Hamás

Los cerebros del mayor ataque contra Israel en las últimas décadas: un golpe aprobado en Líbano y Qatar

El líder de Hamás en Gaza, Yahya Sinwa, y el comandante Mohamed Deif aprobaron el asalto con el visto bueno del politburó

Yahya Sinwar envió en agosto de 2018 una carta escrita «de su puño y letra» en hebreo a Benjamín Netanyahu. El líder de Hamás en Gaza invitaba al primer ministro israelí a tomar un «riesgo calculado» en mitad de las negociaciones para establecer un alto el fuego duradero en la Franja de Gaza. No sucedió. Cinco años después de lo que Meir Ben Shabbat, antiguo asesor de seguridad nacional de Netanyahu, describió como «uno de los momentos más bonitos de las negociaciones», nadie vio venir la reacción de Hamás.

La milicia palestina lanzó en la madrugada del sábado un ataque sin precedentes contra Israel desde la Franja de Gaza. La operación de los militantes de Hamás comenzó a las 6:30 de la mañana, con una cascada de misiles, seguida por una interrupción de las comunicaciones. Continuó con una incursión en territorio israelí por tierra, mar y aire. Miles de milicianos palestinos se infiltraron en los kibutz y en las ciudades del sur del país. Por primera vez desde 1964, Israel perdía el control de una parte de su territorio. El resultado: más de 700 israelíes muertos, más de 2.200 heridos y al menos un centenar de secuestrados.

«Suelen lanzarnos cohetes y, por desgracia, ya nos hemos acostumbrado a esta situación. Pero cruzar las fronteras de Israel es cruzar todas las líneas rojas posibles en lo que a mí respecta, y no me lo esperaba en absoluto», confesaba a LA RAZÓN un residente de la ciudad israelí de Netivot, que prefería no revelar su identidad por motivos de seguridad. Hamás ha protagonizado tres guerras contra Israel, la última en 2014. Pero ninguna que se le parezca.

Un segundo Yom Kippur

El ataque coincidía con la celebración de las festividades judías de Sucot y Sheminí Atzeret. Pero el simbolismo era mucho mayor. Cincuenta años y un día antes, el Egipto de Anwar el Sadat y la Siria de Hafez el Asad lanzaron otro ataque sorpresa que pilló desprevenidas a las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI).

«Diría que después de la guerra del Yom Kippur, es la peor de todas. Incluso peor que la guerra con Hizbulá de 2006», reconocía a este periódico Alberto Spectorovsky, catedrático de Ciencias Políticas en la Universidad de Tel Aviv.

La operación «Tormenta de Al Aqsa» llevaba la firma de Hamás y de las Brigadas Al Qassam, su brazo armado, consideradas «organizaciones terroristas» por Estados Unidos, Reino Unido, la Unión Europea y, por supuesto, Israel.

«Desde el punto de vista táctico de Hamás, es una operación extraordinaria», admitía Spectorovsky. Un grupo reducido de altos mandos, encabezado por el comandante Mohamed Deif y el propio Yahya Sinwar tomó la decisión. Contaban con el visto bueno del politburó, reunido en Líbano y Qatar, según medios gazatíes.

El denominado Movimiento de Resistencia Islámico, que controla Gaza en solitario desde 2007, actuaba en respuesta a la política de ampliación de los asentamientos en Cisjordania del Gobierno de Netanyahu y, sobre todo, a las cargas de las Fuerzas de Seguridad israelíes en el recinto de la mezquita de Al Aqsa, el tercer lugar más sagrado para el islam después de Medina y La Meca. Esos fueron los argumentos del líder del buró político de Hamás, Ismail Haniyeh, que siguió el inicio de la operación desde Qatar a través de la emisión en directo de Al Jazeera.

La sombra de Irán

Pero detrás de las acciones de Hamás, que aspira a crear un Estado palestino en el territorio comprendido entre el mar Mediterráneo y el río Jordán en sustitución de Israel, regido por la ley de la sharía, se erigen las sombras de Irán y Qatar. La República Islámica provee de «armas, dinero y otros equipos», como reconoció el sábado el portavoz de las Brigadas Al Qassam, Abu Obaidah. Un día después el presidente de Irán, Ebrahim Raisi, felicitaba a Haniyeh en una conversación telefónica: «Has hecho feliz a la nación islámica con esta iniciativa».

Irán ha proporcionado cientos de millones de dólares a Hamás desde la década de 1990, recoge el portal Counter Extremism Project. En agosto de 2017, Sinwar reconoció el papel de Teherán como el «mayor respaldo financiero y militar» de Hamás, pese a haber apoyado a bandos distintos en la guerra de Siria. A través de Hamás, Irán habría buscado mandar un mensaje a Arabia Saudí: forzar una respuesta contundente de Netanyahu y alejar la posibilidad de que el reino saudí normalice relaciones con Israel.