Lo que parecía un regreso tranquilo tras unas vacaciones familiares en la Costa Blanca acabó convirtiéndose en toda una anécdota inesperada para Beth Withington, una joven de 24 años residente en Littleborough, Gran Mánchester.

Días después de aterrizar en Reino Unido junto a su pareja, Ryan Birch, y sus tres hijos, Beth se dispuso a deshacer una de las maletas cuando algo diminuto y escurridizo captó su atención. Al mover la ropa, detectó un leve movimiento y, presa del sobresalto, cerró de inmediato la maleta. “¡Ryan, hay una lagartija dentro!”, gritó.

El "intruso" resultó ser un pequeño gecko de apenas 6,35 centímetros, que se había colado sin que nadie lo notara en el equipaje durante su estancia en un hotel en España. Tras el susto inicial, la pareja improvisó un refugio casero usando un recipiente de plástico agujereado con un destornillador.

Decididos a asegurarse de que el reptil no suponía un riesgo ni para ellos ni para él mismo, consultaron con un veterinario. Al confirmar que no había peligro, optaron por adoptarlo oficialmente. Lo bautizaron como Grylls, en homenaje al aventurero británico Bear Grylls: “Ha sobrevivido escondido durante más de 2.000 kilómetros, es un auténtico explorador”, comentó Ryan, de 31 años y farmacéutico de profesión.

Aunque nunca habían considerado tener una mascota, Beth siente que fue el animal quien los eligió a ellos. “Es como si hubiera querido venir con nosotros. Ahora es un recuerdo vivo de las vacaciones”, asegura con una sonrisa.

La historia, tan curiosa como entrañable, no tardó en viralizarse cuando la pareja compartió su experiencia en TikTok. El vídeo donde muestran a Grylls superó las 146.000 visualizaciones, y algunos usuarios incluso les enviaron regalos: un terrario, una manta térmica y otros accesorios necesarios para cuidar del reptil en su nuevo entorno británico.

Actualmente, Grylls cuenta con su propio espacio acondicionado: luz UV, temperatura controlada y una dieta especial a base de insectos. Aunque está lejos del clima cálido del Mediterráneo, su nuevo hogar parece hacerle justicia.

No todo fueron aplausos: en redes sociales, surgieron críticas que acusaban a Beth de haber sacado intencionadamente al animal del país. Ella lo niega rotundamente. “Jamás fue a propósito. No podía sobrevivir si lo soltábamos aquí, así que lo más sensato era quedárnoslo”, explica.

Incluso la aerolínea con la que viajaron, Jet2, se tomó el asunto con humor. “Con nuestra generosa franquicia de 22 kg por pasajero, ¡siempre hay espacio para uno o dos geckos!”, bromeó un portavoz.

Hoy, Grylls forma parte de la familia. El hijo mayor de la pareja, de tan solo tres años, está encantado con el nuevo inquilino. “Le encanta su casa nueva. Dice que es increíble. Creo que los dos están igual de felices”, comenta Beth.