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Francia

El desconocido motivo por el que la Torre Eiffel se vuelve más alta en verano

Se trata de uno de los monumentos más reconocidos del mundo, pero cuando llega la estación estival, sufre algunos cambios

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La Torre Eiffel es considerada uno de los monumentos más icónicos y reconocidos no solo dentro de París o Francia, sino a nivel global. Su silueta inconfundible, que domina el paisaje parisino y atrae anualmente a millones de turistas, la ha convertido en un símbolo universal del arte, arquitectura y la ingeniería. Sin embargo, lo que muchos desconocen es que esta estructura de hierro forjado tiene una particularidad: cada verano, la Torre Eiffel se vuelve más alta, al menos de forma temporal.

Inaugurada el 31 de marzo de 1889, la Torre Eiffel fue diseñada por el ingeniero Gustave Eiffel como pieza central de la Exposición Universal celebrada en París ese mismo año. La construcción duró poco más de dos años y requirió el trabajo de más de 300 obreros. En su momento, con 300 metros de altura, fue la estructura más alta del mundo hasta la finalización del edificio Chrysler en Nueva York en 1930.

Si bien en un principio fue criticada por sectores del arte y la literatura francesa, con el tiempo la torre comenzó a ganar admiración mundial. Su estructura metálica está compuesta por más de 18.000 piezas de hierro y pesa aproximadamente 10.100 toneladas. Aemás, en marzo de 2022, la instalación de una nueva antena de transmisión elevó su altura total a 324 metros, reafirmando su papel no solo como atractivo turístico, sino también como infraestructura tecnológica.

¿Por qué la Torre Eiffel crece cada verano?

Aunque muchos lo desconocen, la Torre Eiffel puede aumentar su altura entre 15 y 20 centímetros durante los meses más calurosos del año. Una variación que se puede explicar por un fenómeno natural: la dilatación térmica.

El hierro, como la mayoría de los metales, se expande con el calor. Cuando las temperaturas suben en verano, los átomos del metal vibran con mayor intensidad, lo que provoca una expansión de la estructura. En el caso de la Torre Eiffel, esta dilatación hace que la parte superior se eleve ligeramente, incrementando temporalmente su altura total.

Una vez que bajan las temperaturas, especialmente en otoño e invierno, la torre regresa a su altura original, ya que el metal vuelve a contraerse. Este fenómeno ha sido medido y documentado por ingenieros a lo largo de los años y no representa ningún riesgo estructural para el monumento.