Elecciones
Los conservadores ganan en Irán y frustran el enésimo intento de apertura
Retienen el control del parlamento pero con la mayor abstención de la historia y después de meses de protestas por la muerte de Mahsa Amini
Los conservadores reafirmaron su control absoluto del Parlamento iraní en unas elecciones con la participación más baja en la historia de la República Islámica de Irán, muestra del descontento ciudadano por la situación económica y la falta de libertades.
Irán celebró el viernes elecciones al Parlamento y a la Asamblea de Expertos en los primeros comicios desde las protestas desatadas por la Mahsa Amini en 2022, en los que se pidió el fin de la República Islámica y en las que murieron al menos 500 personas en la represión policial.
Con su victoria en las legislativas, los "principalistas", el sector conservador próximo al líder supremo, Alí Jameneí, continúan copando los órganos de poder junto con el ultraconservador presidente, Ebrahim Raisí.
Tras tres días de recuento, la Comisión electoral anunció este lunes que 245 diputados han sido elegidos en la primera ronda de las legislativas, la mayoría de ellos conservadores, informó la agencia oficial IRNA.
Unos resultados esperados dado el gran número de candidatos reformistas -que apoyan la apertura gradual del país- que fueron descalificados por el Consejo de los Guardianes, órgano que veta las leyes que se aprueban en el Parlamento y a los aspirantes políticos.
Solo once de los nuevos diputados son mujeres.
Otros 45 escaños se decidirán en una segunda vuelta en abril o mayo porque los candidatos no alcanzaron al menos el 20 % de los votos en su circunscripción, 16 de ellos en Teherán.
Récord de baja participación
Una de las principales incógnitas de las elecciones era el nivel de participación ya que la República Islámica ha dado siempre gran importancia al alto número de votos como prueba de su legitimidad y respaldo popular y, además, se habían multiplicado las llamadas al boicot de políticos y activistas, entre ellos la encarcelada premio Nobel de la Paz Narges Mohammadi.
Según los datos del Ministerio del Interior, la participación fue del 41 %, frente al 42,5 % de las anteriores legislativas, cuando se justificó la baja votación por la pandemia del coronavirus. En 2016 votó un 61,6 %.
En Teherán la participación se situó en un 24 %, según medios reformistas como Shargh.
Se trataría de la participación más baja en los 45 años de República Islámica, aunque las encuestas auguraban una participación aún menor.
Aún así, las autoridades celebraron la participación como un éxito.
“Esta presencia, llena de pasión y comprensión, fue otro golpe para los obstinados oponentes de Irán después del golpe histórico que recibieron en los disturbios del año pasado”, afirmó Raisí el sábado.
El mandatario renovó su puesto en la Asamblea de Expertos, órgano que elige al líder supremo de la República Islámica en caso de vacante, con un 82 % del voto en la provincia de Jorasán de Sur, donde solo competía contra otro rival.
Este organismo se elige cada ocho años y podría ejercer un papel determinante en este mandato, dado que el líder supremo de Irán, Ali Jameneí, tiene 84 años.
Aviso de los reformistas
Para los reformistas, sin embargo, la baja participación y la descalificación de muchos de sus candidatos son una llamada de atención para el futuro.
“Espero que estos comicios sean una lección y que los administradores del país sepan, antes de que sea demasiado tarde, que la continuación de este camino causará daños irreparables”, dijo Azar Mansouri, la jefa del Frente Reformista, la principal agrupación no conservadora y que no presentó candidatos a estas elecciones.
“Deberían escuchar la voz de la mayoría silenciosa y corregir esta forma de gobernar”, afirmó Mansouri en referencia al proceso electoral en el que se descalificó a numerosos candidatos reformistas.
Las elecciones llegaron dominadas por el descontento popular por la mala situación económica y, sobre todo, por la represión de las protestas desatadas por la muerte de Amini cuando se encontraba detenida por no llevar bien puesto el velo islámico.
Su muerte provocó unas fuertes protestas que pusieron de manifiesto el amplio abismo entre la República Islámica y muchos iraníes, especialmente jóvenes y mujeres que gritaron en las calles del país durante meses “vida, mujer libertad”.
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