Sin islamistas
Arranca una coalición inédita en Marruecos
El primer ministro Akhannouch cierra un acuerdo tripartito con el visto bueno del rey Mohamed VI y en la que no habrá islamistas
Doce días después de recibir el encargo del rey Mohamed VI, el primer ministro Aziz Akhannouch ha logrado poner de acuerdo al centroizquierdista Partido de la Autenticidad y Modernidad (PAM), al nacionalista Partido Istiqlal (PI) y a su propia formación, el liberal Reagrupamiento Nacional de Independientes (RNI) para formar el próximo Gobierno de Marruecos.
En rueda de prensa en la sede del RNI en Rabat, el jefe del Gobierno marroquí aseguró que la nueva coalición será «fuerte y armoniosa» y dará lugar a un gabinete «unido y eficaz». A juicio de Akhannouch, el tripartito se encuentra en disposición de elaborar un programa gubernamental «realizable» en una etapa marcada por «la necesidad de acelerar la puesta en funcionamiento del Pacto Nacional por el Desarrollo», derivado del Nuevo Modelo por el Desarrollo impulsado por el rey Mohamed VI en 2019.
La que formarán RNI, PAM y PI –con 102, 87 y 81 escaños respectivamente–, primeras tres fuerzas de la Cámara de Representantes del Parlamento surgido de las elecciones legislativas del 8 de septiembre, será una coalición inédita. Entre las tres formaciones contarán, por tanto, con 269 diputados, muy por encima de la mayoría necesaria de 198 en una cámara baja de 395 escaños. El pasado fin de semana las direcciones de PAM e Istiqlal habían dado luz verde a integrar la coalición gubernamental.
El próximo gabinete será, además, el ejecutivo de coalición con menos partidos desde que comenzara el reinado de Mohamed VI en 1999. Lo cierto es que menos los islamistas del Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD) y el Partido Socialista Unificado (PSU) el resto de formaciones se han ofrecido a Akhannouch en vano para formar parte del Gobierno. El PJD tuvo claro desde la misma noche de su debacle electoral, al pasar de 125 escaños a 13 en las legislativas y perder todas las alcaldías de ciudades importantes –el 8 de septiembre se celebraron también municipales y regionales–, su lugar no podía ser otro que la oposición.
Con arreglo a la Constitución marroquí, el monarca tendrá ahora que elegir a los miembros del nuevo Ejecutivo a propuesta del jefe del Ejecutivo. Después Akhannouch deberá presentar ante el Parlamento su programa gubernamental, que será votado en la sesión de investidura.
Es precisamente el RNI de Akhannouch el único partido de los tres que seguirá en el Gobierno después de haberlo estado en el último gabinete; el propio primer ministro y exitoso empresario llevaba siendo ministro de Agricultura desde 2007 en ejecutivos liderados sucesivamente por el Istiqlal –primera fuerza en las elecciones legislativas de 2007- y el PJD –vencedores de los comicios de 2011 y 2016. Las elecciones del 8 de septiembre pusieron fin abrupto a la década hegemónica del PJD, que arrancó en el ambiente de efervescencia política de la Primavera Árabe y concluyó víctima de una profunda crisis económica y gestora, la división del propio partido, la incapacidad de imponer su programa en el Gobierno y la pérdida del favor real.
Hay que recordar que, aunque los Gobiernos marroquíes son siempre de coalición, cuentan con figuras independientes nombradas directamente por el jefe del Estado. Es el caso de llamados ministerios de soberanía, como Interior, Exteriores, Defensa o Asuntos Islámicos. Nada hace pensar, por ejemplo, que el jefe de la diplomacia marroquí, Nasser Bourita, vaya a dejar el Gobierno de Marruecos. No en vano, en conversación telefónica mantenida este martes con el ministro español de Exteriores, José Manuel Albares, ambos se daban cita para una próxima reunión en persona (aunque sin concretarse aún fecha), confirmando que el proceso de normalización de relaciones bilaterales sigue su curso.
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