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Guerra de Gaza

Israel responde al intento de boicot

El Gobierno de Netanyahu asegura que las críticas internacional contra la guerra de Gaza no son legítimas por su carácter antisemita

Los sabotajes al equipo israelí en la Vuelta Ciclista a España aparecieron en los medios israelíes, aunque no de manera preponderante. Se recibieron como otro ataque más a israelíes en otros países y, tal y como sucede aquí, un titular tremendo es sustituido por otro también tremendo de manera muy veloz, como los acontecimientos. Los ataques en la Vuelta no aguantaron la macabra competencia con el atentado en Jerusalén que acabó con la vida de seis personas, seguido del intento de asesinato del liderazgo de Hamás en Doha. Y así.

El lunes, el primer ministro, Benjamin Netanyahu, en un arranque de realismo mitigado por declaraciones posteriores, dijo en su intervención durante una conferencia económica, que Israel necesita adaptarse al aislamiento que está viviendo, incluso produciendo armas, para reducir su dependencia de naciones extranjeras. Añadió que para salir del aislamiento, cuyo origen, señaló, es político, Israel tendrá que comportarse como Esparta. «Tendremos que desarrollar industrias armamentísticas aquí. Seremos Atenas y la Superesparta. En los próximos años, no tendremos otra opción».

Por otra parte, el Boicot Desinversiones y Sanciones (BDS), movimiento activo desde 2005 e inspirado en el boicot contra el apartheid en Sudáfrica, ha logrado que actores, músicos y cineastas se hayan negado a llegar al país en las últimas dos décadas. Algunos pidieron que el Festival de Eurovisión se retirara de Tel Aviv en 2019 y este año hay voces que piden la cancelación de Israel del concurso. En las últimas semanas miles de actores, directores y otros profesionales de la industria cinematográfica, por ahora unos 3.900, firmaron un texto en el que se comprometen a no colaborar con instituciones cinematográficas israelíes que, según afirman, están «implicadas en el genocidio y el apartheid contra el pueblo palestino». «Como cineastas, actores, trabajadores de la industria cinematográfica e instituciones, reconocemos el poder del cine para moldear las percepciones», dice el compromiso. «En este momento de crisis urgente, donde muchos de nuestros Gobiernos están permitiendo la masacre en Gaza, debemos hacer todo lo posible para abordar la complicidad en ese horror implacable».

Por su parte, la respuesta israelí al boicot no es uniforme: está la del Gobierno y la de la heterogénea sociedad. El Gobierno, representado por Sa’ar en este caso, mientras dice en su comunicado del lunes que criticar a Israel es legítimo, advierte: «Lo que presenciamos hoy en el mundo va mucho más allá de la crítica legítima. Nos estamos ahogando en un mar de falsedades. De mentiras. Una campaña de hambruna. Una campaña de genocidio. Una campaña de apartheid».

Mientras la consigna gubernamental es negarlo todo, otros, como el parlamentario Ofer Cassif del partido comunista Hadash-Tal, cree que lo único que podría funcionar para que acabe el sufrimiento de los palestinos en Gaza y de los rehenes cautivos allí son las sanciones a Israel.

Por su parte, una actriz y una guionista, Neta Riskin y Magi Otsri, escribieron un texto representando a muchos cineastas, escritores, poetas, músicos e intelectuales israelíes publicado en el diario Haaretz, titulado «No nos boicoteen». Dijeron escribir no en nombre del Gobierno, sino en el suyo propio y «en nombre de la libertad creativa, de la libertad de la imaginación y de la esperanza que aún perdura». Explicaban que los artistas israelíes han sido vistos como «enemigos del régimen nacionalista. Hemos sido perseguidos implacablemente por gobiernos que nos convirtieron en blanco fácil del odio. Nuestros nombres han sido difamados públicamente, los ministros nos han tildado de ‘traidores’ y nuestros presupuestos han sido recortados debido a nuestras opiniones. Se han cerrado teatros, se han prohibido obras de teatro y se han boicoteado películas. Los artistas han sido atacados tanto en línea como en persona, sometidos a amenazas de violación y tortura, incluso a la muerte, y muchos han perdido sus medios de vida». Añadieron que «desde que estalló la guerra en Gaza, los golpes que vienen del exterior de Israel se han sumado a los que nos golpean desde dentro» y aseguraron que probablemente, al leer su carta boicoteadora, botellas de champán están siendo descorchadas en ministerios de la ultraderecha porque «este boicot no debilita al primer ministro, Benjamin Netanyahu; solo lo fortalece en su camino hacia la dictadura».