Oriente Medio

Las aulas iraníes se levantan contra la teocracia

Los retratos del ayatolá Ali Jamenei son sustituidos por el eslogan de la revolución, «mujer, vida y libertad»

Un grafiti en apoyo de las mujeres iraníes en un túnel de París
Un grafiti en apoyo de las mujeres iraníes en un túnel de ParísFrancois MoriAgencia AP

El espíritu revolucionario de las mujeres iraníes se extendió como la pólvora a los campus y aulas de las universidades. En solidaridad con las protestas por la muerte de la joven Mahsa Amini, fallecida bajo custodia policial por incumplir las normas de vestimenta del régimen islámico, miles de estudiantes impulsaron una huelga.

En muchas clases, los retratos del ayatolá Ali Jamenei fueron sustituidos por el popular eslogan «mujer, vida y libertad». Pero el presidente Ebrahim Raisi, que insiste en que las protestas son un complot organizado por EE UU e Israel, ordenó a las fuerzas de seguridad reprimir las movilizaciones con brutalidad. «La determinación del país es cooperar para reducir los problemas de la gente», justificó el mandatario.

Los estudiantes tomaron la iniciativa de una de las movilizaciones contra el sistema más masivas de los últimos años, que pretenden derribar las rígidas normas islámicas vigentes desde 1979. En el campus de la universidad de Sharif en Teherán –habitual foco de disidencia–, la policía antidisturbios cargó con dureza el domingo y el lunes. Dispersaron a los alumnos con gases lacrimógenos, y en varios vídeos se escucharon disparos. En un parking subterráneo, los agentes apalearon con porras a los concentrados. Decenas de jóvenes fueron arrestados. Los docentes impartieron sus clases en aulas vacías.

Uno de los casos con más repercusión en los últimos días fue el de la joven Nika Shakarami, de 17 años. Sonriente y sin velo, se subió a un escenario a cantar fragmentos de una ópera. Pagó su talento y descaro con la muerte: el 30 de septiembre sus padres recibieron su cadáver. Estuvo una semana desaparecida, y su familia no recibió ninguna información. Activistas alegaron que también murió en custodia policial, y el «hashtag» con su nombre en redes sociales contribuyó a extender las movilizaciones. «Enemigos externos han intentado fomentar un ambiente tenso tras este incidente», apuntó Dariush Shanoonvand, fiscal de la provincia de Lorestan.

En los campus, que durante pasadas manifestaciones se mantuvieron en relativa calma, circulan mensajes de apoyo a los detenidos. En algunos casos, los enfurecidos estudiantes lograron expulsar a funcionarios del Ministerio de Educación que pretendían restablecer el orden. Sin complejos, algunas estudiantes se filmaron pisoteando los retratos de los líderes supremos. En 1978, las huelgas estudiantiles y sindicales culminaron con la caída del Shah un año después. Ahora, aspiran a derribar al régimen de los ayatolá. «¡Los estudiantes encarcelados deben ser liberados!», clamaban en la universidad Tarbiat Modares de Teherán. En la conservadora ciudad de Mashdad, los estudiantes esgrimían que «la universidad de Sharif se convirtió en una prisión, y la prisión de Evin en una universidad», en referencia a una de las cárceles más reconocidas de la capital iraní. Las concentraciones se expandieron también a facultades de Shiraz, Sanandaj, Yazd o Kermanshah. «Independencia, libertad y muerte a Jamenei», se leía en chats estudiantiles.

En Tabriz, 300 alumnos fueron arrestados. Pese a la represión y el despliegue de los paramilitares Basij en el campus local, no se detuvo la insurrección. «La universidad fue completamente rodeada, y la seguridad cerró todos los accesos. Los estudiantes lograron romper las puertas y salir a las calles, pero las fuerzas especiales les forzaron a regresar al interior», contó un alumno. Muchos terminaron con huesos rotos por los porrazos, pero evitaron ir a hospitales para no ser identificados.

En institutos segregados por sexos por todo el territorio, adolescentes se filmaron ondeando sus «hiyabs» (velo islámico) y cantando eslóganes revolucionarios. La sublevación cobró especial fuerza en las regiones kurdas al noroeste del país, de donde era oriunda Amini. El régimen está culpando también a grupos opositores kurdos de fomentar la confrontación. El martes, la Guardia Revolucionaria bombardeó tres bases de milicias kurdas en el Kurdistán iraquí, según la agencia Tasnim.

Las protestas siguen con fuerza desde su estallido en el funeral de Amini el 17 de septiembre, aunque es difícil calibrar su magnitud y las cifras de víctimas mortales y detenidos. Los canales oficiales apuntan a 41 fallecidos, pero grupos opositores en el extranjero aseguran que son muchos más. Iran Human Rights, con base en Noruega, elevó la cifra a 133. Más de 40 habrían sido abatidos –incluidos 9 niños– en Zahedan, la capital de la provincia de Sistan-Baluchistán. Otras fuentes dicen que habría al menos 80 cadáveres. El medio digital IranWire informó que se desplegaron agentes fuertemente armados, que convirtieron las calles en un campo de batalla. “Algunos de los heridos están falleciendo por las heridas, y los números crecen constantemente”, alertó Habibollah Sarbazi, del Partido Solidaridad con Baluchistán.

Pese al bloqueo de aplicaciones y cortes de redes, no cesa el flujo de vídeos de manifestantes quemando sus velos, caminando con el pelo descubierto o cortándose mechones de pelo.

Para intentar contrarrestar la furia estudiantil, la tele oficialista emitió vídeos con estudiantes progubernamentales en la universidad de Ferdowsi (Mashdad) proclamando que “la República Islámica es nuestra línea roja”.