Opinión

Bajmut: el Verdún ucraniano

Tras las humillaciones de Járkiv y Jersón, Rusia necesita esta conquista simbólica

La pequeña ciudad deBajmut, en Donbás, se ha convertido en una encrucijada central de la guerra en Ucrania. Los rusos, el grupo Wagner y los ucranianos se están dejando la piel. ¿Por qué un esfuerzo tan incesante? Esta pequeña ciudad es el centro de atención de la guerra en Ucrania. En el frente militar, las fuerzas rusas mantienen la presión en un intento de apoderarse de Bajmut, situada en el este de Ucrania, donde los combates se han recrudecido desde el verano pasado. Los rusos habían reclamado anteriormente tres aldeas cercanas a la ciudad, que tenía una población de 70.000 habitantes antes de la guerra y ahora está en gran parte destruida.

La batalla de Bajmut ha adquirido una importancia simbólica añadida para Moscú, ya que la conquista de la ciudad, con el apoyo del grupo paramilitar Wagner, se produce tras una serie de humillantes derrotas, como las retiradas de Járkiv (noreste) en septiembre y de Jersón (sur) en noviembre.

La ciudad de Bajmut está completamente destruida, y las trincheras que la rodean son actualmente el centro de gravedad de la guerra en Ucrania. Los combates allí alcanzan niveles nunca vistos desde el comienzo de la invasión rusa. Las imágenes publicadas en las redes sociales muestran condiciones espantosas, con soldados caminando por el barro hasta las rodillas y temperaturas bajo cero, incluso durante el día. Las imágenes recuerdan a la horrible batalla de Verdún, una pequeña ciudad francesa que fue víctima de la carnicería francoalemana durante la Primera Guerra Mundial.

En realidad, la ofensiva rusa sobre Bajmut, centro regional de la provincia de Donetsk, comenzó el verano pasado. La ciudad es un importante cruce de carreteras y vías férreas, por donde pasan las autopistas a Donetsk, Lugansk y la frontera rusa. Un verdadero punto estratégico, por tanto.

Ahora bien, desde el comienzo de la ofensiva apenas se ha avanzado. Rusia está aplicando su táctica preferida: primero bombardea con artillería y luego envía infantería. Frente a las fuerzas del Kremlin, Ucrania necesita más hombres y más armas, porque los soldados rusos son demasiado numerosos. La situación es amarga entre las tropas de Kyiv. Algunos de ellos creen que Bajmut caerá. Estas preocupaciones son compartidas en los más altos niveles del Gobierno, porque la intensidad de los combates no ha hecho más que aumentar, ya que el grupo paramilitar ruso Wagner, en primera línea de batalla, está rompiendo las defensas de las tropas ucranianas y rodeando la ciudad.

La visita sorpresa de Biden a Kyiv y el reiterado –y escenificado– apoyo a Zelenski por parte de los líderes occidentales revelan también su preocupación por la suerte de la ciudad sitiada. Por ejemplo, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha declarado que los países miembros de la Alianza están de acuerdo en que Ucrania se convierta en miembro... pero a largo plazo.

Para los estadounidenses y sus aliados es muy importante que los rusos no ganen esta batalla, y mucho menos la guerra. Una debacle ucraniana a gran escala podría debilitar significativamente el peso geopolítico del minoritario Occidente en relación con el resto del mundo y especialmente con su ahora rival sistémico, China. Esta última podría, en efecto, romper con su discurso falsamente benévolo sobre la paz internacional y convertir a Taipéi en otro Bajmut.

En otras palabras, lo que está en juego al defender o tomar esta ciudad va mucho más allá de la cuestión estratégica de la ubicación –muchos expertos la consideran menor, si no nula– desde el punto de vista militar. Para los rusos, se trata de galvanizarse con una victoria que abriría la puerta a otras ofensivas potencialmente –o ya– apoyadas por la aportación de armamento chino. Para Putin, se trata también de restablecer la credibilidad de la eficacia de su régimen, pero también de reforzar al jefe de Wagner contra el amo del Kremlin si gana la batalla sobre el terreno.

En cuanto a Occidente, la conquista rusa de Bajmut servirá para medir la resistencia de los ucranianos y su capacidad de reacción. Los aliados atlánticos tendrán que decidir si refuerzan radicalmente su apoyo a Ucrania dándole aviones de combate, por ejemplo, o si, por el contrario, presionan a Kyiv para que negocie un statu quo al estilo coreano: Ucrania occidental y Ucrania oriental separadas por una frontera controlada por la ONU, por ejemplo. Pero los dos países beligerantes tendrían que aceptarlo. Si se sigue adelante con este escenario, Occidente se verá condenado a centrar sus políticas y economías en su respectiva defensa frente a un número creciente de Estados que podrían desafiar sus intereses nacionales en el exterior. En definitiva, al igual que la batalla de Verdún, la batalla de Bajmout constituye un punto de inflexión para las partes en conflicto, pero también para la comunidad internacional en su conjunto.

Frédéric Mertens de Wilmars es profesor y coordinador del Grado de Relaciones Internacionales en la Universidad Europea de Valencia