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El miedo a ómicron obliga a Isabel II a cambiar sus tradicionales planes de Navidad

Por segundo año consecutivo, la monarca no se trasladará a su finca de Sandrigham, sino que pasará las fiestas en el Castillo de Windsor

Isabel II y Andrew Parker, en un acto oficial
Isabel II y Andrew Parker, en un acto oficialApAp

Isabel II, 95 años, no viajará este año a Sandrigham, su residencia situada en Norfolk, al norte de Londres, donde tradicionalmente pasa las Navidades desde 1988. En su lugar, se quedará en el castillo de Windsor, al oeste de la capital, donde reside desde que comenzó la pandemia de coronavirus. El Gobierno británico, de momento, no ha impuesto nuevas restricciones. Pero la Jefa de Estado no quiere correr riesgos ante la amenaza de la variante ómicron. Los contagios por coronavirus superan prácticamente ya cada día los 90.000 casos en Reino Unido.

Con todo, la soberana no pasará estos días en soledad, ya que, según indicó una fuente de Palacio, será visitada por sus familiares más cercanos “siguiendo las pautas apropiadas”. La citada fuente asegura que la decisión de Isabel II fue “personal”, tomada después de una “cuidadosa consideración”, a modo de precaución para protegerse del virus.

En los últimos meses, la monarca se ha visto obligada a cancelar varios eventos y reducir su carga laboral por consejo de los médicos, que le pidieron en noviembre que guardara reposo. Aunque en las últimas semanas ha reducido su agenda y ha delegado algunos compromisos en otros miembros de la monarquía, continúa celebrando regularmente audiencias, tanto de manera online, como personalmente, como la semana pasada cuando recibió al sultán de Omán, Haitham bin Tareq al Said, y su esposa.

En cualquier caso, el pueblo no la ha visto en un acto público desde mediados de octubre. Su esperada reaparición iba a ser 14 de noviembre con el llamado Domingo del Recuerdo, uno de los actos más importantes para ella en el calendario, para honrar a los soldados caídos en combate. Pero apenas dos horas antes de que comenzara el acto solemne, el Palacio de Buckingham comunicaba que “con gran pesar” debía cancelar sus asistencia debido a un tirón en la espalda.

La preocupación por su estado de salud es evidente y aunque la monarca se niega a abdicar, desde hace años, se ha iniciado lo que los expertos llaman una “transición tranquila”, donde el heredero al trono, el príncipe Carlos, 73 años, ocupa cada vez más peso.

El año pasado fue la primera Navidad en más de 30 años en la que la monarca no estuvo junto a su familia en la finca de Sandringham durante la Navidad, debido a las restricciones de la covid que en 2020 prohibían expresamente a los británicos juntarse con los suyos. La reina las pasó tan solo en compañía de su marido, el príncipe Felipe, que falleció el pasado mes de abril a los 99 años. La ausencia de su esposo estos días será más acusada que nunca, de ahí que sus hijos y sus nietos quieran arroparla. Fuentes de Palacio aseguran que, si bien hay “pesar por tener que cancelar el viaje a Sandrigham, se considera que es lo correcto para todos los interesados”.

Por lo tanto, el próximo 25 de diciembre, en lugar de unirse a una congregación de alrededor de 200 personas en la Iglesia de Santa María Magdalena para el tradicional servicio del día de Navidad, se espera que Isabel II asista a una celebración reducida en la capilla del Castillo de Windsor. Eso sí, si la pandemia lo permite, en 2022 se celebrará por todo lo alto el Jubileo de Platino, “el evento real más grande que jamás se haya visto en Reino Unido”, para conmemorar sus 70 años en el trono, el reinado más largo de la historia del país.