Opinión

Falacias rusas

En el oscuro laberinto de la desinformación que envuelve al conflicto ucraniano se carga la responsabilidad sobre la UE y la OTAN

FILE - German soldiers take part in the Lithuanian-German division-level international military exercise 'Grand Quadriga 2024' at a training range in Pabrade, north of the capital Vilnius, Lithuania on May 29, 2024. (AP Photo/Mindaugas Kulbis, File)
Fuerza de Defensa europeasASSOCIATED PRESSAgencia AP

Acabo de tener una larga conversación con un compañero diplomático y gran amigo (en la Carrera Diplomática bromeamos con la expresión: «compañero y sin embargo amigo», pues eso mismo). Se trata de un brillante profesional que ha sido el más alto cargo que España ha tenido en la OTAN desde que Javier Solana fuera secretario general. En consecuencia, se puede decir sin temor a equivocarnos, que sus opiniones, son sólidas, equilibradas y fundamentadas en la experiencia y el profundo conocimiento de la materia en cuestión. Me dijo sin la menor reticencia: «Gustavo, en dos horas y media de conversación telefónica no se habló solo de un plan de alto el fuego de cinco puntos. Estoy convencido de que en ella se abordó una concepción del orden mundial profundamente inquietante. Creo que el mundo está en el momento más peligroso para la paz, la seguridad y la estabilidad de los últimos 60 años». Esa noche no dormí. Los 60 años no era una cifra inocente la última crisis cuasi apocalíptica de la humanidad fue la crisis de los misiles de Cuba, que se resolvió por una confluencia de factores que hoy no tenemos: primero Khrushev era un secretario general débil y se agarró al clavo ardiente del acuerdo que le propuso la Administración Kennedy. Segundo, el secretario de Estado Dean Rusk y el secretario de Defensa Robert McNamara jugaron un papel estelar que salvó al mundo de un holocausto nuclear. Tercero, tiempo para resolver la crisis, George Stephanopoulos, que fuera director de comunicación del presidente Clinton dijo de la película «13 días» (que se estrenó durante el segundo mandato de Clinton): «que suerte tenían de tener 13 días, nosotros con la CNN tenemos 13 minutos». Pues hoy tendríamos 13 segundos y una densa red de mentiras que se expande como un maligno virus por las redes sociales y medios (¿de comunicación?) de espurias intenciones.

En el oscuro laberinto de la desinformación que envuelve el conflicto ucraniano, resuena con insistencia una narrativa perversa, urdida por los acólitos de Putin, que busca exculpar a Rusia y cargar sobre los hombros de Occidente, Europa y la OTAN el peso de la responsabilidad de esta terrible guerra cuyas consecuencias reales y definitivas no conocemos aún. Esta visión grotesca de la realidad, que distorsiona los hechos con una astucia digna de los mejores tahúres, merece un análisis implacable y una respuesta contundente, sin ambages ni medias tintas.

OTAN: una mentira con pies de barro

Uno de los pilares sobre los que se sustenta esta narrativa falaz es el supuesto incumplimiento de las promesas occidentales de no expandir la OTAN hacia el este. Se invoca el fantasma de un cerco militar a Rusia, una amenaza existencial que justificaría su agresión. Sin embargo, esta interpretación sesgada de la historia, propia de un trilero de feria, ignora varios hechos cruciales.

La soberanía de las naciones

Los países de Europa del Este, tras décadas de yugo soviético, ejercieron su derecho inalienable a elegir sus alianzas de seguridad. Como bien sentenció mi muy admirado Konrad Adenauer, artífice de la reconstrucción alemana: «La libertad no es un bien que se pueda conceder, sino un derecho que se debe conquistar». Una verdad como un templo, que los nostálgicos del imperio soviético se niegan a aceptar.

El contexto histórico

La expansión de la OTAN fue una reacción lógica y necesaria ante la inestabilidad y las guerras en los Balcanes, así como ante la creciente agresividad de la Rusia de Putin. Como advirtió Winston Churchill, un hombre curtido en mil batallas: «Aquellos que no aprenden de la historia están condenados a repetirla». Una lección que, por lo visto, el Kremlin no aprendió.

La naturaleza defensiva de la OTAN

La Alianza Atlántica es una organización defensiva, concebida para proteger a sus miembros, no para amenazar a Rusia. Lamentablemente el expansionismo agresivo e irredento de la URSS ha sido heredado por Putin que pretende, aunque sea parcialmente, la reconstrucción del imperio soviético, aunque se a base de rodear a Rusia de Estados sometidos a la Gran Rodina (Madre Patria), marionetas del régimen, o pura y simplemente neutralizados y dominados por pro-rusos, por las buenas o por las malas. Kazajstán es el ejemplo más reciente de esto. La naturaleza defensiva de la OTAN es una verdad palmaria que los propagandistas rusos se empeñan en distorsionar. Estos agentes de la manipulación y la falacia se encuentran incluso entre nosotros tanto a izquierda como a derecha. Es terrible constatar la eficacia de la mentira y la manipulación.

