Asia

Análisis

Lo que dice Afganistán de la crisis de Ucrania

No se puede entender el desafío de Putin sin la retirada de tropas del tablero afgano

Cinco meses después nos encontramos ante un escenario de guerra en Europa. No se puede entender el desafío de Putin a Estados Unidos sin la retirada de Afganistán
Cinco meses después nos encontramos ante un escenario de guerra en Europa. No se puede entender el desafío de Putin a Estados Unidos sin la retirada de AfganistánJONATHAN ERNSTREUTERS

La retirada unilateral e incondicional de Estados Unidos en Afganistán ha sido hasta la fecha el mayor error en política exterior que ha podido cometer el presidente Joe Biden. Fue sorprendente que Estados Unidos renunciara a poner límites a los talibanes –como el respeto a las mujeres o los derechos humanos– para marcharse de este remoto país asiático tras 20 años comprometido con preservar su libertad y su incipiente democracia. La salida de Afganistán puso a prueba el nuevo liderazgo norteamericano en el mundo y el resultado fue claramente desalentador. El abandono del pueblo y las mujeres afganas fue todavía más sombrío porque fue ordenado por un presidente demócrata que había puesto el respeto a los derechos humanos en el centro de su política exterior. Las reverberaciones de esta caótica y humillante retirada irían más allá del teatro de operaciones afgano; las acciones de un poder global acarrean siempre consecuencias globales.

Cinco meses después nos encontramos ante un escenario de guerra en Europa. No se puede entender el desafío de Putin a Estados Unidos sin la retirada de Afganistán. El analista ruso Vladislav Inozemtsev me asegura que el repliegue de Washington en agosto fue interpretado por Moscú como un gran golpe a la moral y la confianza de los estadounidenses. Para el entorno de Vladimir Putin supuso una nueva confirmación de que los compromisos de los norteamericanos con sus aliados son «líquidos» por lo que pueden romperse en cualquier momento. «No diría que esta interpretación haya sido definitiva para iniciar los juegos de guerra en Ucrania, pero sí facilitó el ‘’ultimátum’' ruso del 17 de diciembre. El Kremlin está convencido de que Estados Unidos está de retirada y que, por lo tanto, se dan las condiciones para que pueda aceptar las ‘’líneas rojas’' de Moscú», me cuenta el destacado analista ruso. No importa que las hayan rechazado (estaban escritas para ser denegadas) la simple formulación de unas exigencias tan maximalistas ocurre porque Moscú huele la debilidad de EE UU. En las mismas fechas en las que el presidente estadounidense organizaba su polémica cumbre de las democracias con la que quería ilustrar su voluntad de confrontar a las autocracias, su homólogo ruso ordenaba un despliegue de tropas sin precedentes en la frontera con Ucrania.

La amenaza de Putin en Ucrania es la prueba más grande a la que se enfrenta la Administración Biden desde su victoria en 2020. El norteamericano prometió contrarrestar las amenazas de Rusia, con la crisis ucraniana ha llegado la hora de demostrarlo. Putin opera bajo la suposición de que Washington no va a enviar soldados para defender a Ucrania. Por eso, apunta Inozemtsev, a los funcionarios rusos les ha pillado por sorpresa la rápida disposición de los miembros de la OTAN a desplegar refuerzos (entre ellos España) en Europa Central. Las «garantías de seguridad» de Moscú que incluían la retirada de la OTAN de todos los países que se unieron a la alianza después de 1997 han resultado contraproducentes, pues se ha producido una mayor demanda de tropas a las puertas de Rusia.

Afganistán también deja lecciones (a la inversa) para Rusia. Los ucranianos ya han advertido que Kiev no es Kabul. El Gobierno de Zelenski no se va a descomponer, ni el Ejército ucraniano va a renunciar a luchar contra la invasión de las tropas extranjeras. Los ucranianos llevan ocho años enfrentados a las fuerzas separatistas de las provincias de Donetsk y Lugansk, armadas y entrenadas por Moscú sin dar señales de rendición. Pueden estar seguros de que no lo van a hacer ahora.