidores y a los representantes de Perú Libre en los colegios electorales a vigilar la limpieza del recuento. El candidato de izquierda cuestionó alguna actuación de la ONPE durante la jornada electoral, pero al filo de la medianoche apareció megáfono en mano para afirmar que no tenía dudas de que se iba a “respetar la voluntad del pueblo”.

No es la primera vez en la historia reciente de Perú que la presidencia se dirime por unos pocos miles de votos. Ya el último intento de Keiko Fujimori de llegar al poder, frente a Pedro Pablo Kuczynski en 2016, se frustró por el estrecho margen de 42.000 papeletas. También entonces, Fujimori arrancó el escrutinio en cabeza para ver finalmente cómo se evaporaba su ventaja.

De confirmarse la victoria de Castillo, se trataría de la tercera derrota electoral de la heredera del polémico clan Fujimori en unas elecciones presidenciales. Antes de perder con Kuczynski, lo hizo frente a Ollanta Humala en 2011.

Si pierde otra vez, Keiko Fujimori afrontará un proceloso horizonte político y legal. Acusada de financiar ilegalmente a su partido, Fuerza Popular, con dinero de la constructora brasileña Odebrecht, la Fiscalía pide para ella 30 años de cárcel. Si no es desde el palacio presidencial, tendrá mucho más difícil para frenar las investigaciones e iniciativas en su contra y podría volver a prisión, por donde ya ha pasado dos veces.

Para muchos en Perú, la mayor de los hermanos Fujimori simboliza la pervivencia del oscuro legado de su padre, que en 1992 dio un golpe de estado y cumple condena por delitos de corrupción y la creación de escuadrones de la.muerte que durante su gobierno asesinaron a civiles sospechosos de simpatizar con Sendero Luminoso.

Los analistas señalan que en esta elección muchos votos a Castillo han sido en realidad una protesta contra el fujimorismo. El candidato de Perú Libre aboga por una nueva Constitución y la “recuperación” de la riqueza nacional, lo que recuerda de manera inquietante al programa con el que Chávez llegó al poder en Venezuela. Aunque está por ver que Castillo, hasta hace poco un total desconocido, vaya a tener los apoyos en el Congreso y el capital político necesario para sacar adelante reformas de calado.

Sea quien sea el nuevo presidente, tendrá como primer objetivo que Perú supere la pandemia. Es el país con la mayor tasa de mortalidad reconocida del mundo. Después, llegarán los reto de la estabilización política y la recuperación económica. Ni para Fujimori ni para Castillo serán esas tareas fáciles.