Eurozona
El desplome de la corona resucita el debate sobre el euro en Suecia
La divisa sueca se ha depreciado un 17,5% respecto a la moneda única europea en 18 meses
Veinte años después de rechazar en referéndum el ingreso en la moneda única europea, los suecos parecen cada vez más favorables a reemplazar su corona por el euro. La pérdida de poder adquisitivo por la inflación (6,5% en septiembre, frente al 4,3% de la eurozona) y la fuerte depreciación de su moneda (17,5% en año y medio) explican el cambio en una opinión pública hasta ahora contraria a ceder su soberanía monetaria.
Según Robert Bergqvist, experto del banco SEB, «la actual debilidad de la corona agota el poder adquisitivo de los hogares en Suecia y en el extranjero, al tiempo que eleva los tipos de interés y los rendimientos de los bonos». En 2003, un euro equivalía a 9,10 coronas suecas, frente a las 11,80 de hoy.
Desde el año pasado el «Riksbank», el banco central más antiguo del mundo, trata denodadamente de frenar la caída de la corona sueca (SEK) con la venta de divisas y combatir la inflación con la subida hasta el 4% de los tipos de interés, que entre 2014 y 2020 rondaban el 0%. Como explica Annika Winsth, economista jefe de Nordea, «el ‘Riksbank’ se encuentra entre la espada y la pared. Por un lado, desea reducir la inflación y, por otro, no quiere colapsar la economía».
En un contexto internacional de incertidumbre por la guerra de Ucrania y la tensión en Oriente Medio, la ministra de Finanzas sueca, la conservadora Elisabeth Svantesson, habla abiertamente de que «estamos soportando un invierno económico». El Gobierno prevé que el país nórdico entre en recesión este año, con un caída del 0,8% del PIB, que remontará un 0,6% en 2024. La inflación, sin embargo, no caerá por debajo del 2% hasta 2025 y alcanzará el 3,6% el próximo ejercicio.
Ante este panorama, economistas que hace dos décadas apostaban por mantener a Suecia fuera del euro se muestran hoy favorables a ingresar en la Unión Monetaria Europea (UME), dado que la economía nórdica no se beneficia de las ventajas para exportar de las que disfrutaba entonces.
Lars Calmfors, que elaboró en 1999 un informe para el Gobierno en el que recomendaba mantenerse fuera del euro, subraya que «la corona se depreció y las empresas pudieron ganar cuota de mercado, lo que ayudó a estabilizar la producción y el empleo». «Pero ahora la depreciación de la corona contrarresta los esfuerzos del ‘Riksbank’ para bajar la inflación y reducir la demanda agregada», dice a la cadena pública SVT.
En cambio, Fredrik NG Andersson, profesor asociado de la Universidad de Lund, se muestra más pesimista y considera que «sólo veo riesgos con la adopción del euro». «A menudo escucho a la gente argumentar en contra de la corona, pero rara vez escucho argumentos a favor del euro», explica Andersson, que culpa de la depreciación de la moneda a años de políticas laxas del «Riksbank».
Con amor o no a una moneda que les ha acompañado los últimos 150 años, según un sondeo de Demoskop, un 34% de los suecos apoya el ingreso en el euro, frente a solo el 19% que lo hacía hace un año. En cambio, los detractores de la moneda única han pasado del 54% al 42%. En el plebiscito de 2003, un 56% votó en contra de adoptar el euro, mientras que un 44% lo hizo a favor, a pesar del decidido apoyo de los dos grandes partidos (socialdemócratas y conservadores) y la patronal.
Tras aquel fracaso, solo el Partido Liberal, socio menor del actual Gobierno de centro derecha, hace campaña hoy abiertamente a favor de la moneda única. Para su líder y ministro de Trabajo, Johan Pehrson,«cuanto más esperemos para introducir el euro, más pobre se volverá Suecia». «Simplemente ya no podemos darnos el lujo de permanecer fuera [del euro]», escribió en el diario «Aftonbladet».
A la vista de cómo Suecia dejó atrás 200 años de no alineamiento militar y llamó a las puertas de la OTAN, Calmfors cree que «la guerra en Ucrania ha obligado a los suecos a recalibrar nuestra posición en el mundo, lo que se extiende a la cuestión del euro».
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