Opinión

Bajo la ola izquierdista que inunda Iberoamérica

Gustavo Petro, ex guerrillero y alcalde izquierdista de Bogotá, puede ser el siguiente si se impone este domingo en las urnas

AME7176. BOGOTÁ (COLOMBIA), 17/06/2022.- El candidato a la presidencia por el Pacto Histórico, Gustavo Petro (d), junto al excandidato a la presidencia Alejandro Gaviria, participa en una reunión con colaboradores de su campaña hoy, en Bogotá (Colombia). Gustavo Petro acompañó este viernes una mesa de trabajo con personalidades de la política y colaboradores de su campaña. EFE/ Carlos Ortega
AME7176. BOGOTÁ (COLOMBIA), 17/06/2022.- El candidato a la presidencia por el Pacto Histórico, Gustavo Petro (d), junto al excandidato a la presidencia Alejandro Gaviria, participa en una reunión con colaboradores de su campaña hoy, en Bogotá (Colombia). Gustavo Petro acompañó este viernes una mesa de trabajo con personalidades de la política y colaboradores de su campaña. EFE/ Carlos OrtegaCarlos OrtegaAgencia EFE

Un viento de victoria sin precedentes para la izquierda sopla en toda América Latina. Lanzado mucho antes de la crisis sanitaria, el movimiento electoral atraviesa el continente de norte a sur, en México, Bolivia, Perú, Honduras, Chile. Este domingo, el fenómeno político podría extenderse este domingo Colombia, antes de Brasil, el gigante económico y geopolítico, acuda a las urnas finales de 2022. Gustavo Petro, ex guerrillero y alcalde izquierdista de Bogotá entre 2012 y 2015 compite hoy en la segunda vuelta frente al empresario populista Rodolfo Hernández por la presidencia de un país cuya vida política ya no está dominada por el conflicto con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Las nuevas mayorías han anunciado una revolución social con, entre otras cosas, el aumento de los servicios públicos, la seguridad social universal y una verdadera redistribución de la riqueza. Sin embargo, el contexto sigue siendo complejo e incluso hostil para unos dirigentes que ya están bajo el fuego cruzado de una realidad económica desastrosa, unos presupuestos anémicos, una deuda abismal, una inflación galopante y una oposición muy agresiva con los ciudadanos rápidamente convertidos en adversarios si no se cumplen las promesas.

La pobreza está en su nivel más alto en 20 años. La desconfianza popular hacia las instituciones públicas y sus dirigentes es total. Una gran parte del electorado ha votado a la izquierda porque es la oposición del momento.

Fue la aplastante victoria presidencial de Andrés Manuel López Obrador en México en 2018. En 2019, les tocó a Guatemala y Panamá elegir mayorías de centroizquierda. En Argentina, ese mismo año, los peronistas volvieron. En 2020, en Bolivia, ganó el socialista Luis Arce. El mismo año, en Perú, Pedro Castillo, un maestro de escuela de provincias, se convierte en presidente. En Honduras, Xiomara Castro, una candidata de izquierdas ganó las elecciones presidenciales por un amplio margen. A finales de noviembre, en Chile, la izquierda volvió a ganar con Gabriel Boric. Sólo Uruguay, Ecuador y El Salvador han resistido los vientos del cambio.

Nunca en la historia latinoamericana ha cogobernado una proporción tal de mayorías de izquierdas, mayoritariamente populistas y más bien antiamericanas.

Ahora bien, la batalla electoral brasileña, probablemente muy violenta, será central para América Latina, Estados Unidos y más ampliamente para el reequilibrio de una nueva globalización. Pobreza galopante, debacle sanitaria, polarización social, caos económico, etc. La sociedad brasileña está en crisis e incluso enfrentada. El expresidente Lula parece capaz de aglutinar a muchas más fuerzas de la izquierda y está en posición de victoria para las presidenciales de este año.

En este contexto, China podría ser la gran vencedora de esta convulsión regional al amenazar el “coto geopolítico” de EE.UU. Movilizados por lo que está en juego en el plano económico, los nuevos dirigentes parecen muy abiertos a la estrategia global china de préstamos e inversiones en infraestructuras. Se trata de un verdadero desafío geopolítico, esta vez de proximidad, para Estados Unidos, que también tendrá muchas más dificultades para seguir presionando de forma aislada a sus adversarios de Cuba, Nicaragua y Venezuela.

Frederic Mertens de Wilmars

Profesor y coordinador del Grado en Relaciones Internacionales en la Universidad Europea de Valencia