Relaciones internacionales
España elabora una nueva estrategia para África 2025-2028
En el documento no aparece el Sáhara Occidental, como tampoco el delta del Níger, que es el mayor proveedor de petróleo para España
En un mundo ideal, el continente africano no dependería de terceros. No se entrometerían terceros en él. En un mundo ideal, cuando Francia (potencia colonial y neocolonialista) ha sido paulatinamente expulsada de sus antiguos territorios en África, nadie acudiría a comerse su parte del pastel. En un mundo ideal, en definitiva, expulsar a Francia equivaldría para los africanos recuperar el control de su tierra. En un mundo ideal. Puede ser que en este mundo ideal, Europa permitiría, después de cuatrocientos años de interferencias a distintos niveles, que los africanos vuelen libres. Pero hay que ser francos: no vivimos en un mundo ideal. Vivimos en un mundo en el que ocurren guerras y hambrunas donde los afectados buscan huir de ellas. Un mundo donde hay enemigos allí fuera que desean destruir Europa.
Son enemigos de verdad. Implacables. Vengativos. Este periodista ha conocido a algunos de estos enemigos de nuestra tierra, y no importa lo que diga su propaganda porque es verdad que no tendrán piedad con nosotros. Ese momento se acerca; eso, si no estamos viviendo ya sus primeras fases.
Porque Europa cuenta con enemigos y necesita amigos, tiene sentido que sea necesaria una nueva estrategia de España en África. Han ocurrido en el último lustro demasiados acontecimientos históricos como para seguir con las dinámicas de ayer. Francia fue durante décadas el baluarte europeo en el continente africano pero su oportunidad terminó, y son nuevas naciones quienes buscan hoy posicionarse al timón de unas relaciones Europa-África cada vez más balcanizadas, es decir, cada vez más frágiles y vulnerables. Pocos países pueden tomar este relevo, y menos aún pueden hacerlo en concordancia con los tiempos que corren y aplicando un tipo de respeto necesario a la hora de tratar con el continente vecino. Tiene que ser una nación fuerte, con una tradición de relaciones internacionales extendida en el tiempo y en el espacio. Reino Unido no cuenta en Bruselas. Portugal no tiene los medios. Alemania lo intenta pero, sencillamente, su regia cultura casa difícilmente con el soleado sur fuera del horario de vacaciones. Los belgas exterminaron a 10 millones de congoleños y eso no se olvida.
Los requisitos dejan a dos candidatos plausibles, aún a sabiendas de que ninguno conseguirá jamás imitar la otrora influencia gala en el continente (ese tiempo ya pasó). Italia tiene probabilidades y las está poniendo en marcha. El otro es España. Es evidente. Somos vecinos. El único país europeo con territorios en la masa continental africana. Y por eso tiene también sentido, para quién se pregunte los motivos, que España haya elaborado una nueva estrategia para con África.
Se ha publicado un dossier. Se explican en él las oportunidades y los retos a los que se enfrenta el continente. Habla de guerras y trabas al desarrollo. Habla de inmigración y de racismo. Habla de energías renovables y de los activos de España en sus relaciones con África. Habla de problemas reales con una muy difícil solución. Dice de la necesidad de aumentar la presencia institucional española en los actos de investidura de los presidentes africanos, también pretende aumentar el número de cumbres África-España en el futuro. Desarrollar nuevos programas de Cooperación Española. Regular la inmigración. Aumentar las becas de estudiantes africanos en universidades españolas. Servir de intermediarios en los conflictos africanos (aunque nadie nos lo haya pedido). Y señala la intención de aumentar el número de asesores de origen africano en el gobierno de España. Asesores. La palabra favorita de nuestro presidente.
Las 100 páginas de dossier se resumen finalmente en cinco objetivos clave para el futuro. El primero, reforzar (el diálogo, la apertura de nuevas embajadas, la formación, los asesores, la huella de España en las relaciones África-Europa, las relaciones interministeriales, etc.). El segundo, crecer (en foros de negocios, inversiones, planes institucionales, acuerdos bilaterales, en la implicación del sector turístico africano, etc.). En este punto destaca el anuncio del lanzamiento de la Asociación Iberoafricana de Cámaras de Comercio (AFRICO). Tercero, conectar (a los países emisores de inmigrantes y de destino, a los medios de comunicación y los ciudadanos españoles con la información africana, a los africanos con los institutos Cervantes en el continente mediante las clases de español, etc.).
El cuarto, proteger (mediante una ampliación en los acuerdos de defensa, los partenariados de seguridad, la seguridad marítima, la salvaguarda de los derechos humanos, etc.). El quinto, convivir (reforzando movimientos feministas y formas multiculturales dentro y fuera de África). Son cinco objetivos que comprenden en total 100 puntos.
A algunos les parecerá mal. Dirán que estamos sustituyendo el neocolonialismo francés por un neocolonialismo español. Otros pensarán que estamos sirviendo de forma oculta los intereses de Francia en el continente africano. También los hay que piensan que mejor sería dejar en paz a los africanos y dejarnos de estrategias, objetivos, puntos y documentos que nadie nos ha pedido. Pero habría que volver al principio de este artículo: no existe el mundo ideal. Existe un mundo de bestias. Esa es la realidad. Y Rusia está aquí abajo, acezante. Y también está el terrorismo islámico, demasiado debilitado para atacar a Europa, pero fortaleciéndose a diario al cobijo de las dunas. Y cientos de miles de africanos aterrizan cada año en España con una muda de ropa como única propiedad, desolados, desorientados, necesitados de una vida mejor que un techo de chapa y un plato de arroz al día.
En este caso, si España no va a África, África irá a España. No es tiempo de acciones pasivas. Este artículo se está escribiendo desde la localidad de Warri, en Nigeria, en el delta del Níger, que es el sitio de donde España saca la mayoría del petróleo que se introduce refinado en nuestros vehículos. Decenas de grupos armados pululan por los manglares. Los secuestros son una realidad diaria. Los vertidos de petróleo en campos y zonas fluviales son abundantes y letales para una población local que pensó que se convertiría en el nuevo Dubái sin que nada haya cambiado para ellos. Por eso no deja de ser relevante que el delta del Níger no se menciona una sola vez en el documento. Ni sus necesidades, ni sus dramas. Y que el activo económico más importante para España en África no aparezca en un dossier de cien páginas llama la atención (para mal) y arroja dudas.
El Sáhara Occidental, que es la mayor responsabilidad de España en el continente africano, no se menciona una sola vez en el documento. ¿Podría ser que no es importante una de nuestras antiguas colonias, hoy en guerra y asediada como consecuencia de la tibieza de nuestros gobernantes? Trece veces aparece escrito el nombre de Marruecos. Cero veces aparece escrito el Sáhara Occidental.
Que España deba relacionarse con África no significa que vayamos a hacerlo bien. Y, de hacerlo, sería la primera vez.
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