Francia

El gobierno de Bayrou vuelve a depender de Le Pen

Después de meses respaldando al primer ministro para evitar la caída del gobierno, los socialistas presentan su propia moción de censura tras fracasar las negociaciones sobre la reforma de las pensiones

PARIS (France), 15/04/2025.- French Prime Minister Francois Bayrou speaks during a press conference to present the budget guidelines in Paris, France, 15 April 2025. (Francia) EFE/EPA/CHRISTOPHE PETIT TESSON
El primer ministro francés Francois Bayrou CHRISTOPHE PETIT TESSONAgencia EFE

En diciembre pasado, Le Pen decidió accionar el botón nuclear del que dependía el gobierno de Francia y derrocó al ex primer ministro Michel Barnier vía moción de censura. Este lunes, siete meses después de aquel episodio que generó de nuevo inestabilidad política, Le Pen vuelve a disponer de esa posibilidad. El Partido Socialista, que ha permitido la supervivencia del actual primer ministro François Bayrou, ha presentado una moción de censura que se debatirá hoy en la Asamblea Nacional y a la que se sumará toda la izquierda tras haber constatado que sus demandas en las negociaciones de la reforma de las pensiones no han progresado. Aquella ley, una de las grandes reformas del presidente Macron, retrasaba la edad de jubilación de los 62 años a los 64 y se aprobó por decreto, sin voto parlamentario, y tras meses de violentas manifestaciones en la calle. En principio, el Reagrupamiento Nacional ya ha avanzado que no va a secundar la moción de censura, pero sorpresas mayores se han visto en política en Francia en el último año y medio.

Cuando tomó posesión como primer ministro el pasado diciembre, Bayrou, del partido centrista MoDem, aliado de Macron, acordó convocar una mesa de diálogo entre empresas y sindicatos para debatir sobre la controvertida reforma, a cambio de que el Partido Socialista no apoyase la moción de censura que iba a presentar La Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon. La moción no prosperó gracias a ello, y Bayrou ha superado otras siete desde que asumió el cargo gracias a que los socialistas no se han sumado a ellas. Ahora, desencantados con las negociaciones, el PS quiere poner distancias con el gobierno y así, electoralmente, contrarrestar el argumento de la izquierda radical, que lleva meses acusándolos de hacerle el juego al gobierno y al presidente. Durante los últimos cuatro meses, sindicatos y patronal han tratado de negociar algunos puntos de la reforma, aunque representantes sindicales se retiraron de la mesa de negociaciones al asumir que el punto más polémico de la ley, el retraso de la edad de jubilación, era innegociable. El pasado lunes, la Confederación Francesa Democrática de Trabajadores (CFDT), el principal sindicato del país, daba por «fracasadas» las negociaciones al no llegar a ningún acuerdo con el gobierno.

«Si no se consulta al Parlamento, si no tenemos la posibilidad de presentar enmiendas que nos permitan definir las condiciones de un retorno al equilibrio a cambio de volver a los 62 años, nos encaminaremos hacia la censura», había amenazado durante la semana pasada el líder del Partido Socialista francés, Olivier Faure, en BFMTV. Faure acaba de salir reelegido hace tan solo un mes como secretario general, en una disputada votación ante la otra mitad del partido, más partidaria de romper claramente con la izquierda radical cualquier tipo de acuerdo tras las múltiples polémicas que arrastra Mélenchon, especialmente por sus diatribas antisemitas de los últimos meses. «Usted ha asumido compromisos sobre este tema que no ha cumplido (...) Esto nos obliga, señor primer ministro, a presentar una moción de censura contra su Gobierno», justificó finalmente Faure frente a la Cámara. Jean-Luc Mélenchon celebró la «oposición frontal» a Bayrou, y señaló en tono jocoso que «el Partido Socialista, por fin, está recuperando la cordura». Los socialistas presentan finalmente su moción casi en el tiempo de descuento antes del fin del periodo ordinario de sesiones, que está previsto justo este lunes 30 de junio.

Con la Asamblea dividida en tres polos políticos tras las elecciones legislativas de hace un año, para que una moción de censura prospere contra el bloque central, es necesario que la izquierda y la ultraderecha voten juntas, como pasó cuando derrocaron a Barnier en diciembre pasado. Con 143 escaños, la formación de Le Pen vuelve a tener la llave para hacer caer al gobierno, aunque su posición de fuerza quedó debilitada tras su inhabilitación el pasado mes de marzo por malversación de fondos europeos, lo que le impedirá —si no lo remedia un recurso— presentarse a las presidenciales de 2027.

Si supera la nueva amenaza de censura —cosa que parece probable vista la negativa de Le Pen—, Bayrou tendrá que afrontar la próxima prueba: las cuentas de 2026, que se votarán en otoño y que sí podrían configurar una prueba de fuego mayor. La diferencia con las anteriores mociones es que Macron ya sí podría convocar de nuevo comicios legislativos, al haber pasado el plazo de un año marcado por la Constitución desde los anteriores. El presidente vive desde hace un año centrado en la escena internacional, con escasos posicionamientos en las polémicas domésticas, pero pocos apuestan porque Bayrou pueda llegar con equilibrismos hasta el final del segundo mandato de Macron. En ese caso, el presidente tendrá de nuevo la pelota en su tejado.