Incertidumbre política

Lasso acusa a Correa de orquestar un complot para hacerse con el control del Estado ecuatoriano

El presidente justifica la disolución de la Asamblea Nacional como única forma de evitar que el correísmo cope las instituciones.

El presidente de Ecuador, Guillermo Lasso 17/05/2023
Lasso sobre la disolución de la Asamblea Nacional: "He puesto por delante a Ecuador"Europa Press/Contacto/Rodrigo BuEuropa Press

El presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, justificó ayer su decisión de disolver el Congreso ecuatoriano en un supuesto plan del expresidente Rafael Correa para ocupar el poder de las instituciones del Estado.

En una entrevista con la cadena CNN, Lasso dijo que la decisión de invocar el artículo 148 de la Constitución para disolver el Congreso y propiciar así un adelanto electoral sirvió para detener “un macabro plan desde lo político” orquestado por el expresidente Rafael Correa.

Según el, el complot de sus rivales buscaba “tomarse el control de las instituciones del Estado, para producir impunidad y viabilizar el retorno de un presidente que ha sido sentenciado por corrupción, por la Corte Nacional de Justicia, y que no quiere cumplir con la pena establecida de ocho años de prisión”.

Un mensaje claramente dirigido a Correa, que acumula tres condenas por delitos de corrupción y reside en Bélgica, donde la Justicia ecuatoriana no puede echarle el guante y desde donde dirige la acción de su movimiento político.

Fue el movimiento Unión por la Esperanza (UNES) leal a Correa, el que impulsó el juicio político en la Asamblea Nacional para sacar a Lasso del poder, maniobra abordada por la disolución del Congreso decretada por el presidente.

Congresistas de correístas y de otros grupos acusaron a Lasso de tener conocimiento de irregularidades en contratos públicos para el transporte de petróleo y no actuar contra los funcionarios implicados, y promovieron su remoxión del cargo por peculado (malversación de fondos públicos).

Lasso negó las acusaciones y un informe de la Comisión de Fiscalización del Congreso le exoneró, pero eso no desanimó a los correístas, que siguieron adelante y, gracias a su mayoría parlamentaria, lograron que el juicio político siguiera adelante en el Congreso. Hasta que Lasso apretó el miércoles el botón rojo de la muerte cruzada, como se conoce al precepto constitucional que le permite disolver el congreso en determinados supuestos.

Para Lasso, no hay dudas de que Correa busca recuperar con sus peones los puestos claves en las instituciones y hacerse con el control del aparato del Estado. “Primero venían por mi, luego por la fiscal, luego por el contralor, por el procurador y por más instituciones del Estado”, denunció Lasso, que busca presentarse como el salvador de la democracia ecuatoriana ante la ofensiva de Correa.

Sin embargo, el recurso de emergencia de la muerte cruzada no pone fin a la crisis política ni a los intentos de Correa, como dejó claro el propio expresidente.

Correa aseguró que la próxima cita electoral supone una oportunidad para “librarse de Lasso, su gobierno y sus congresistas de alquiler y recuperar la patria”, un mensaje que recuerda a los mismos que inspiraron su gobierno entre 2007 y 2017, período en que impulsó una nueva Constitución de corte izquierdista e inspirada en la de la Venezuela chavista.

Las perspectivas parecen favorecer a Correa. Lasso se encuentra en un mal momento de popularidad, lastrado por la incapacidad de su gobierno para hacer frente a la delincuencia, y en las últimas elecciones seccionales, celebradas el pasado mes de febrero, los candidatos correístas obtuvieron los mejores resultados.

La disolución del Congreso permite a Lasso ganar tiempo, pero los analistas coinciden en que Correa y los suyos juegan con ventaja en el escenario actual y que Lasso no puede contar siquiera con un gobierno estable en el tiempo que le quede en el Palacio de Carondelet.

Correa y los suyos aseguran que la disolución del Congreso es ilegal y diversos colectivos de izquierda habían anunciado movilizaciones si Lasso se atrevía a dar ese paso.

No sería la primera ola de protestas a la que Lasso debe hacer frente como presidente. El año pasado el país vivió una ola de manifestaciones convocadas por organizaciones indígenas para protestar por el aumento del coste de la vida y se vivieron escenas de violencia en Quito y otras ciudades del país.

Pero el presidente aparece ahora más tocado que nunca. Pocos apuestan por su victoria si se presenta a las elecciones y el correísmo controla ya algunas de las instituciones claves, como el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social. Tendrá además que gobernar excepcionalmente mediante decretos-leyes, lo que dificultará aún más su gestión.

Ahora todo quedará a expensas del calendario electoral. Se espera que el Consejo Nacional Electoral fije en los próximos días la fecha de la primera vuelta de los comicios. Ahí se verá si la muerte cruzada de Lasso fue en realidad, como aseguran varios expertos en la prensa ecuatoriana, “un suicidio político”.