Asia

La «diplomacia del panda» ya no acerca a EE UU y China

El traslado de Memphis a Shanghái de la osa Ya Ya muestra el mal clima de las relaciones entre las dos superpotencias

La osa panda Ya Ya, en el zoo de Memphis, donde vivía desde 2003
La osa panda Ya Ya, en el zoo de Memphis, donde vivía desde 2003Liu Jie / XINHUAVia AFP

Tras pasar dos décadas en calidad de préstamo en el zoo estadounidense de Memphis -como parte de las iniciativas de Pekín en pro de la "diplomacia del panda"-, Ya Ya, una hembra de panda gigante de 22 años, se reintegrará en China en medio de una oleada de preocupación por su salud procedente de grupos defensores de los derechos y el bienestar de los animales.

Yaya nació en el zoo de Pekín en agosto de 2000. Tres años más tarde, junto a Le Le, un panda macho del zoo de Shanghái, fueron trasladados en avión a Memphis como parte de un programa de cooperación sobre protección e investigación de pandas gigantes entre China y EE UU.

Aquel momento representó un hito en las relaciones bilaterales, justo dos años después de que China ingresara en la Organización Mundial del Comercio con el apoyo estadounidense, y al tiempo que ambas economías profundizaban su compromiso en diversos ámbitos que iban desde cuestiones económicas hasta la lucha antiterrorista.

Pekín lleva ejerciendo la "diplomacia del panda" desde 1972, no obstante, cuando el país comunista reclama un ejemplar, es porque el régimen está tremendamente enojado.

Por eso, tras embarcar este jueves en un avión rumbo a su país de origen, Ya Ya se ha convertido en un auténtico icono y la nueva víctima del declive de los lazos bilaterales, que han caído a su punto más bajo en medio siglo. Tras un vuelo de 16 horas, la osa aterrizó en Shanghái transportada por un avión especial "panda express" de FedEx, según informaron los medios estatales chinos.

Durante casi tres meses, las acaloradas discusiones en China sobre el trato dispensado a la osa por el zoo han contribuido a resaltar lo antagónicas que se han vuelto las relaciones entre los dos gigantes. Sin lugar a dudas el animal se ha visto lastrado por las crecientes tensiones que atraviesan las dos potencias mundiales. Tras la difusión en Internet de fotos y vídeos que mostraban su aspecto demacrado y su extrema delgadez, los grupos de defensa de los derechos de los animales lanzaron una petición para que se liberara al oso, alegando que estaba siendo maltratada en el zoo que le acogía.

Asimismo, en febrero, los animalistas condenaron el cuidado que el centro dispensaba a sus osos gigantes después de que Le Le, compañero de juegos de Ya Ya, falleciera a los 24 años a causa de una cardiopatía. Sus responsables se defendieron afirmando que estos recibían "excelentes cuidados", pero las campañas para rescatarlos se multiplicaron en las redes sociales chinas, con sentimientos hostiles a los norteamericanos.

Lo ocurrido ha puesto en tela de juicio la conocida diplomacia del panda, y algunos apuntan a que se trata de un instrumento político de poder blando disfrazado de conservación. Aunque los zoológicos que albergan los animales siguen enviando a China millones al año en concepto de tasas de conservación, la población de esta especie vulnerable sigue siendo alarmantemente baja en estado salvaje.

Desde 1972, cuando China regaló a Ling-Ling y Hsing-Hsing al Zoológico Nacional de Washington, más de 22 países han recibido pandas gigantes chinos, el último de ellos Qatar. Con el fin de conservar los animales, las autoridades chinas firman acuerdos con los parques zoológicos y, en consecuencia, exigen elevados honorarios. Las parejas de pandas se prestan por un millón de dólares al año. Si nace algún cachorro de panda, los zoos deben desembolsar 600.000 dólares más.

Sin embargo, algunas publicaciones y las voces críticas apuntan a una correlación entre los préstamos de pandas y los grandes acuerdos comerciales internacionales a largo plazo. El zoo de Edimburgo recibió a sus dos pandas como parte de un acuerdo comercial por valor de 2.600 millones de libras en 2011. Ese mismo año, Canadá y Francia adquirieron un par de pandas cada uno tras firmar acuerdos de exportación de uranio. Gracias a los pandas, los chinos desarrollan el "guanxi", un término utilizado para describir las redes personalizadas de influencia, confianza, reciprocidad y lealtad.