Análisis

Elecciones «fake» en Nicaragua

Farsa para atornillar en el poder a una pareja con vocación totalitaria

Nicaragüenses participan en una manifestación contra las elecciones presidenciales de su país
Nicaragüenses participan en una manifestación contra las elecciones presidenciales de su paísJeffrey ArguedasEFE

«En Nicaragua hay unas elecciones que son completamente un fake [de mentira]». Fue la afirmación del jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, al ser cuestionado sobre las elecciones del pasado domingo en el país centroamericano. Lo que se está consumando en Nicaragua es probablemente una de las tragedias más significativas en lo que va de siglo XXI en el continente americano.

Junto con Cuba y Venezuela, lo de Daniel Ortega se convierte en un verdadero secuestro al pueblo nicaragüense. Lo que ocurre no es una elección, sino una pantomima que no hace más que «atornillar» en el poder a una pareja presidencial con vocación totalitaria.

Una oposición a la medida de Ortega y su mujer se ha ido configurando durante los últimos años. El llamado «zancudismo» –fenómeno que explica el «acomodo» de partidos opositores al régimen sandinista– es un triste fenómeno en la política de ese país. Son ellos quienes se postularon, no para competirle a Ortega, sino para intentar legitimar lo que a todas luces resulta imposible: unas elecciones válidas, justas y limpias. Los verdaderos opositores hoy están presos, en el exilio o silenciados.

Estos «zancudos» son los que le hacen más daño a la democracia, incluso más que los propios sandinistas. Que no queden dudas de que todos aquellos contrincantes de Ortega en estas elecciones tienen «pactos de convivencia»; Ortega recibe legitimidad y ellos reciben prebendas y favores.

Los verdaderos héroes, además de la ciudadanía, son aquellos que no se han dejado doblegar y hoy tienen que ser resilientes desde las mazmorras de una justicia injusta. Son ellos quienes deben soportar los azotes de un régimen que ante el miedo a la verdad y a la voluntad popular, ha decidido imponerse como dinastía imperial.