Bloqueo
Odesa, la perla del Mar Negro, cambia las sombrillas de la playa por las barricadas
La falta de turistas y el bloqueo de los puertos asfixian la economía de la provincia más grande de Ucrania
Las ordenadas calles de Odesa, bordeadas de viejos plátanos y elegantes edificios del siglo XIX, podrían fácilmente parecerse a Barcelona o Milán si no fuera por los erizos antitanques que lucen sus calles. Ya en los primeros días de la invasión se colocaron a lo largo de su arteria central, la calle Pushkinska, que conduce desde su estación central de trenes hasta el edificio neobarroco de la ópera.
Con las tropas rusas acercándose, en la calle Deribasivka, llamada así por uno de los fundadores de la ciudad José de Ribas, de origen español, se podían ver multitudes de personas en pleno trasiego. Sin embargo, en lugar de pasear o cenar en uno de los muchos restaurantes estaban ocupados levantando barricadas con sacos de arena. Intentaban así proteger la ciudad, que sufrió muy pronto el ataque de tropas enemigas durante la Segunda Guerra Mundial, cuando fueron asesinados miles de sus vecinos, muchos de ellos judíos.
Desde el 24 de febrero, cuando comenzó la invasión rusa, la ciudad portuaria en la costa del Mar Negro ha vuelto a una especie de normalidad. El avance ruso se detuvo en Mykolaiv, más al este de Odesa. La mayor parte de la flota rusa se retiró hacia Crimea por temor a los misiles ucranianos después de que hundieron su buque insignia “Moskva”. Han retirado la mayoría de las barricadas de las calles y muchos cafés han vuelto a abrir. Uno no siente la guerra aquí tan agudamente como en el este del país.
Sin embargo, tal normalidad es pura ilusión, tal y como explica Román, un joven odesita. Explosiones esporádicas sacuden la ciudad entera. Román y su esposa Dasha pasaron varias noches en el pasillo de su apartamento por miedo después de que un misil ruso impactara en un bloque residencial en Semana Santa, matando a 8 personas e hiriendo a 19.
Maxim Voytenko, un periodista de Odesa, comparte en su cuenta de Facebook: “Los vecinos de la ciudad siempre han soñado con playas vacías. ¿Quién sabía cuál sería el precio?”. El clima es soleado. En condiciones normales, las kilométricas playas de arena de Odesa ya estarían llenas. Aquellos que sueñan con escapar del calor para refrescarse en el agua son recibidos por los carteles que dicen “minas” y las cintas que acordonan las playas desde el paseo marítimo.
La mayoría está de acuerdo con la prohibición. Otros se quejan: “No me siento segura en ninguna parte de la ciudad. Me podría atrapar fácilmente la lluvia de fragmentos de vidrio después de que un misil ruso golpee mi vecindario mientras salgo a caminar”. Algunos no resisten la tentación y aún así se dan un baño, ignorando los carteles. La policía suele aparecer rápidamente. Nadie quiere peleas, por lo que recurren a pedir perdón. La mayoría cumple.
Es comprensible que el ejército ucraniano no proporcione detalles exactos sobre dónde precisamente están las minas en la ciudad y en la zona adyacente. Partes de la costa de varios cientos de kilómetros han sido sembradas con minas antitanque y anti infantería en caso de un intento de desembarco por parte de los rusos. Además, parte del peligro radica en que los fuertes vientos arrastran las minas rusas a la costa. Fue Rusia la que minó las rutas marítimas desde Odesa y otros puertos ucranianos hasta el Bósforo, bloqueando todo movimiento de barcos comerciales en el área desde el comienzo de la invasión. Desde entonces, las minas rusas han sido avistadas en las costas no solo de Ucrania, sino también de Bulgaria y Turquía. Según Sergiy Bratchuk, portavoz de las autoridades locales, Ucrania también ha colocado minas para proteger las entradas a sus puertos.
El gran puerto de Odesa, un importante centro logístico por lo general bullicioso, ahora está tranquilo. Los barcos están atracados sin hacer nada y solo queda una tripulación mínima para cuidarlos. Algunas de sus instalaciones han sido blanco de los misiles rusos. Los ataques a la ciudad aumentaron después de que un general ruso declarara la intención de conectar Rusia con la vecina Transnistria, un territorio separatista en Moldavia.
Budzhak, la región grande pero escasamente poblada al oeste de Odesa, está especialmente amenazada. Solo está conectada a la metrópoli con una carretera y un puente ferroviario a través del estuario del río Dniéster. El puente ha sido alcanzado repetidamente por los misiles rusos. Uno de ellos golpeó recientemente un hotel, lo que subraya los riesgos para los turistas que solían inundar las numerosas aldeas turísticas durante el verano.
La falta de turistas y el bloqueo de los puertos asfixian la economía de la provincia más grande de Ucrania. Sin embargo, incluso si el acceso a las playas está cerrado, algunos hoteles y restaurantes se han abierto. “Tenemos que salir adelante o tendremos que ir al extranjero para poder ganar dinero. También hay muchas personas aquí que han trabajado para nosotros durante años. Tenemos que intentarlo por su bien. Todo esto es doloroso. Pero lo más importante para nosotros es ganar la guerra”, dice la dueña de un restaurante al canal de televisión ucraniano Suspilne.
La reapertura de los puertos para la exportación de grano podría ayudar a Odesa a superar las dificultades. Sergiy Bratchuk subraya que Ucrania no va a desminar sus puertos a menos que esté seguro de que Rusia no aprovechará esta oportunidad para atacarlos. Solo cuando termine la guerra la ciudad podrá volver a una vida normal.
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