La falacia de la provocación ucraniana

Otra vertiente de la narrativa prorrusa sostiene que Ucrania provocó a Rusia con su aspiración de unirse a la OTAN y su acercamiento a la Unión Europea. Se argumenta que Ucrania es un «Estado títere» de Occidente, manipulado para desestabilizar a Rusia. No obstante, esta visión paternalista, que niega la esencia de Ucrania como nación independiente, es una ofensa a la inteligencia. Se cita falsamente las memorias de Angela Merkel para justificar que los acuerdos Minsk 1 y 2 tenían como fin armar Ucrania para que luchase una guerra por «proxy» de EEUU (de Obama y Biden se entiende), del Reino Unido y de Francia como pontifica sin el más mínimo rubor el ex embajador de la India en Moscú Pankaj Sarana en una entrevista con mi amigo el prestigioso e influyente periodista indio Karan Thapar. Invito a que la vean, es uno de los monumentos más perfectos a la manipulación y al dislate desde el supuesto argumento de autoridad.

La autodeterminación

Ucrania, como cualquier país soberano, tiene el derecho inalienable a elegir su propio destino. Negarle este derecho es perpetuar una visión imperialista, propia de los viejos imperios, que Rusia no ha sabido superar. Putin afirma que la implosión de la URSS es la mayor tragedia geopolítica ocurrida en el siglo XX.

La realidad de la agresión rusa

La invasión rusa de Ucrania en 2014, con la anexión ilegal de Crimea y el apoyo a los separatistas en el Donbás, demostró la voluntad de Putin de controlar a Ucrania, independientemente de sus decisiones. La escalada de 2022 puso de manifiesto hasta dónde llega la ambición desmedida del líder ruso.

La desinformación rusa

La maquinaria de propaganda rusa ha desplegado una campaña masiva de desinformación para justificar la guerra. Se difunden teorías de conspiración, se manipulan hechos y se demoniza a Ucrania y a Occidente. Esta guerra de información, que busca confundir a la opinión pública y crear una narrativa favorable a Rusia, es un ataque frontal a la verdad. Lo más triste y peligroso es que todo esto tiene eco entre algunos de nuestros políticos, periodistas, algún militar retirado (felizmente pocos…) e incluso compañeros míos diplomáticos.

La manipulación de la historia

Se distorsionan hechos históricos para presentar a Ucrania como un «Estado fallido» o un «nido de nazis». Se recurre a la nostalgia soviética para justificar las ambiciones imperiales de Putin.

La difusión de noticias falsas

Se propagan bulos sobre ataques ucranianos a civiles, laboratorios de armas biológicas y la presencia de mercenarios occidentales. Estas mentiras buscan crear un clima de miedo y odio.

El control de los medios

Se censuran los medios independientes y se controla la información para evitar la difusión de voces disidentes.

La responsabilidad de Rusia

Un hecho innegable: hay un estado agresor, Rusia y un estado agredido Ucrania.

La responsabilidad de la guerra de Ucrania recae exclusivamente en Rusia y en su líder, Vladimir Putin. Su decisión de invadir un país soberano, violando el derecho internacional y la Carta de las Naciones Unidas.

La violación del derecho internacional:

Rusia ha violado múltiples tratados y acuerdos internacionales, incluyendo el Memorándum de Budapest de 1994, que garantizaba la integridad territorial de Ucrania a cambio de su renuncia a las armas nucleares, por cierto, de haberlas conservado, Rusia jamás habría invadido a Ucrania. ¿Quién ha engañado a quién?

Los crímenes de guerra

Las fuerzas rusas han cometido crímenes de guerra en Ucrania, incluyendo el bombardeo de hospitales y escuelas, la tortura y asesinato de civiles, y la deportación forzada de niños, esto son datos no rumores.

La amenaza a la seguridad europea

La agresión rusa en Ucrania ha desestabilizado la seguridad europea, reviviendo los fantasmas de la Guerra Fría y amenazando la paz y la estabilidad del continente y con ello del mundo. Si no que se lo pregunten a Polonia, las Repúblicas Bálticas, Finlandia y Suecia.

Como siempre alguna de las más brillantes frases de la humanidad se atribuye a muchos autores, con demasiada frecuencia al político y estadista Churchill. Yo mismo he caído en esa trampa, como todos. Lo cierto es que la autoría de «la verdad es la primera víctima de la guerra» es muy probablemente de Esquilo y ha sido repetida y apropiada mil veces.

En todo caso es vital, si, vital, desenmascarar la desinformación y defender los valores de la democracia, la libertad y el Estado de Derecho. Como dijo el inolvidable Václav Havel, «la verdad y el amor deben prevalecer sobre las mentiras y el odio».