Desaire

Putin desprecia el legado de Gorbachov

El presidente ruso niega los honores al último dirigente de la URSS sin un funeral de Estado. «Gorbi» será enterrado el sábado en Novodevichy junto a su mujer

Gorbachov y Putin en 2004
Gorbachov y Putin en 2004CARSTEN REHDERAgencia EFE

Los últimos años de Mijail Gorbachov transcurrieron en la penumbra que dejó aquel foco mediático que protagonizó durante de su sonado mandato. El último dirigente de la Unión Soviética vivió la recta final de su existencia en Moscú, alejado de la vida pública y con estancias cada vez más prolongadas en el hospital, con la única compañía de su hija Irina, fruto de su matrimonio con Raisa Gorbachova, fallecida en 1999.

El pueblo ruso lloraba este miércoles con más indiferencia que lágrimas su muerte, consciente de que con su desaparición se va el último símbolo viviente de la URSS y se cierra un período vital para millones de personas que vivieron esa época, no tan alejada en el tiempo, pero sí en el recuerdo.

Mijail Gorbachov, tan héroe en Occidente como villano en su país, simbolizaba el esfuerzo por la apertura y la transparencia dentro de un sistema tan hermético como fue la Unión Soviética, pero también la culpabilidad por haber hecho desaparecer a una potencia que parecía indestructible y el orgullo de cuantos la habitaban y todavía hoy la añoran.

La noticia de su muerte se dio ayer en todos los medios de comunicación rusos de manera discreta, con más alusiones a sus debilidades que a su legado, en un país más preocupado por el convulso presente con la guerra en Ucrania y sus consecuencias económicas que por los años pasados que lo explican.

Poco después de dar la noticia sobre su muerte se informó que Gorbachov sería enterrado este sábado en el cementerio moscovita de Novodevichy, aunque sin honores de Estado, según se apresuraron a confirmar fuentes del Kremlin, dando a entender sin palabras que la figura del último presidente de la URSS no hizo méritos para ser reconocido en la nueva Rusia surgida de sus cenizas. Los restos mortales del ex mandatario descansarán cerca de los de su fiel compañera, su mujer Raisa, aunque a no demasiada distancia del que fue su feroz rival político, Boris Yeltsin, protagonista, él sí, del último funeral de Estado celebrado en Rusia.

El presidente ruso, Vladimir Putin, expresaba ayer sus condolencias por la muerte del último líder de la URSS, reconociendo su «gran influencia en el curso de la historia mundial» en un momento en el que el país se enfrentaba a cambios «complejos, dramáticos y de gran escala», pero evitó hacer referencia al papel que este tuvo en la historia de su propio país. Pocos representantes de la política han hecho comentarios sobre la noticia, siendo el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, el único miembro del Gobierno que ha hablado, además de Putin.

Preguntado por si recibiría un funeral de Estado, el portavoz del Kremlin aseguró que la decisión final se tomaría en las próximas horas. «Todavía no sabemos cómo será todo. El procedimiento dependerá de los deseos de familiares y amigos. No hay información todavía», zanjó ayer.

Mijail Sergueevich Gorbachov nació en el seno de una familia ruso-ucraniana el dos de marzo de 1931, en el pueblo de Privolnoe, en la región de Stavropol, poco antes de la llegada de una gran hambruna que acabó con la mitad de sus habitantes, incluidos tres de sus tíos. Su familia sufrió las represiones del stalinismo, con dos de sus abuelos arrestados bajo falsos cargos y su abuelo paterno, Andrei Gorbachov enviado a Siberia. El futuro líder de la Unión Soviética creció en el ambiente rural, compaginando sus estudios con su trabajo como tractorista, todo un ejemplo para la sociedad de la época.

En 1952 se afilió al Partido Comunista, y en 1955 terminó sus estudios en la facultad de Derecho de la Universidad Estatal de Moscú, volviendo a su región natal poco después para ocupar el puesto de primer secretario del Komsomol de Stavropol. A partir de ese momento, la carrera de Gorbachov se disparó, ascendiendo puestos en el escalafón del Partido Comunista hasta llegar al Comité Central del PCUS en 1971, siempre con el apoyo del futuro secretario general del Comité Central del Partido Comunista soviético, Yuri Andrópov, que se esforzó en renovar una estructura política con demasiada gente mayor.

En 1985, en una reunión extraordinaria el pleno del Comité Central del PCUS Gorbachov fue elegido secretario general. En 1990 fue nombrado presidente de la URSS, el primero en la historia del país que, ironías del destino, también fue el último.

Al año de llegar al poder, tuvo lugar el trágico accidente en la central nuclear de Chernóbil, un mal presagio que le persiguió hasta su dimisión el 31 de diciembre de 1991. Durante los seis años que permaneció en el poder, Gorbachov se esforzó en suavizar la tirantez de las relaciones con Occidente, firmando varios acuerdos con los presidentes norteamericanos Ronald Reagan y George Bush padre para la eliminación de gran parte del arsenal atómico de ambas potencias, trabajo que fue reconocido con la concesión del premio Nobel de la Paz en 1990.

Su empeño en reformar el país de arriba abajo siempre chocó con los sectores más conservadores, del régimen que en agosto de 1991 llevaron a cabo un fallido golpe de Estado del que Gorbachov salió más perjudicado que victorioso. La falta de apoyo hacia el líder soviético contrastaba con la popularidad del presidente de la república de Rusia, Boris Yeltsin, que terminó firmando el famoso Tratado de Belavezha con los representantes de Ucrania y Bielorrusia el 8 de diciembre de ese mismo año, dando la estocada final a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Las reformas, en cenizas

A pesar de aquel revés, Mijail Gorbachov no abandonó Rusia, convirtiéndose en una voz crítica contra Boris Yeltsin e incluso fundando el Partido Socialdemócrata de Rusia, del que salió en 2004. En 1992 creó la Fundación Gorbachov y durante los años posteriores a su dimisión pronunció numerosas conferencias en todo el mundo, siendo testigo del reconocimiento a lo largo y ancho del planeta. En 1995 estableció las bases para la puesta en marcha del periódico «Novaya Gazeta», recientemente clausurado y cuyo director, Dmitri Muratov, ganó el Premio Nobel de la Paz el año pasado.

Precisamente Gorbachov destinó el dinero del galardón para comprar los primeros ordenadores de la redacción. El ex presidente soviético no se pronunció sobre el conflicto actual en Ucrania debido a sus problemas de salud. Únicamente su fundación publicó un escueto comunicado los primeros días de la guerra en el que urgió a que se terminasen los combates lo antes posible.

La vida de Mijail Gorbachov se apagó en una Rusia en la que apenas quedan restos de las reformas democráticas que devolvieron la libertad a los rusos.