
Submariino nuclear
Australia quiere ser una potencia militar y pronto lo será: todo gracias a estos submarinos nucleares
Para contener el avance de Pekín en el Indo-Pacífico, la Administración Trump impulsa la entrega de submarinos nucleares a Australia, un pacto que refuerza la alianza AUKUS pero pone a prueba la industria norteamericana

La industria de defensa de Estados Unidos se enfrenta a un problema mayúsculo. Sus astilleros, actualmente, solo tienen capacidad para fabricar 1,3 submarinos al año, una cifra que se queda muy corta frente a los 2,3 que serían necesarios para satisfacer tanto las necesidades de su propia Armada como los nuevos compromisos internacionales. Este déficit de producción crítico ha encendido las alarmas en el Pentágono, hasta el punto de que el secretario de Defensa, Pete Hegseth, ha ordenado una revisión exhaustiva de toda la base industrial para buscar soluciones urgentes.
Este desajuste productivo no es casual, sino la consecuencia directa de la ambiciosa estrategia que la Administración Trump ha puesto sobre la mesa para redibujar el tablero geopolítico en el Indo-Pacífico. La piedra angular de este plan es el pacto de defensa trilateral AUKUS, que une a Washington con Londres y Canberra, y cuyo objetivo principal es contrarrestar la creciente influencia de China en la región. Un compromiso reafirmado personalmente por el presidente Trump y el primer ministro australiano, Anthony Albanese. La urgencia de esta alianza se ve magnificada por los avances militares de Pekín, ya que los ataques de China ahora pueden ser hipersónicos, lo que redefine las capacidades ofensivas en la región. Esta percepción de amenaza es compartida en las más altas esferas, como evidencia la predicción de un general de Estados Unidos sobre una guerra con China en 2025, lo que subraya el clima de tensión actual.
En concreto, el acuerdo contempla que la Armada australiana adquiera un mínimo de tres submarinos de propulsión nuclear de la clase Virginia, de fabricación estadounidense y con un desplazamiento de 10.000 toneladas. Se trata de una de las transferencias de tecnología militar más importantes de las últimas décadas, aunque su materialización completa no será inmediata. Según las previsiones que maneja el medio Interesting Engineering, la entrega del primer sumergible no se espera hasta principios de la década de 2030, lo que evidencia el largo alcance de esta alianza. Esta transferencia de tecnología submarina es paralela a los esfuerzos por mantener la superioridad en otros dominios, como demuestra la importante actualización que ha recibido el caza F-22 Raptor para competir con las aeronaves chinas.
La respuesta financiera de Canberra al desafío industrial
Para hacer frente a este escollo, Australia ha decidido no ser un mero comprador, sino un socio activo en la solución. El Gobierno de Canberra ya ha desembolsado mil millones de dólares destinados específicamente a reforzar la base industrial estadounidense y se ha comprometido a aportar otros mil millones en el futuro. Este notable esfuerzo financiero demuestra la importancia capital que el país oceánico otorga a este pacto para garantizar su seguridad nacional.
Además, la colaboración entre ambos países va más allá de la esfera militar. Un acuerdo complementario establece que Australia se convertirá en un proveedor clave de minerales críticos para la industria norteamericana, con el objetivo explícito de reducir la dependencia de China en las cadenas de suministro globales. Por su parte, Washington espera que Canberra siga aumentando su inversión en defensa, que actualmente se sitúa en el 2% de su Producto Interior Bruto, como parte de sus responsabilidades dentro de esta nueva y reforzada alianza estratégica.
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