Crisis
Sri Lanka: cae otra ficha de dominó en el colapso económico mundial
La furia por la grave crisis económica de la nación insular hierve desde hace meses anticipa crisis similares en otros países en vías de desarrollo de todo el mundo
Las escenas de caos del palacio presidencial de Sri Lankaconquistado por cientos de miles de manifestantes y de la residencia privada del primer ministro, Ranil Wickremesinghe, convertida en cenizas han causado una gran conmoción mundial. El país atraviesa su peor crisis institucional y económica desde 1948, año en que se independizó del Reino Unido. Los últimos acontecimientos reflejan un país sublevado, sacudido por una crisis económica sin precedentes y por una disidencia política contra la familia Rajapaksa, que ha ocupado los principales puestos del gobierno durante más de dos décadas.
“Arruinaste nuestras vidas con tus políticas irracionales alimentadas por la arrogancia. Eres un hombre cruel, ignorante e insensato. Estamos unidos, decididos, con fuerza, desarmados. Queremos recuperar nuestro país. No tenemos miedo de morir para liberarlo de vuestro gobierno insensible y autocrático”, increpó un pueblo enardecido a su líder.
La furia por la grave crisis económica de la nación insular hierve desde hace meses, y son muchos los que culpan a sus mandatarios de la escasez generalizada y la inflación galopante. La semana pasada, la tensión se disparó con miles de disidentes rodeando la residencia del presidente Gotabaya, que gozando de inmunidad se vio obligado a huir junto a su familia rumbo a Singapur en un avión custodiado por el ejército.
El controvertido mandatario, a quien la mayoría budista cingalesa consideraba un “héroe de la lucha” por haber aplastado a los Tigres de Liberación del Eelam tamil y haber puesto fin a una lucha civil de casi 30 años, renunció el jueves a su cargo. El Parlamento debería votar en un plazo de 30 días a uno nuevo para completar el actual mandato presidencial, que está previsto que finalice en 2024.
Mick Moore, economista político y fundador del Centro Internacional para la Fiscalidad y el Desarrollo británico, explicó en una entrevista a LA RAZÓN que “para evitar que la situación se radicalice y avance la violencia, la solución sería convocar elecciones lo antes posible. El problema de la creación de un nuevo gobierno radicaría en que el propio Parlamento seguirá dominado por la Alianza para la Libertad del Pueblo (SLPFA), dominada por Rajapaksa, que controla 145 de los 225 escaños del Parlamento. El pueblo desconfía y no los quiere”.
Sri Lanka se ha convertido en sinónimo de quiebra total. Los surtidores de gasolina están secos, las tiendas desiertas sin víveres y los ciudadanos han sufrido un descenso a los infiernos en su nivel de vida. El país está atenazado por la deuda, y ya no tiene suficiente liquidez para importar bienes o prestar servicios esenciales a la población, como la electricidad, la sanidad, el transporte o el suministro de alimentos.
Para Moore las actuales circunstancias desfavorables son el resultado de la acumulación de deuda, los errores políticos y los proyectos de infraestructura mal concebidos. “El gobierno llevó al país a esta frágil situación por su enorme incompetencia e ignorancia en finanzas, creyéndose dioses que podían hacer lo que quisieran. Ganaron las elecciones por mayoría absoluta pero sus prácticas autoritarias, su terrible arrogancia y la corrupción han arrastrado al colapso final de su administración. Les ha explotado en la cara”, aseguró el experto.
El 12 de abril, el gobierno suspendió temporalmente los pagos a los acreedores internacionales, marcando un hito histórico en la crisis económica y financiera que asola a esta nación insular de 22 millones de habitantes.
Las causas de este fiasco monumental son bien conocidas para Moore. Una deuda masiva de 51.000 millones de dólares, de los cuales más de la mitad son de deuda externa pública, un déficit presupuestario cada vez mayor debido a las exenciones fiscales populistas que se decidieron en un momento en el que las arcas del gobierno estaban vacías. A esto se une una reforma agrícola que sumió al país en la inseguridad alimentaria y, por último, la pandemia de Covid-19 que asestó un golpe mortal al sector turístico, mermando los ingresos en divisas.
Ahora se enfrentan a lo que probablemente será la reestructuración de la deuda soberana más compleja de la historia reciente. El proceso será observado de cerca por otras economías emergentes que se han endeudado durante la pandemia. Según el FMI, 38 países en desarrollo están empeñados o corren un alto riesgo.
Las deudas del país son insostenibles y el apoyo del FMI estará condicionado a que los acreedores acepten primero ofrecer garantías para hacerlas sostenibles de nuevo. Aunque se llegase a un acuerdo con el Fondo, conciliar los intereses contrapuestos con China e India será bastante complicado. Conseguir un acuerdo con otros acreedores incluido el de los prestamistas comerciales del país sería otro gran paso. En cualquier caso, llevará meses.
Alrededor de 1.600 millones de personas en 94 países sufren al menos el impacto de la crisis en los sistemas alimentarios, energéticos y financieros, y en torno a 1.200 millones de ellas viven en países sometidos a la “tormenta perfecta”, especialmente vulnerables a la crisis del coste de la vida y a otras amenazas a largo plazo, según un informe elaborado el mes pasado por el Grupo de Respuesta a la Crisis Mundial del Secretario General de las Naciones Unidas.
El impago de Sri Lanka no es más que uno de los muchos que se producirán este año entre los países de los mercados emergentes, mientras las tensiones económicas están alimentando protestas en numerosas naciones. La guerra de Ucrania, la pandemia y el aumento del valor del dólar estadounidense se han combinado para dañar unas economías ya de por sí débiles. El índice de vulnerabilidad de la deuda soberana de Bloomberg considera que El Salvador, Ghana, Egipto, Túnez y Pakistán figuran entre los países más cercanos a Sri Lanka.
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