Rearme
Japón da un giro histórico y permite a su Fuerza Armada realizar ataques preventivos contra enemigos
Tokio deja atrás su pacifismo y aprueba su mayor rearme desde el final de Segunda Guerra Mundial
Las nuevas directrices de Defensa aprobadas hoy por Japón marcan su mayor rearme desde el final de la II Guerra Mundial y le dotan de capacidades militares hasta ahora inéditas, en un país cuya Constitución pacifista capa su uso de la fuerza para resolver conflictos. El primer ministro, Fumio Kishida, afirmó que dotar al país con nuevas capacidades militares de “contraataque” es “imprescindible” para su supervivencia, ante los desarrollos en la tecnología de misiles por parte de otras naciones.
Este giro llega en el contexto de tensiones regionales crecientes debido al auge militar de China y a los continuos test de misiles de Corea del Norte, y después de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, país con el que Tokio mantiene una disputa territorial.
“Mirando el entorno de Japón, se enfrenta al entorno de seguridad más severo y complejo desde el final de la Segunda Guerra Mundial”, según la nueva Estrategia de Seguridad Nacional (NSS) del país, que también señaló una creciente presión “por parte de aquellos que buscan cambiar unilateralmente el statu quo por la fuerza”.
Estos son los puntos principales de la nueva hoja de ruta nipona sobre Defensa, definida en tres documentos aprobados este viernes y que marcan el camino a seguir para los próximos diez años:
Gasto militar a nivel de la OTAN
Las directrices incluyen el objetivo de elevar el gasto militar de Japón entre 2023 y 2027 hasta el 2 % del producto interior bruto nacional (PIB), lo que lo equipara al nivel de gasto de los países miembros de la OTAN y rompen el techo inferior al 1 % que mantiene el país desde hace décadas.
La cifra marcada asciende para ese período a los 43 billones de yenes (unos 296.300 millones de euros), o un incremento del 50 % frente al lustro anterior.
Capacidad de contraataque
El punto más novedoso y controvertido es la mención a las nuevas “capacidades de contraataque” de Japón. En los documentos esto se define como el poder de atacar instalaciones militares enemigas como vía para disuadir o prevenir potenciales ofensivas contra Japón o contra países aliados.
Esta medida se considera dentro del “mínimo indispensable” para la defensa de territorio japonés ante los rápidos desarrollos armamentísticos de China y Corea del Norte, aunque ha generado un amplio debate por la posibilidad de que abra la puerta a ataques preventivos en caso de detectarse preparativos para una agresión contra territorio nipón.
Estos actos tendrían difícil encaje en la Constitución pacifista de Japón, que limita el uso de la fuerza militar a funciones exclusivamente defensivas. La redacción del documento no ahonda en el proceso de decisión que se seguiría para recurrir a esta medida, aunque sí señala que cualquier posible “contraataque” se coordinaría con Estados Unidos.
Los críticos de la capacidad de contraataque creen que existe una posible violación de la postura orientada a la defensa de Japón bajo el Artículo 9 de la Constitución que renuncia a la guerra. Sin embargo, el gobierno ha considerado durante mucho tiempo que la capacidad es constitucional siempre que se cumplan tres condiciones para el uso de la fuerza: que se haya producido o sea inminente un ataque armado; que no hay otra forma de detener un ataque; y que el uso de la fuerza se limite al mínimo necesario.
Misiles de largo alcance
Debido a la citada restricción de la Constitución nipona y a que Japón depende en gran medida de Estados Unidos para la Defensa de su territorio en virtud del acuerdo de seguridad bilateral, las fuerzas de Autodefensa (Ejército) del país asiático contaban hasta ahora con misiles que podían recorrer como máximo varios centenares de kilómetros.
Según el NSS, los ataques con misiles contra Japón “son una amenaza real”, y la capacidad de contraataque es “clave” para disuadir la agresión de vecinos como China y Corea del Norte, que han “mejorado drásticamente” sus propias capacidades armamentísticas.
Japón planea ahora hacerse con proyectiles de mucho mayor rango, entre ellos misiles Tomahawk estadounidenses, capaces de alcanzar objetivos a más de 1.000 km, además de modificar misiles domésticos antibuque para convertirlos en armas de largo alcance y de desarrollar proyectiles hipersónicos.
Disuasión ante Pekín
Con estas nuevas armas Japón espera ganar poder disuasorio ante las amenazas crecientes que ve en Corea del Norte y en China, países que han desarrollado notablemente su tecnología de misiles en los últimos años.
Tokio prevé instalar escudos antimisiles adicionales en puntos estratégicos de su territorio, además de desplegar parte de su nuevo arsenal de largo alcance en el extremo suroccidental del archipiélago nipón y próximo a Taiwán, en un movimiento dirigido a contrarrestar los movimientos de Pekín en la zona y en anticipación de una potencial contingencia en torno a la isla.
Mando unificado con EEUU
Las Fuerzas de Autodefensa de Japón contarán a partir de ahora con un solo “Comando conjunto permanente”, responsable de coordinar mejor sus divisiones áreas, marítimas y terrestres con las fuerzas estadounidenses.
Japón también tiene previsto expandir su “red de múltiples capas” con aliados que además de Washington incluyen a Australia, Corea del Sur, la India o países de la ASEAN, según la nueva hoja de ruta.
China, el mayor desafío
Hasta ahora, el gobernante Partido Liberal Democrático de Kishida había tratado de definir a China como una “amenaza” en la Estrategia de Seguridad; sin embargo, ejecutivo redujo el nivel del lenguaje en deferencia a las objeciones de Komeito, el socio menor del bloque gobernante, y finalmente se refirió a la potencia asiática como “el mayor desafío estratégico al que jamás se haya enfrentado Japón”.
✕
Accede a tu cuenta para comentar