Sulaima Ishaq El-Khalifa, activista sudanesa, durante su encuentro con LA RAZÓN, en Madrid

«La violencia actual en Sudán es peor que en la dictadura de Omar al Bachir»

La activista Sulaima Ishaq El-Khalifa asegura que está dispuesta a dejarse la vida en la calle para lograr la democracia

Los sudaneses están dispuestos a dejarse la vida en la calle para impedir que el golpe de Estado militar que tuvo lugar el lunes resquebraje la transición democrática en el país y regresen a los tiempos oscuros de la dictadura que dejaron atrás hace poco más de dos años. Con esta rotundidad lo explica a LA RAZÓN Sulaima Ishaq El-Khalifa, activista pro derechos humanos de la república africana que no se achanta ante el líder golpista, Abdel al Burham: «No tenemos miedo, no van a poder con nosotros».

Las imágenes de violencia que se han visto durante esta semana ponen en evidencia la tensión que sacude a Sudán entre los partidarios del regreso de la autoridad militar al poder y los que exigen que se respeten los acuerdos de 2019, donde se estableció una transición de responsabilidad compartida entre civiles y militares hasta alcanzar una democracia estable sin presencia marcial en las instituciones.

«Es la peor situación de violencia e inseguridad que se ha vivido en el país, peor que en tiempos del régimen de Al Bachir. Las milicias nos disparan, golpean a las mujeres, incluso a aquellos que no están manifestándose y caminan tranquilos por la calle. Hay personas que las han dejado paralíticas a causa de la violencia que están ejerciendo sobre la población», reconoce Sulaima Ishaq, que alude a los vídeos que estos días corren por las redes sociales donde se ve a militares apaleando a los ciudadanos.

Sulaima Ishaq El-Khalifa asegura no tener miedo a ser arrestada cuando regrese a Suán
Sulaima Ishaq El-Khalifa asegura no tener miedo a ser arrestada cuando regrese a SuánJesús G. FeriaLa Razon

A ella, el golpe le pilló en Madrid, donde había viajado como embajadora en cuestiones de igualdad de género del Gobierno del depuesto primer ministro, Abdalá Hamdok. Por eso, ha aprovechado su estancia en Europa para mostrar la cara pacífica de su país y aclarar que esto «es tan solo un bache»: «Esta acción de los militares es una especie de revancha. Consideran que el país es suyo. No quieren devolver el poder a los civiles ni deshacerse del control de los activos del país como el petróleo o el oro. Pero la sociedad ha despertado después de tres décadas de dictadura», relata en referencia al régimen de Al Bachir, acusado de genocidio por las barbaries cometidas durante sus años en el poder.

Ejército corrupto

Sin embargo, los jóvenes, que suponen el 70% de la población (la mayoría por debajo de los 25 años) esta determinados en su lucha prodemocracia y saben que es un momento clave para no dejar que los herederos de los vestigios del antiguo régimen se impongan a los deseos de liberación de las nuevas generaciones. «Desde la independencia del país, en 1965, hemos vivido tres golpes de estado, tres revoluciones y dos breves periodos de transición democrática. La gente sabe lo que nos espera si no luchamos contra la resistencia. Hemos aprendido de nuestros errores, por eso no podemos dar un paso atrás. Si los golpistas permanecen en la calle, nosotros también para frenarles».

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Según esta activista de 49 años, nacida en Arabia Saudí pero sudanesa de adopción, reconoce que en el país «existe una sensación de frustración ante la lenta implementación de reformas por parte del Gobierno de transición», pero asevera que «Hamdock es el líder capaz de llevarlo a buen puerto, tiene fuerza y la confianza de la mayoría de la población».

No ayuda, por ejemplo, que el país cuente con cinco ejércitos y múltiples milicias: «No se puede confiar en ellos. Muchos de sus integrantes provienen del antiguo sistema. Durante años han estado en guerra contra su propio país. Para lograr la democracia real es necesario la creación de un Ejército confiable, que realmente proteja a la población y no suponga una amenaza, que no ocurran crímenes como los que cometieron en Darfur y en tantos otros sitios». La clave está en la consolidación de las instituciones, también del sistema judicial que condene a los violentos, así como de los partidos políticos alejados de la corrupción.

Ella regresará en breve a su país, sin temor a lo que pueda ocurrirle: «A los que formamos parte del equipo de Hamdok nos están arrestando, es posible que cuando llegue allí también lo hagan conmigo. Está claro que perderé mi puesto en el Gobierno, pero yo resistiré, por mi país y por los sudaneses».