Máxima tensión

Occidente promete vengar el ataque iraní

Israel, Reino Unido, EE UU y Rumanía responsabilizan a Irán de la última agresión marítima en la que murieron dos civiles. Teherán advierte de que responderá con firmeza

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Tras el ataque frente a las costas de Omán a una embarcación comercial de propiedad israelí, que dejó dos muertos (un británico y un rumano), tanto Estados Unidos como Reino Unido coincidieron con Israel al apuntar la responsabilidad de Irán. Además, según apuntó un medio kuwaití, el Estado judío habría recibido la «luz verde» para responder al ataque, pese a que consideran que la muerte de los dos tripulantes no iba incluida en el plan. El «establishment» de seguridad israelí presentó pruebas a ambos países respecto a la involucración iraní en la acción.

Ahora se especula con que Israel podría contraatacar por tres vías: alcanzando un puerto en Irán; una embarcación militar iraní frente a sus costas; o atacando al mismo objetivo desde el que se produjeron los disparos el viernes. En abril, ya se atribuyó a Israel un ataque a un barco de la Guardia Revolucionaria iraní frente a la costa de Eritrea, y la gran incógnita ahora es si apostará por elevar el nivel de confrontación militar.

En todo caso, desde Teherán desmintieron su responsabilidad en el ataque, y avanzaron que toda agresión contra sus intereses nacionales será «respondida con fuerza». Además, consideran las amenazas de EE UU, Reino Unido e Israel como «propaganda». Sin embargo, tanto Reino Unido como Rumania convocaron a los embajadores iraníes a consultas tras el ataque al buque en Omán. «A raíz de la información disponible, Rumanía condena firmemente el ataque con dron por parte de Irán contra el ‘’Mercer Street’', en el que murió un ciudadano rumano», indicó el ministro de Exteriores de Rumanía, Bogdan Aurescu. «No hay justificación alguna para atacar de forma deliberada a civiles. Seguimos coordinándonos con nuestros socios para una respuesta apropiada», resaltó Aurescu. El Gobierno rumano pidió explicaciones a Teherán y recordó que Rumanía se «reserva el derecho a actuar como considere» en respuesta a las explicaciones dadas por Irán.

En la misma línea, el asistente del embajador británico en Israel, Mark Power, declaró a la prensa hebrea que «Israel debe hacer sus propias consideraciones» respecto a la posible respuesta. En todo caso, el primer ministro Naftali Bennett aclaró que «sabemos cómo hacerle llegar el mensaje a Irán con nuestros propios métodos».

Horas después, el ministro de Defensa de Israel, Beny Gantz, advirtió de que su país «debe actuar ahora mismo contra Irán», tras el ataque contra el buque cisterna «Mercer Street», de propiedad japonesa pero operado por una empresa israelí. «La agresión de Irán en la región en general, y en el frente marítimo en particular, se está intensificando», afirmó Gantz en un discurso en el Parlamento israelí.

«Irán no solo lucha por obtener capacidades nucleares sino que también está conduciendo a una peligrosa carrera armamentística y sembrando inestabilidad en Oriente Medio», agregó. «El reciente ataque contra el Mercer Street, que resultó en el asesinato de dos civiles inocentes, es una clara violación del derecho internacional, es inmoral y constituye un acto de escalada», indicó el ministro israelí de Defensa.

Acuerdo presupuestario en Israel

La situación en el exterior eclipsó la política doméstica. Israel amaneció con una buena noticia para su estabilidad. «Tras tres años de parón, Israel vuelve al trabajo». Con estas palabras celebró el primer ministro la aprobación de los presupuestos para 2021 y 2022, los primeros que se validarán en tres años. Tras la profunda crisis política que paralizó al estado judío desde noviembre de 2018, la aprobación de las cuentas suponía el principal escollo para la estabilidad de la nueva coalición. Todavía faltan los pertinentes debates parlamentarios para su rúbrica, pero si el Gabinete hace valer su ligera minoría en la Knesset, podrá ser un garante para la durabilidad del tándem Bennett-Lapid. «Tras años de negligencia, logramos el presupuesto más competitivo, justo con los sectores más desfavorecidos, y centrado en el futuro de nuestros hijos», afirmó el «premier» israelí. En la heterogénea coalición que agrupa ocho partidos con propuestas socioeconómicas distantes, cada facción trató de colgarse sus propias medallas.

Avigdor Liberman (Israel Beitenu), quien tiene la llave de la caja como ministro de Finanzas, destacó que «las reformas que aprobamos se centran en reducir el coste de la vivienda. Invertiremos altas sumas en transporte, infraestructuras y construcción, e implementaremos reformas que reducirán la burocracia». Ni la crisis económica por la covid-19 frenó los desmesurados precios de los alquileres en Tel Aviv, que en lo que va de año se encarecieron un 6%. En todo caso, para Bennett se trata de «un presupuesto que no sirve a un sector concreto, sino a la totalidad del estado de Israel». No obstante, sectores progresistas consideran que las cuentas son «neoliberales y conservadoras», porque incluyen recortes en educación o bienestar social.

Para el ministro de exteriores y primer ministro alterno Yair Lapid (Yesh Atid), se trata de “un presupuesto bueno, justo y preciso, que aborda lo que necesita el estado. Se aprobó porque todos creemos en ello”. El líder centrista también destacó los “logros” de su formación: más fondos en la lucha contra la violencia doméstica; inversión en infraestructuras verdes; o protección para los supervivientes del Holocausto y para a la comunidad LGTBI, entre otros.

Desde el ala izquierdista de la coalición, Meretz amenazó con votar en contra de las cuentas si no se invertía más en el sistema sanitario. “Necesita una transformación urgente, ya que funciona en modo de emergencia, y no se puede continuar así”, destacó el ministro de Sanidad Nitzan Horowitz.

Otras pugnas giraron en torno a la reforma agraria, o la intención de aprobar una tasa para los coches que entran a la región central de Gush Dan, con la intención de reducir el insoportable tráfico diario. También se “rebeló” la ministra de Absorción Pnina Tamano-Shata, que exigió mayores fondos para asegurar la llegada de judíos etíopes que llevan años esperando para inmigrar a Israel. Las cuentas también incluyen un plan para reformar el sistema que otorga los polémicos certificados de comida Kosher a restaurantes -un monopolio en manos de los ultraortodoxos, que quedaron fuera de la coalición-, más impuestos sobre bebidas azucaradas; y cambios sustanciales en las normativas de importación.