La ampliación de la OTAN
El Báltico se torna en una fortaleza ante la Rusia de Putin
La entrada de Suecia a la alianza militar una formidable flota de cazas Gripen de cuarta generación con misiles aire- aire largo alcance, tanques Leopard 2 y submarinos clase Gotland reforzados
Suecia se ha convertido esta semana en el miembro numero 32 de la Alianza. La invasión de Ucrania por parte de las tropas de Vladimir Putin en el año 2022 ha conseguido que los enemigos de Rusia, en vez de alejarse despavoridos, hayan estrechado el cerco. La entrada de Suecia y Finlandia en la OTAN, tras décadas de neutralidad, significa que el mar Báltico está ahora rodeado de miembros de la organización militar, lo que supone una amenaza geopolítica de primer orden para el mandatario ruso. Con la adhesión de los dos países nórdicos, la OTAN duplica sus lindes con Rusia (Finlandia aporta 1.300 kilómetros ) y el mar Báltico se convierte en una fortaleza frente a las veleidades expansionistas de Rusia. Hasta el momento, el país de Vladimir Putin tenía frontera con cinco países aliados- Polonia, Estonia, Letonia, Lituania y Noruega- además de 49 kilómetros de límite marítimo con EE UU. Pero ahora el aliento de Occidente está más cerca que nunca.
Putin ha conseguido todo lo contrario de lo que pretendía, ya que la invasión de Ucrania vino propiciada por las ansías del país de entrar en la organización militar (en 2008 los aliados le abrieron las puertas, pero sin avances concretos) y Rusia siempre consideró las ampliación de la OTAN a los países antes pertenecientes al Pacto de Varsovia, tras la desmembración de la URSS, como una traición de Occidente.
Suecia no es un aliado cualquiera. Posee la isla de Gotland, un gran enclave estratégico en medio del Mar Báltico a tan sólo doscientos kilómetros de Estonia, Letonia y Lituania. Además, las nuevas fronteras de la OTAN acercan a la Alianza tanto a la ciudad rusa de San Petersburgo como la Península de Kola, donde Rusia alberga las bases militares con el mayor número de armas nucleares del mundo.
«La posición geográfica de Suecia hace del país una parte esencial de cualquier plan de Defensa de la OTAN. Su localización significa que puede servir como tránsito terrestre para reforzar tanto Noruega como Finlandia, a la vez que permite a la OTAN controlar el Báltico en cualquier conflicto potencial con Rusia», escribe el profesor Andrew Dorman para el «think tank» Chatham House. Al solicitar la adhesión, los dos países negaron estar interesados en albergar en sus territorios tropas permanentes de la Alianza o armas nucleares, pero en Finlandia se ha reabierto el debate sobre esto último después de que Alexander Stubb haya ganado las elecciones.
A pesar de su declarada neutralidad y del giro dado en sus respectivas opiniones públicas a raíz de la invasión, lo cierto es que los dos países nórdicos habían ido acercándose paulatinamente a la organización militar en las últimas décadas. Finlandia y Suecia se incorporaron a la UE en 1995 y también aprovecharon la ocasión para profundizar sus vínculos con la Alianza. En 1994 se unieron al Programa de Paz y desde entonces han enviado tropas a Afganistán, Irak y Kosovo, aparte de haber participado en las maniobras militares de la organización. Esto ha facilitado la interoperabilidad de sus ejércitos con las fuerzas armadas de la Alianza, lo que ha contribuido a unos procesos de adhesión inusualmente rápidos.
El gasto 2% PIB
En el año 2014, tras la anexión ilegal por parte de Rusia de la península de Crimea en Ucrania, el entonces ministro de Defensa sueco, Peter Hultqvist, propugnó intensificar el vinculo transatlántico para fortalecer la defensa europea. A pesar de que Finlandia y Suecia hayan sido dos países neutrales, esto no significa que no cuenten con importantes efectivos militares que, a partir de ahora, pueden poner a disposición del resto de los socios de la Alianza. En los años 50, Suecia llegó a tener la cuarta fuerza aérea militar más importante del mundo. Tras la caída del Muro de Berlín y el ocaso del comunismo, los sucesivos gobierno fueron recortando progresivamente el gasto en Defensa y, a comienzos de este siglo, esta partida se situaba por debajo del 2% del PIB. Pero tras la invasión de la península de Crimea en 2014, los suecos empezaron a ver las orejas al lobo: el gasto fue creciendo paulatinamente (al 2% del PIB este año) y se volvió a militarizar la isla de Gotland.
Pero no sólo se trata de cantidad sino también de calidad. «Suecia ha mantenido fuerzas militares altamente capaces con tecnología avanzada que incluye cazas Gripen de cuarta generación equipados con misiles Meteor aire- aire largo alcance, tanques Leopard 2 y submarinos clase Gotland reforzados con un sistema de propulsión de aire independiente», asegura también Dorman en su análisis.
El propio presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, ha piropeado sin disimulo el modelo sueco de cazas Gripen y se baraja que Estocolmo podría acabar entregando estas naves de guerra a Kyiv, parece que más eficaces que los cazas F16 de fabricación estadounidense. Un paso natural, ya que el ejército del país ha estado entrenando a pilotos ucranianos.
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