Violencia de género
Dos diputados senegaleses condenados a prisión por patear a una compañera embarazada
Massata Samb y Mamadou Niang han sido condenados por un tribunal senegalés tras la agresión ocurrida el pasado 2 de diciembre
Dos parlamentarios de la oposición de Senegal fueron condenados este lunes a seis meses de prisión por agredir a una diputada embarazada durante la sesión presupuestaria del dos de diciembre. Massata Samb y Mamadou Niang, miembros del histórico Partido Unidad y Concentración (PUR), se verán además obligados a pagar una indemnización de 5 millones de francos CFA (7.600 euros) a Awa Ndiaye Gniby, diputada por la coalición presidencial Benno Bokk Yakaar.
El incidente fue muy sonado en Senegal y criticado en todo el mundo. Un vídeo grabado por las cámaras de televisión del Parlamento mostraba cómo uno de los acusados asestaba una sonora bofetada a la diputada, después de que esta respondiera de forma condescendiente para referirse a uno de los guías religiosos de Senegal. Ndiaye reaccionó a la agresión arrojando una silla a Massata Samb, momento en que Mmadou Niang se interpuso para detenerla y asestó una brutal patada en el estómago de la diputada, que aseguran fuentes cercanas que se encontraba embarazada. Tras unos segundos de caos y vergüenza, algunos miembros de la cámara consiguieron detener la pelea y Ndiaye, que se desmayó después del ataque, pudo ser evacuada al hospital ante el temor de que fuera a perder el bebé.
Aunque estas imágenes quedaron recogidas por las cámaras de televisión y no cabe duda de lo ocurrido, los acusados no dudaron en negar categóricamente los hechos que se enunciaron durante el proceso judicial. Samb incluso dijo que su única intención era la de quitarle la bufanda a la diputada.
Machetes, puñales y cachiporras
El fiscal pedía hasta dos años de cárcel para los diputados y el pago de 500 millones de francos CFA en daños y perjuicios, alegando que la agresión se trataba de un acto innegable de violencia de género, mientras la defensa procuró basar su argumentación, sin éxito, en que no los acusados podían ser imputados debido a su condición parlamentaria. A la salida del juicio, uno de los abogados comunicó a periodistas de AFP que ambos diputados “permanecerán en prisión a la espera de una apelación”.
El partido al que pertenecen los diputados condenados ya protagonizó otras polémicas en el pasado. La última de ellas, en 2019, ocurrió cuando simpatizantes del PUR y del partido de Gobierno se enfrentaron durante la campaña electoral en Tambacounda, enfrentamientos que concluyeron con tres seguidores del Benno Bokk Yakaar muertos y dos periodistas heridos. Muchos de los periodistas presentes durante el incidente, entre ellos un observador del canal de televisión France 24, aseguraron después que los causantes de las muertes no habían sido otros que los simpatizantes del PUR. Y a los pocos días, 24 miembros de seguridad del PUR fueron arrestados por la policía al hallarse en sus vehículos “machetes, puñales, bombas de gas y cachiporras”.
Pulsos políticos en Senegal
Aparte del deleznable ejemplo de violencia de género que se vivió en el Parlamento senegalés durante la agresión a la diputada Ndiaye Gniby, caben a destacar dos detalles ante lo sucedido. El primero de ellos, la importancia que tiene el plano religioso dentro de la política senegalesa. El líder religioso “ultrajado” por la diputada no era otro que Serigne Moustapha Sy, líder de la cofradía musulmana de los Moustarchidines pero también presidente honorífico del PUR. Esto se debe a que el apoyo de la población senegalesa a sus políticos viene íntimamente reflejado en el apoyo que estos reciban de los diferentes líderes religiosos, los cuales controlan de facto amplios sectores sociales del país. Esto lleva a que algunos vean la agresión a la diputada como una forma de restaurar el honor dañado de Moustapha Sy, plenamente justificable en sus formas. Recordemos que la legislación senegalesa tiene en cuenta la ley islámica, que permite a un marido golpear a su esposa si esta se niega de mala fe a realizar sus “obligaciones maritales”.
La segunda nota a destacar viene del silencio del presidente senegalés, Macky Sall, con respecto al incidente. Lejos de involucrarse en lo sucedido, ha preferido mantenerse al margen por una razón que muchos suponen. Por estas fechas se está celebrando un juicio de enorme importancia en la política de Senegal y que ya ha salpicado de manera más que suficiente al mandatario: el de Ousmane Sonko, líder de la oposición por el partido PASTEF, que fue acusado en 2021 de haber agredido sexualmente a una masajista. De resultar definitivamente probados los hechos de los que se le acusan, Sonko, que se trata de la mayor amenaza de Sall en las próximas elecciones de 2024, no podría presentarse a los comicios. Lo que daría vía libre a Macky Sall para gobernar con un tercer mandato consecutivo.
Muchos de los seguidores de Sonko, y también de partidos como el PUR, acusan a Sall de haber orquestado una “falsa acusación” para sacudirse de encima a su rival, cuya inmunidad jurídica como alcalde de Ziguinchor (una importante ciudad al sur de Senegal) también habría sido obviada durante el juicio que se está llevando a cabo. Se supone que Sall ha preferido relegar a un segundo plano el juicio de la agresión a su colega, para así evitar las acusaciones que le suelen señalar como un autócrata en potencia.
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