Geopolítica

China e Irán estrechan su alianza antioccidental

El presidente iraní, Ebrahim Raisi, visita hoy Pekín para en su intento de sortear las sanciones internacionales por su programa nuclear

Como muestra del refuerzo de los contactos de alto nivel entre Pekín y Teherán, el presidente iraní, Ebrahim Raisi, visitará hoy China, lo que dará un impulso a la estrecha relación entre ambos países en ámbitos como la economía y las cuestiones internacionales más controvertidas. A invitación del presidente Xi Jinping, Raisi visitará el país asiático desde hoy al jueves. El año pasado ambos líderes mantuvieron una conversación telefónica y una reunión cara a cara en la ciudad uzbeka de Samarcanda, en las que alcanzaron un nuevo consenso sobre la profundización de las relaciones bilaterales.

Estas naciones han mantenido una correspondencia turbulenta con Washington y, junto a Rusia, han tratado de proyectarse como contrapeso al poder estadounidense. La Casa Blanca ha acusado a Irán de vender cientos de aviones no tripulados de ataque a los rusos para su guerra en Ucrania y ha sancionado a directivos de un fabricante iraní de drones. Al mismo tiempo, los lazos entre Moscú y Pekín se han estrechado.

El uso generalizado por parte de Rusia de drones kamikazes iraníes contra objetivos civiles, especialmente infraestructuras energéticas y zonas residenciales de Ucrania, ha suscitado críticas generalizadas en todo el mundo, y hasta ahora EE UU, Reino Unido, Canadá y la Unión Europea han impuesto sanciones contra la República Islámica. Por otro lado, un asesor del ministro iraní de Inteligencia ha afirmado que 90 países son "clientes" de sus aviones no tripulados, y que precisamente China está en la "cola" para recibir 15.000 de estos aparatos.

En los últimos años, Irán se ha orientado cada vez más hacia China. Los dos países firmaron un acuerdo de cooperación de 25 años el 27 de marzo de 2021, e Irán firmó un memorando de entendimiento para convertirse en miembro permanente de la Organización de Cooperación de Shanghai en septiembre de 2022.

Aunque esto podría parecer una señal de acercamiento bilateral, el gobierno iraní no ha obtenido beneficios económicos tangibles de los convenios. La aplicación de este pacto, cuyo valor se anunciaba en 400.000 millones de dólares y que incluía petróleo iraní, banca nacional, telecomunicaciones, puertos y otros proyectos económicos, ha quedado en el limbo.

Por ello, analistas y políticos iraníes sostienen que el mencionado acuerdo global de inversión no beneficia a su país. Por el contrario, creen que se trata de un mero papel para ser atraídos hacia la influencia ejercida por China, que no está dispuesta a cumplir con su parte del trabajo, es decir, invertir en las infraestructuras petrolíferas, gasísticas, ferroviarias y portuarias iraníes. A Teherán le preocupa además cómo recalibrar su política exterior, que en los últimos años se ha construido en torno a la idea de encontrar un terreno común con las potencias euroasiáticas.

Así pues, hay cierta desilusión respecto a China: la cúpula política irani está muy preocupada por una reciente declaración conjunta emitida por el gigante asiático y los Estados del Golfo. En esta se hacía referencia a tres pequeñas islas del Golfo Pérsico que Irán tomó como territorio histórico en 1971, pero que Emiratos Árabes Unidos reclama como suyas. Más allá de esto, a Teherán también le preocupa la incómoda postura china respecto al programa nuclear iraní y el estancamiento de las negociaciones con el bloque occidental.

Irán es además el tercer proveedor de petróleo de China, después de Rusia y Arabia Saudí. Estados Unidos y sus aliados occidentales también han impuesto sanciones a las exportaciones rusas de petróleo y gas en un esfuerzo por obligar a Moscú a poner fin a la guerra en Ucrania. Desde diciembre, el G-7 -Estados Unidos, Canadá, Alemania, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y la Unión Europea de 27 países- ha impuesto un tope de 60 dólares por barril al precio del crudo ruso.

Aunque las sanciones y el precio máximo han perjudicado a los ingresos petroleros tanto de Rusia como de Irán, China parece estar beneficiándose.

Si bien Irán no publica estadísticas sobre sus ventas de petróleo, los analistas afirman que en los últimos tres meses Teherán ha aumentado las exportaciones de crudo a más de 1,2 millones de barriles diarios. Ese petróleo llega supuestamente al mercado chino a través de un sistema camuflado de entrega que el régimen iraní ha perfeccionado durante las últimas décadas.