Opinión

“Amnistía Internacional cuestiona en su informe el derecho de Israel a existir”

“Yo me encuentro entre los muchos israelíes que reconocen que no todo es perfecto en nuestro país, pero no podemos tolerar la difamación”

Amnistía Internacional presentó este lunes su último informe sobre derechos humanos en Paris
Amnistía Internacional presentó este lunes su último informe sobre derechos humanos en ParisMaya AlleruzzoAgencia AP

El informe que acaba de publicar Amnistía Internacional sobre Israel se corresponde con estos tiempos de mentiras, falsedad y propaganda, tan abundantes en nuestras noticias. Pero además del sesgo sistemático contra Israel, el informe malinterpreta la realidad de Israel, que es una sana democracia parlamentaria.

La obsesión con Israel ha sido un sello distintivo de Amnistía Internacional desde hace tiempo, pero el nuevo informe va mucho más allá al poner en duda la legitimidad de Israel, su derecho a existir como Estado-nación y etiquetarlo con expresiones muy cargadas –como la palabra «apartheid»– utilizadas por Amnistía Internacional exclusivamente para el «caso israelí».

Israel fue establecido en 1948 con el apoyo de las Naciones Unidas para proveer al pueblo judío de un hogar en su patria ancestral, tan necesario, especialmente después de los horrores del Holocausto. Desde el día de su establecimiento, Israel ha sido y es una democracia. Uno de los valores fundamentales de mí país ha sido siempre la igualdad ante la ley y la igualdad de derechos de todos sus ciudadanos. Entre muchas otras cosas en las cuales Israel destaca, quiero poner en evidencia la composición del Gobierno actual, que no solamente está integrado por un abanico amplio de partidos con diferentes ideologías, sino que también incluye a un partido árabe-islamista, cuya agenda es mejorar la vida cotidiana de la minoría árabe. La diversidad de Israel –y la participación de los diferentes grupos que conforman la sociedad– no es solo perceptible en la vida cotidiana, sino que también tiene su reflejo en la vida política y en las instituciones. En el Parlamento –la Knesset–, al igual que en el Gobierno, están representados los diferentes grupos que forman el mosaico social de Israel: judíos y árabes, laicos y religiosos, mujeres y hombres, personas con discapacidad, los que pertenecen a la comunidad LGTBIQ, inmigrantes, etc.

Como todo país democrático, Israel está abierto a la crítica (desde dentro y desde fuera del país) y yo me cuento entre los muchos israelíes que aceptamos que no todo es perfecto en nuestro país, que hay que corregir algunas de nuestras conductas y ser más sensibles con todo lo que tiene que ver con las relaciones mayoría-minorías.

Sin embargo, no podemos tolerar la difamación, la estigmatización basada en una caracterización errónea y malintencionada ni la calumnia. Por este motivo hacemos un llamamiento a Amnistía Internacional para que retire su malicioso y engañoso informe para salvar lo que se pueda de su reputación.

*Rodica Radian-Gordon es embajadora de Israel en España